Concepto.
Fascismo fue el nombre adoptado por el régimen político totalitario que se estableció en Italia a partir del nombramiento de Benito Mussolini como Primer Ministro, en 1922; y que se prolongó hasta 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial, con la invasión de Italia por parte de las Fuerzas Aliadas.
Esa denominación proviene de la palabra latina “fasces”; que designa el conjunto de varas que portaban los lictores, funcionarios de la República Romana y luego del Imperio Romano que ejercían funciones policiales; del cual sobresalía un hacha, y que simbolizaba el poder del Estado de que estaban investidos.
Antecedentes - Bosquejo histórico de la unificación italiana.
La constitución unificada del Estado nacional italiano, ocurrió de manera tardía respecto del resto de los Estados europeos. Habiendo sido Roma antigua — a partir de la República y luego con el Imperio — la cuna de la civilización jurídica y política de Europa Occidental, y asimismo principial centro de origen del Renacimiento postmedieval, a la salida del feudalismo la península italiana se encontró sujeta a sucesivas etapas de estructuración política que fragmentaron el gobierno de su territorio.
Convertida Roma en el centro geográfico de la Iglesia Católica Apostólica, fue asimismo el punto focal del dominio territorial eclesiástico de sus territorios aledaños, los Estados Pontificios. Por otra parte, sobre todo algunas ciudades del norte italiano — como Venecia, Génova, Florencia y otras — tuvieron durante la parte final de la Edad Media y principios del Renacimiento un importante desarrollo económico y político autónomo. Estas ciudades fueron centro de poder de sucesivos gobernantes; y hacia el final de la Edad Media luchaban constantemente por el predominio en el norte italiano, tanto entre sí como con los Estados Pontificios; dando lugar a una multitud de ducados, señorías y repúblicas casi siempre dominadas por familias poderosas, como los Medici y los Borgia.
Como resultado, a fines del Siglo XV — en momentos en que tanto en España como Francia surgían monarquías firmemente asentadas en el poder — la división política de Italia había culminado en la existencia de cinco Estados, cuyos centros eran Venecia, Milán, Florencia, Roma y Nápoles, ninguno de los cuales tenía la capacidad de imponerse a los otros.
Durante el Siglo XVI, el norte de Italia fue escenario de continuas guerras en el marco de las contiendas dinásticas entre Francisco I de Francia y Carlos V de España, en las que se insertaban numerosas rivalidades familiares entre los propios italianos; lo cual llevó en definitiva a un amplio predominio español en casi todas las ciudades importantes y sus zonas de influencia.
Solamente lograron mantenerse independientes el Ducado de Saboya en el Piamonte — de donde surgiera la “casa de Saboya” como familia dinástica italiana — y la República de Venecia; en tanto que otras ciudades, como Génova bajo el gobierno de Andrea Doria, gozaron de cierta autonomía bajo el protectorado español, y Florencia y los Estados Pontificios atravesaban una época turbulenta bajo la influencia de la familia de los Borgia.
En el siglo XVII, la historia política italiana estuvo pautada por las contiendas entre las dinastías monárquicas europeas de los Borbones y los Habsburgo. En el año 1700, al fallecimiento del Rey Carlos II de España sin dejar hijos, fue reconocido como sucesor Felipe de Borbón, nieto del Rey Luis XVI de Francia; lo cual no fue aceptado por la dinastía austríaca de los Habsburgo.
Las guerras consiguientes — en que los Habsburgo tuvieron como aliados a Inglaterra y Holanda — envolvieron de inmediato el territorio italiano, de donde el Imperio Austríaco procuró desplazar a los borbones franco-españoles. El Duque de Saboya, Víctor Manuel I, consideró oportuno aliarse con los austríacos a fin de eliminar el dominio borbón que circundaba el Piamonte y obstaba a sus objetivos de expansión. La guerra terminó con la derrota de los borbones, y el Tratado de Utrech de 1713, en el cual Víctor Manuel asumió el título de Rey, y recibió los territorios de Sicilia quedando Nápoles bajo el poder austríaco, aunque fueron desalojados por los borbones en 1734.
A pesar de la continuidad de las rivalidades dinásticas, la situación política en Italia se estabilizó relativamente luego de la Paz de Aquisgrán de 1748; a partir de la cual aunque el territorio italiano siguió dividido entre varios estados, los respectivos gobiernos lograron cierta consolidación.
Producida la Revolución Francesa y las ulteriores campañas militares de Napoléon Bonaparte, gran parte del territorio italiano, aliado con el Imperio Austríaco, quedó bajo el dominio francés; hasta la derrota final del Imperio Napoleónico en la batalla de Waterloo. Una vez más el comienzo del ciclo histórico moderno, en este caso de Italia, tiene su punto de partida en los procesos cumplidos a partir del año 1815 y del Congreso de Viena.
