viernes, 21 de noviembre de 2014

Paul Eluard - La muerte, el amor, la vida

Creí que me rompería lo inmenso lo profundo Con mi pena desnuda sin contacto sin eco Me tendí en mi prisión de puertas vírgenes Como un muerto sensato que había sabido morir Un muerto coronado sólo de su nada Me tendí sobre las olas absurdas del verano Absorbido por amor a la ceniza La soledad me pareció más viva que la sangre Quería desunir la vida Quería compartir la muerte con la muerte Entregar mi corazón vacío a la vida Borrarlo todo que no hubiera ni vidrio ni vaho Nada delante nada detrás nada entero Había eliminado el hielo de las manos juntas Había eliminado la osamenta invernal Del voto de vivir que se anula. Tú viniste y se reanimó el fuego Cedió la sombra el frío aquí abajo se llenó de estrellas Y se cubrió la tierra De tu carne clara y me sentí ligero Viniste la soledad fue vencida Tuve una guía sobre la tierra y supe Dirigirme me sabía sin medida Adelantaba ganaba tierra y espacio Iba hacia iba sin fin hacia la luz La vida tenía un cuerpo la esperanza tendía sus velas Promisora de miradas confiadas para el alba De la noche surgía una cascada se sueños Los rayos de tus brazos entreabrían la niebla El primer rocío humedecía tu boca Deslumbrando reposo remplazaba el cansancio Yo amaba el amor como en mis primeros días Los campos están labrados las fábricas resplandecen Y el trigo hace su nido en una enorme marea Las mieses la vendimia tienen muchos testigos Nada es singular ni simple El mar está en los ojos del cielo o de la noche El bosque da a los árboles seguridad Y los muros de las casas tienen una piel común Los caminos siempre se encuentran Los hombres están hechos para entenderse Para comprenderse para amarse Tienen hijos que serán padres de los hombres Tienen hijos sin fuego ni lugar Que inventarán de nuevo a los hombres Y la naturaleza y su patria La de todos los hombres La de todos los tiempos

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