Durante el trascurso de las guerras napoleónicas, gran parte del territorio italiano pasó alternativamente del dominio francés al dominio austríaco. En la batalla de Marengo, el 14 de junio de 1800, los ejércitos napoleónicos finalmente se impusieron. Los sucesos de la guerra tuvieron una enorme influencia en los Estados italianos; donde surgió un movimiento republicano fuertemente apoyado por los franceses.
A fines de 1801, en el Congreso de Lyon convocado por Napoléon, fue creada en Italia la República Cisalpina, regida por una Constitución muy similar a la de la República Francesa. Como su Presidente, fue elegido Napoléon Bonaparte; pero, cuando en 1804 éste se transformó en Emperador de los Franceses, asumió el título de Rey de Italia. Nuevas guerras sostenidas con el Imperio Austríaco llevaron a Napoléon a desalojarlos del territorio veneciano en 1805; a despojar de su trono al Rey de Nápoles poniendo en su lugar a su hermano José Bonaparte en 1806, y a declarar en 1809 extinguido el poder temporal del Papado, integrando los Estados Pontificios al Imperio Francés. De este modo, de hecho Italia quedó políticamente unificada bajo el dominio directo o indirecto de Napoléon; todo el norte y los Estados Pontificios como parte integrante de Francia.
Derrotado Napoléon, en el Congreso de Viena se determinó una nueva organización política del territorio italiano, siguiendo el criterio general de que debían restablecerse los gobiernos considerados legítimos y usurpados por la Revolución. Como consecuencia, el Véneto (la zona de influencia de Venecia) y la Lombardía, comprendiendo las ciudades de Milán, Venecia y Verona, y los antiguos ducados de Módena, Toscana y Parma, quedaron en poder de Austria; Génova pasó a integrar el Piamonte como parte del Reino de Cerdeña; se restablecieron los Estados Pontificios así como lo Ducados de Módena, de Parma y de Toscana (Florencia); y la mitad sur de la península formó con la isla de Sicilia el Reino de las Dos Sicilias, centrado en Nápoles.
Aunque de breve duración, la dominación francesa produjo un enorme impacto en Italia. Además de haber establecido por primera vez una Constitución republicana, impuso la vigencia del Código Napoléon, el cual consagraba principios fundamentales en materia de Derecho Civil; estableciendo de tal manera los principios modernos del Derecho tanto público como privado. Había impuesto además, por primer vez, una Administración pública unificada y moderna que de hecho superó y eliminó las rivalidades pueblerinas, empujado la modernización económica mediante un gran impulso en las obras públicas.
Precisamente por constituir un dominio extranjero, en esas condiciones la población desarrolló un alto sentido de cohesión nacional suscitándose el sentimiento nacionalista italiano, al mismo tiempo que surgió un impulso de realización hacia el progreso en el plano económico. El quietismo casi feudal de los gobiernos dinásticos familiares de los ducados y los señoríos tradicionales, dejó su lugar al surgimiento de un impulso creador y empresarial que, en lo sucesivo, pasó a ser la característica del norte italiano.
En tales condiciones, la restauración de la división política impuesta por el Congreso de Viena resultó absolutamente indeseable para los integrantes más descatados de la sociedad italiana. Apareció entonces un fenómeno peculiar, el surgimiento de sociedades secretas cuyo elemento esencial era la aspiración a la unidad italiana, de las cuales la más importante fue la llamada secta de los carbonarios, que tuvo muchos integrantes entre los militares italianos.
Los militares nacionalistas que formaban parte del ejército del Reino de las Dos Sicilias, se alzaron en 1820 contra la autoridad absoluta del Rey Fernando de Borbón, quien tuvo que conceder una Constitución que establecía un Parlamento.
Pero los monarcas de Austria, Prusia y Rusia habían para entonces resuelto constituir la Santa Alianza, reuniendo fuerzas para asegurar la permanencia de las decisiones adoptadas en el Congreso de Viena, ante los impulsos constitucionalistas surgidos en numerosas partes de Europa; de modo que en el Congreso de Laibach se decidió proveer al Rey Fernando el auxilio militar necesario para extinguir la revolución napolitana. Un ejército austríaco derrotó a los revolucionarios en la batalla de Rieti, el 7 de marzo de 1821, y el día 23 restablecieron al Rey Fernando en el gobierno absoluto de su reino.
El 11 de marzo, ignorando lo ocurrido en Rieti, otro alzamiento estalló en el Piamonte, donde fue izada la bandera italiana tricolor en Alejandría y dos días más tarde en Turín. Pero ante el triunfo austríaco en Nápoles los constitucionalistas piamonteses quedaron aislados, fueron derrotados por las tropas realistas, y debieron huir del país.
De todos modos, el impulso constitucionalista y unificador de Italia no se redujo. En París se había establecido un Comité constitucionalista; con el cual numerosos italianos hicieron contacto y organizaron levantamientos en los Ducados de Módena y Parma. En los Estados Pontificios, se constituyó en Bolonia un congreso de diputados que el 26 de febrero de 1831 declararon decaído el poder del Papa y constituyeron una federación de las provincias italianas. Nuevamente las tropas austríacas restablecieron en su gobierno a los duques de Módena y Parma, y en la batalla de Rímini derrotaron a los constitucionalistas bolonienses.
Entre los constitucionalistas nacionalistas italianos, se destacó prontamente Guiseppe Mazzini, quien refugiado en Marsella fundó una nueva sociedad secreta, llamada Italia Joven; e inició una campaña de propaganda, editando un periódico del mismo nombre, que logró penetrar en toda Italia. Las insurrecciones continuaron surgiendo en diversos estados italianos; lo que, siguiendo el ejemplo del nuevo Papa Pío IX, llevó a que en varios de ellos se introdujeran algunas reformas liberalizadoras. La popularidad que logró el Papa fue muy amplia; pero ello originó nuevos enfrentamientos en el Reino de las Dos Sicilias, cuyo Rey Fernando II persistía en un completo absolutismo. La agitación política cundió por toda Italia, afectando al Piamonte, la Lombardía, la Toscana y finalmente al Véneto donde el 22 de marzo de 1848 se proclamó la república en la Plaza de San Marcos de Venecia.
La situación se transformó rapidamente en una guerra italiana contra los austríacos. Aunque a disgusto, los gobernantes de los Ducados, el Papa y hasta el Rey de Nápoles, terminaron aportando fuerzas al Ejército del Piamonte, trabados con los austríacos en la guerra de 1848 por el dominio de los territorios venecianos. La guerra se prolongó en 1849 — luego de un breve armisticio tras el cual los piamonteses parcialmente derrotados volvieron al ataque. En los Estados Pontificios, tras la huída del Papa, se había proclamado la República el 6 de febrero de 1849, instalándose en el gobierno un triunvirato dominado por Mazzini. La causa de la unidad nacionalista italiana se encontró entonces frente a la cuestión de si esa unidad debiera ser bajo la forma republicana o monárquica; lo cual determinó nuevamente la intervención extranjera, convocada por el Papa que solicitó a Austria, Francia y España que restablecieran su dominio político en Roma.
El ejército francés restableció al Papa en Roma, el 3 de julio de 1849; y Venecia finalmente capituló ante los austríacos el 22 de agosto. En el Piamonte, la derrota de la batalla de Novara llevó al Rey Carlos Alberto a abdicar en favor de su hijo Víctor Manuel II, quien se mantuvo en el trono; pero sostuvo el estatuto constitucional.
La última etapa del extenso proceso de la unidad política italiana, comenzó entonces con los nombramientos como Ministros del gobierno del Rey Víctor Manuel II, de Massimo d’Azeglio primeramente, y en particular del Conde Camilo di Cavour; lo cuales llevaron a cabo un proyecto de Estado italiano de orientación liberal, bajo la forma institucional de la monarquía a cargo de la Casa de Saboya.
Bajo esos gobiernos, el Reino del Piamonte recibió un nuevo impulso de modernización económica, construyéndose redes ferroviarias y telegráficas, separando la organización política del gobierno de la eclesiástica, y consolidando el sentimiento de la nación italiana. Turín se convirtió así en la capital de Italia, donde confluyeron antiguos republicanos como Giuseppe Garibaldi, que pasó a apoyar a la Casa de Saboya; y numerosos emigrados de otras regiones peninsulares.
El avance notorio de la política piamontesa hacia la unidad italiana, originó aún, en 1859 otra guerra con Austria, que gobernaba los territorios italianos del Véneto. En ella, los piamonteses — aliados con Francia y con Inglaterra desde 1855 con motivo de la Guerra de Crimea contra Rusia, a impulso de la diplomacia de Cavour — derrotaron a los austríacos en la batalla de Magenta, el 4 de junio de 1859, ocupando Milán cuatro días después. Los ejércitos comandados por Garibaldi, unidos a los franceses, volvieron a derrotarlos el 2 de junio en la batalla de Solferino, lo que les dejaba abierto el camino a Venecia. Napoléon III, sin embargo, fundamental aliado de los piamonteses, optó por celebrar con Austria el Tratado de Paz de Zurich, por el cual se constituyó una federación italiana integrada con los Estados Pontificios y el Véneto aún bajo gobierno austríaco. Por otra parte, habiendo abandonado sus territorios los duques de Toscana, de Parma y de Módena, Napoléon III aceptó su incorporación al reino del Piamonte, a cambio de recibir Francia la Saboya y Niza.
El 4 de abril de 1860 murió Fernando II el Rey de las Dos Sicilias; lo cual marcó el comienzo de un levantamiento liberal. Un grupo de nacionalistas italianos, simulando apropiarse de unos buques, zarparon desde Génova con 1.200 voluntarios, en auxilio de los sicilianos, en la llamada “expedición de los mil”, al mando de Garibaldi. Lograron derrotar a las tropas borbónicas y entrar en la ciudad de Palermo el 27 de mayo. Derrotado finalmente Francisco II se refugió en los Estados Pontificios; y Garibaldi saludó a Vittorio Emmanuelle II como Rey de Italia. Pero todavía quedaba fueran de ese reino nada menos que el territorio romano.
Temporalmente retirado en la isla de Caprera, incorporar a Italia la que debía necesariamente ser su capital - Roma y sus territorios aledaños - se convirtió en objetivo esencial de Garibaldi, al grito de “O Roma, o morte”. Un primer intento de tomarla por su cuenta, en 1862, le fue impedido por el propio gobierno italiano, ante la advertencia de su aliado de que Francia respaldaba al Papa. Lo intentó nuevamente en 1867, logrando esta vez derrotar al ejército Papal; pero lo franceses lo vencieron en la batalla de Mentana. Solamente cuanto en 1870 fue derribado en Francia el Imperio de Napoléon III, las tropas italianas invadieron los Estados Pontificios y ocuparon Roma el 20 de setiembre; dando cima así a la dilatada obra de la unificación política del Estado italiano.
Proceso previo al ascenso de Mussolini
Italia había participado en la Primer Guerra Mundial en el bando de los Aliados, junto a Inglaterra, Francia y los Estados Unidos de América.
Inicialmente declarada neutral, las acciones bélicas italianas en la guerra se habían concentrado esencialmente contra el Imperio Austro-Húngaro, procurando recuperar el territorio que Italia consideraba “irredento” de la zona limítrofe del Imperio con el Véneto, en la costa norte del Adriático, el Trentino, el Brennero y la Venezia Giulia. Inicialmente contenidos por los austro-húngaros en la batalla de Caporetto, a fines de 1917; finalmente los italianos se impusieron en la batalla de Vittorio Véneto en octubre de 1918.
Las condiciones establecidas en el Tratado de Paz de Versailles, no resultaron satisfactorias para el gobierno italiano. La disolución del Imperio Austro-Húngaro, si bien significó adjudicar a Italia los territorios que consideraban dentro de sus fronteras naturales, en la zona de los Alpes — El Trentino y la Venezia Giulia — asignó al nuevo Estado de Yugoeslavia, constituído en base a la antigua Serbia que fue considerada aliada de las potencias triunfadoras, los territorios adriáticos del Fiume y Dalmacia; en que una parte importante de la población era de origen italiano.
Esos territorios no habían sido reivindicados por Italia en el pacto celebrado en Londres en 1915 que precedió a su entrada en la guerra; y aunque el Presidente Wilson de los EE.UU. apoyó las pretensiones italianas, los serbios objetaron fuertemente que se les adjudicara la Dalmacia. En setiembre de 1919, un contingente militar regular italiano, comandado por el célebre literato Gabriele d’Annunzio, ocupó la ciudad de Fiume; pero el gobierno italiano entabló negociaciones que condujeron al Tratado de Rapallo, en que se convino en asignar a Trieste la condición de Estado independiente.
Luego de establecido el nuevo mapa de Europa siguiente a la Primer Guerra Mundial, el proceso político europeo entró en una fase de suma agitación e inestabilidad. El retiro de los Estados Unidos a su tradicional aislacionismo, al negar el Senado norteamericano la ratificación del Tratado de creación de la Sociedad de las Naciones, dificultó su funcionamiento.
La Revolución soviética en Rusia, y los consiguientes movimientos de agitación política internacional impulsados desde la U.R.S.S., como la fundación de la Internacional Comunista, produjo un gran incremento de los movimientos ideológicos marxistas; y el surgimiento abierto de organizaciones que postulaban la toma violenta del poder, para implantar “la dictadura del proletariado”. De otra forma, en Francia, el surgimiento de los llamados “Frentes populares” fue una táctica electoral de los socialistas y marxistas de unirse para obtener el poder por vía electoral; apuntando a que, al igual que ocurriera en la U.R.S.S., finalmente los comunistas se hicieran por el poder absoluto.
La destrucción causada por la guerra, generó en la Europa de post-guerra una situación en que buena parte de su población afrontaba condiciones económicas muy difíciles de sobrellevar; lo cual trajo aparejado el consiguiente descontento político. A ello se unieron factores de decepción nacionalista, derivados de la derrota en Alemania, como de la insatisfacción por lo obtenido en la guerra en Italia.
La radicalización de las posiciones políticas de grandes masas de población determinó que, al lado de las agitaciones invocadamente revolucionarias de tendencia socialista y marxista, surgieran corrientes en que se mezclaron los impulsos nacionalistas con convicciones religiosas — que el marxismo despreciaba — y con afirmaciones de la necesidad de que el Estado adquiriera un poder suficiente para controlar los desórdenes sociales.
Al mismo tiempo, un sistema de gobierno parlamentarista, que hacía depender la estabilidad del Poder Ejecutivo de un permanente respaldo parlamentario, unido a la creciente fragmentación de los partidos fundada principalmente en las ambiciones políticas personalistas y el cálculo electoralista, se tradujo en una permanente inestabilidad institucional. Los gobiernos generalmente duraban poco tiempo, a causa de las permanentes variaciones en las alianzas parlamentarias de que dependían; de modo que de hecho resultaba imposible establecer un programa de gobierno de cierto aliento y llevarlo a cabo. Naturalmente, ello produjo un gran desprestigio de las instituciones políticas parlamentarias; y especialmente de los dirigentes partidarios.
En ese clima, surgió en Italia el Partido Fascista; un nuevo partido político, en el cual Benito Mussolini apareció como caudillo; cuya prédica no se caracterizaba por sustentar propuestas racionales muy concretas en cuanto a orientaciones de gobierno, sino por invocaciones generales y emocionales, hacia el nacionalismo y la postulación del engrandecimiento de la nación italiana.
Benito Mussolini
Benito Mussolini había nacido el 29 de julio de 1883, en la localidad de Dovia di Predappio, en la provincia de Forli. Cursó estudios para calificarse como maestro de escuela primaria, título que obtuvo en 1902. Su padre, de oficio herrero, había adherido al movimiento socialista; por lo que Mussolini ingresó de muy joven al Partido Socialista Italiano.
Con la finalidad de eludir el servicio militar escapó a Suiza en 1902; de donde retornó en 1904 ejerciendo su profesión de maestro. En 1909 se trasladó a la ciudad de Trento, desempeñándose como periodista en un semanario de tendencia socialista, llamado “L'avvenire del Lavoratore” (El futuro del trabajador). Luego retornó a Forli, capital de su provincia natal, se casó con Rachele Guidi en 1910 — matrimonio del cual nacieron 5 hijos — y se dedicó de lleno a la agitación política de índole revolucionaria de orientación marxista, fundando un nuevo semanario denominado “Lotta di Classe” (Lucha de clases).
En 1911 encabezó una asonada política en Emilia Romania, en protesta contra la guerra Ítalo-Turca por la posesión de Libia — que Italia invadiría años después bajo su gobierno — lo que le valió ser encarcelado durante cinco meses.
Su carrera política lo llevó a Milán, destacándose como uno de los principales militantes del sector más radicalmente revolucionario del socialismo. Nombrado director del diario “Avanti!” (Adelante!), desde ese diario Mussolini acompañó inicialmente la política neutralista de los socialistas, que en la inminencia de lo que sería la Primer Guerra Mundial, la consideraban un conflicto “inter-imperialista”.
La orientación política de Mussolini cambió sin embargo, cuando abandonó su apoyo al neutralismo y pasó a defender la intervención de Italia en la guerra, del lado de los Aliados. Eso le valió ser destituído de su puesto de director de “Avanti!” y ser expulsado del Partido Socialista Italiano. Entonces, en octubre de 1914, fundó en Milán un nuevo diario, “Il Popolo d'Italia” (El pueblo de Italia) de orientación nacionalista y pro—aliada. Cuando en mayo de 1915 Italia declaró la guerra a los Imperios Centrales, Mussolini se enroló como voluntario en octubre de 1915; siendo herido en combate en febrero de 1917.
Luego de la guerra, Mussolini fundó en Milán en 1919 un pequeño movimiento político, las Fascii Italiani de tendencia fuertemente nacionalista, tradicionalista, antiliberal y anticomunista, que postulaba el engrandecimiento italiano e idealizaba como fundamento de ello las realizaciones del antiguo Imperio Romano. El 23 de marzo de 1919, en un edificio de la Piazza Santo Sepolcro de Milán, se creó a impulso de Mussolini, como una organización nacional italiana de los “fasci de combatimento” (la palabra fasci, que en italiano es un plural, significa “haces”), en que quedaron confederadas las numerosas asociaciones de ex-combatientes que se crearon en Italia luego de la Primer Guerra Mundial. Por tal motivo, tomaron como símbolo los fasci que en Roma antigua portaban los lictores, funcionarios que respaldaban con la fuerza pública la autoridad ejecutiva de los pretores; que eran un haz de varas del cual sobresalía el largo mango de un hacha. De ello derivó el nombre de fascismo que distinguió a su movimiento.
Ascenso de Mussolini al Gobierno
El Partido Nacional-Fascista fue fundado el 7 de noviembre de 1921. Siguiendo en buena medida las prácticas de los “militantes” y los “cuadros” aplicadas por las organizaciones políticas marxistas — inspiradas en las concepciones de acción política postuladas por Lenin y Trotsky en la Rusia prerrevolucionaria — el nuevo Partido Fascista italiano estableció una fuerza de milicianos, las Milicias Voluntarias para la Seguridad Nacional, inicialmente destinada a servir de fuerza de “protección” y “seguridad” de sus líderes y de sus reuniones partidarias.
A menudo integrada por ex-soldados veteranos de los ejércitos de la Gran Guerra, esta fuerza de milicianos adoptó un uniforme cuasi-militar, el cual incluía guarniciones y calzado de cuero negro similar al de los soldados, y una camisa de color negro que les dió su nombre: los “camisas negras”, o también “camisas pardas”.
En un medio de gran agitación política y social, donde los grupos de orientación socialista, comunista o directamente anarquista, producían frecuentes alteraciones del orden frente a la inoperancia del Gobierno para restablecerlo; las unidades paramilitares del Partido Fascista frecuentemente se trababan en combate con las organizaciones similares de agitadores sindicales de tendencia comunista.
Estructurados según el esquema militar de las antiguas legiones romanas a partir de la “escuadra” como unidad básica, los camisas negras comenzaron a desfilar en formación militar por las calles de las ciudades, o circular por ellas montados en camiones para dirigirse a las concentraciones políticas; haciendo ominosas demostraciones de poder que a menudo comprendían la abierta ostentación de cachiporras y aún de armas de fuego.
El régimen fascista italiano (1922 - 1945)
Desde un punto de vista político, el Partido Fascista fue adquiriendo creciente peso electoral. Presentándose como un partido directamente opuesto a las tendencias que promovían el desorden social y al desprestigiado sistema parlamentario que no lograba impedirlo, logró atraer la adhesión de vastos sectores de la sociedad; como los campesinos y los sectores empresarios, tanto artesanales y comerciales como industriales. Por un lado, se presentaba como portavoz de la unidad italiana y de la modernización y engrandecimiento de la Nación; por otro lado, captaba la adhesión de los trabajadores apoyando la legislación por la limitación a 8 horas de la jornada laboral (que era una iniciativa impulsada a nivel internacional por todas las concepciones políticas), y lograba el apoyo del sector militar en cuanto reclutaba numerosos veteranos de la guerra y propiciaba la acción directa.
En las elecciones parlamentarias de 1921 Mussolini consiguió ser electo Diputado. A partir de allí apoyándose en la acción directa de sus milicias y en las movilizaciones de masas que promovía, el Partido Nacional Fascista logró incidir en las actividades del gobierno, reclamando persistentemente el nombramiento de su líder, Mussolini, en calidad de Jefe del Gobierno.
El 28 de octubre de 1922 — menos de un año después de la fundación del partido fascista — Mussolini realizó una gran demostración de fuerza política, mediante la realización de una gran manifestación pública llamada “la marcha sobre Roma” en la cual los fascistas, que contaban con indudable apoyo entre la población italiana — que rechazaba la agitación revolucionaria de las organizaciones políticas procomunistas que invocaban a la U.R.S.S. como modelo — movilizaron una enorme multitud que convergió sobre Roma desde toda la península italiana. Al día siguiente, el 29 de octubre de 1922, el Rey Víctor Manuel III nombró a Mussolini como Jefe del Gobierno. Se confiaba en que un gobierno fuertemente ejecutivo, pondría fin al ambiente de grave alteración del orden público existente.
Inicialmente, el régimen fascista no se presentó con los caracteres totalitarios que terminaría por asumir. Estrictamente, el fascismo no se fundaba en una ideología estructurada y sistémica, por lo cual sus rasgos políticos totalitarios fueron esencialmente resultantes de la praxis política; a la cual se adicionaron ulteriormente algunos desarrollos ideológicos.
Incorporado al gobierno a través de un “golpe de mano” populista, el Partido Fascista no contaba con una fuerza parlamentaria decisiva. Sin embargo, antes de las elecciones generales de 1924, un Parlamento en que había solamente 35 diputados fascistas, aprobó — en base a conferir al Gobierno un respaldo parlamentario que proveyera estabilidad política — por una mayoría de 308 contra 107 votos, una nueva ley electoral que asignaba al partido que lograra 35% de los votos, la mayoría absoluta de los dos tercios de miembros del Parlamento; quedando el resto a distribuirse proporcionalmente entre los restantes partidos. En base a esta ley, el Partido Fascista, que obtuvo una indudable mayoría con 5 millones de votos en la elección de 1924, dispuso de 355 bancas parlamentarias, quedando 150 para los restantes partidos que totalizaron 2,5 millones de votos.
Las instituciones constitucionales propias de un sistema representativo, de monarquía parlamentaria como el que regía en Italia, fueron formalmente mantenidas. Pero en la práctica la mayoría parlamentaria era totalmente obsecuente al Gobierno, y aún así los legisladores disidentes debieron enfrentar la intimación y amenazas, en algunos casos plenamente concretadas en los hechos.
En diciembre de 1922 Mussolini creó el Gran Consejo Fascista, órgano totalmente sometido a su voluntad, que pretendía reunir la representación de todo el sistema político; el cual fue institucionalizado en 1928.
La ineficiencia atribuída al desprestigiado sistema de gobierno parlamentario y al sistema de partidos políticos como instrumento electoral, determinó el surgimiento de una doctrina de representación de los diversos componentes de la sociedad en los órganos de gobierno, a partir de sus actividades e intereses económicos, el sistema corporativo.
Se sustentaba que el pluralismo democrático y la existencia de diversos partidos políticos sólo servía para fomentar el divisionismo y debilitar a la sociedad y al Estado; y que el engrandecimiento de la Nación no podía admitir disidencias políticas sino una gran unanimidad nacional expresada en el Partido Fascista. Los diversos sectores que componen la sociedad eran los de la producción y el trabajo; y en consecuencia, ellos debían ser los que designaran de su seno a los gobernantes.
Como consecuencia, el pluralismo partidario fue eliminado, estableciéndose en 1927 un sistema de partido único — obviamente el Partido Fascista — al mismo tiempo que un sistema de “gobierno directo”, invocado como una forma superior de “democracia”, determinaba que la ciudadanía expresara sus decisiones sobre aquellas cuestiones sobre las que se considerara pertinente requerirlo, mediante plebiscitos en que obviamente se votaría por SI o por NO a las propuestas consultadas.
El Rey continuó ocupando el trono; pero mientras por una parte el Senado que nombraba el Rey fue despojado de todas sus atribuciones, por otro lado el Gabinete ministerial se tornó igualmente inoperante al asumir Mussolini todos los Ministerios. Asimismo, el Parlamento delegó en el Gobierno la potestad de sustituir las Leyes por Decretos, eliminando así las principales garantías liberales de los derechos y libertades individuales, civiles y políticas.
Si bien la Cámara de Diputados fue mantenida hasta su final desaparición por ley del 14 de diciembre de 1934, ya en 1928 se modificó de una manera fundamental el procedimiento de su integración. El sistema corporativo — que estableció el encuadramiento universal de trabajadores y de todos los agentes económicos en sindicatos y organizaciones de colegios profesionales — asignó a los sindicatos designar 800 candidatos a las bancas parlamentarias; a los que se adicionaban 200 designados por los colegios profesionales. Entre los 1.000 candidatos, el Gran Consejo Fascista procedía a seleccionar 400, cuya designación se sometía a plebiscito. A partir de 1939, la Cámara de Diputados fue sustituída por una “Cámara de los Fascios y Corporaciones”, órgano de facultades puramente consultivas integrado por la reunión del Gran Consejo Fascista y del Consejo de las Corporaciones; respectivamente órganos directivos del Partido Fascista y de las Corporaciones económicas.
Correlativamente, la concepción corporativa determinó la estructuración de todos los agentes productivos en un sistema de colegios profesionales, que encuadraba a la totalidad de los trabajadores dependientes en lo que se ha denominado sindicatos verticales; eliminando la libertad y pluralidad de la sindicalización voluntaria y el derecho de huelga; y estableciendo organizaciones de afiliación obligatoria, sea por rama de actividad o por distribución regional, culminadas en una central nacional. Por su parte, también las empresas debieron incorporarse en organizaciones similares, con una paralela estructuración jeráquica encabezada por una central nacional.
El sistema apuntaba a reglamentar todos los temas relativos a las condiciones de trabajo y producción en forma sumamente detallada y estricta, creando una vasta trama de convenios colectivos de trabajo, surgidos de las deliberaciones conjuntas de los sindicatos de trabajadores y de empresas, que la ley hacía obligatorios para todas las organizaciones productivas comprendidas en su ámbito.
Se desarrolló concomitantemente una gran exaltación personal de Mussolini; el cual asumió en 1924 el título de Il Duce rememorando la figura del Gran Dux de la República Veneciana, y del cual por todos los medios se realizaba una permanerte propaganda laudatoria. El encuadramiento político de los ciudadanos por su afiliación al Partido fué de hecho obligatorio; así como se crearon organizaciones juveniles y aún infantiles con fines de adoctrinamiento político, en que todos debían participar.
Caracteres del régimen fascista
En realidad, el fascismo italiano no surgió a partir de una concepción ideológica — es decir, de una doctrina sistemática de carácter político, económico o social — sino como un movimiento esencialmente político cuyo contenido inicial parece mucho más crítico que sustantivo. Sus concepciones políticas se presentan inicialmente más como referidas a aquello a lo que se opone, que a lo que postula.
Desde ese punto de vista, el fascismo resulta ser un movimiento esencialmente antiliberal, antiparlamentario y antimarxista; a pesar de que, aún en un análisis primario son sumamente evidentes las equivalencias entre el régimen y la ideología fascista y los regímenes marxistas que han existido historicamente.
La obtención del gobierno, y la consiguiente necesidad de adoptar en él un curso de acción, ha llevado a que con posterioridad surgieran esfuerzos de estructuración intelectual de una doctrina fascista; procurando revestir sus acciones con una justificación racional sistemática. Acción que, paradojalmente, fue cumplida ulteriormente por expositores mayormente no italianos; tales como Sorel, Nietzche, y Wilfredo Pareto.
La ideología fascista se centralizó en la exaltación del poder del Estado, y su intervención profunda, absoluta y total, en todos los aspectos de la vida económica, cultural, educativa y por supuesto política de la sociedad; exigiendo una total sumisión de todos sus componentes a una disciplina de índole colectiva en la cual desaparece el individuo como valor ético y como centro de la estructura política. El Estado, es concebido como valor y poder supremo, que tiene la misión de concretar en realidad el ideal fascista, centrado en un modelo humano volcado a un accionar exclusivamente orientado al servicio de los superiores objetivos de grandeza del Estado, para lo cual todo sacrificio debe ser hecho por los individuos. Esto es la esencia del principio transpersonalista típico de la concepción totalitaria.
Como consecuencia de ello, los rasgos típicos del fascismo como régimen de gobierno, pueden enunciarse más que nada a partir del análisis de sus realidades políticas e institucionales; al mismo tiempo que en gran medida ellos se corresponden con aquellos elementos que generalmente se enuncian como distintivos de los regímenes de gobierno totalitario en general. No resulta muy plausible sostener que en realidad el fascismo realizó una suerte de invención de esos elementos; sino que, por el contrario, ellos resultan ser la consecuencia natural de las concepciones políticas básicas que sustentara, y de allí la tan visible coincidencia con los rasgos de los sistemas totalitarios de origen marxista, en cuanto a pesar de presentarse ambos como directamente contrapuestos, en realidad tienen una concepción política absolutamente afín.
Por lo tanto, los rasgos políticos e institucionales del fascismo italiano guardan un alto grado de correspondencia con los que se asignan en forma genérica a los sistema de gobierno totalitarios:
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El carácter antiliberal se resume en la concepción totalitaria del Estado, conforme a la cual asume todos los poderes y atribuciones; en tanto que en la concepción liberal las personas gozan primariamente de libertad y a ellas les corresponde dar vida a todas las manifestaciones de la vida de la sociedad (principalmente en el ámbito económico, productivo y cultural), mientras que el Estado es considerado una organización cuyos poderes están estrictamente limitados a los que le han sido expresamente otorgados por la Constitución, y sus acciones han de ser en todo caso subsidiarias de aquellas que las personas que componen la sociedad no puedan cumplir, y que resulte indispensable realizar.
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El carácter antiparlamentario se expresa en el repudio de la representación electoral en base a partidos políticos plurales, sustituídos por un partido único; cuya finalidad primordial es encuadrar a los ciudadanos en forma rígida, impidiendo toda posibilidad de disidencia. Esto conduce, naturalmente, a la supresión de la libertad política y de la diversidad de partidos políticos de integración libre y voluntaria; y a su sustitución por un partido único o en todo caso absolutamente predominante, que genera la nominación de todos los funcionarios de los diversos cargos de gobierno. De modo que, aunque formalmente puedan subsistir eventualmente algunos otros partidos, su existencia es totalmente inoperante; ya que aunque puedan existir procesos electorales formales, en definitiva no hacen sino convalidar lo ya elegido dentro del partido oficial, y generalmente por mayorías abrumadoras.
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El carácter corporativo, que pretende sustituir la representatividad en la integración de los órganos del Estado de las diversas y plurales concepciones políticas expresadas en los diversos partidos y corrientes de opinión — que se ven eliminadas en favor de una concepción única sustentada oficialmente por el Estado a través del partido también único — por una emanación de las organizaciones corporativas, que reproducen la estructura de las unidades productivas e económicas sistematizadas por sus diversas ramas de actividad y una red jerarquizada hasta culminar en una gran organización nacional, en la cual quedan encuadrados absolutamente todos los individuos; y reguladas de manera rígida todas sus condiciones de actividad productiva.
Política interna e internacional del régimen fascista
La gestión interna del gobierno fascista se caracterizó por un gran impulso de modernización, fomentando el desarrollo de las grandes obras públicas y de las industrias de tecnología avanzada, especialmente en las ramas eléctrica y metalmecánica; lo cual constituye el origen de la actual capacidad industrial de Italia. En las ciudades se construyeron numerosos nucleos de habitaciones colectivas; así como grandes urbanizaciones de las cuales la más célebre fue la UR de Roma.
La estructura del sistema económico se fundamentó en el derecho de propiedad y en la libertad de empresa; si bien surgieron numerosos servicios estatales con cometidos de política social. No obstante, el intervencionismo económico del Estado fue intenso, constituyéndose “entes” estatales para financiar grandes proyectos productivos, algunos de los cuales han perdurado hasta la actualidad.
Se impulsó un programa de desarrollo de la fuerza militar, la cual debería sustentar una política de expansión territorial y neocolonialista. La primer manifestación de esa política la constituyó la frustrada tentativa de invasión de la isla griega de Corfú. Posteriormente, ante la inoperante condena de la Sociedad de Naciones, en octubre de 1935 las tropas italianas se apoderaron de Abisinia; cuya entrada en la capital Addis Abeba el 5 de mayo de 1936, representó el apogeo de la popularidad de Mussolini. Invadidos otros territorios en el norte de África, Mussolini instaló en mayo de 1936 lo que se llamó El África Oriental Italiana, asignándole al Rey Víctor Manuel III el título de Emperador.
Luego de establecido en Alemania el régimen nazi del III Reich, se produjo un acercamiento diplomático que originó el célebre “Eje” Berlín-Roma. Hitler visitó Roma en mayo de 1939, para sellar la alianza germano-italiana mediante el llamado Pacto de Acero entre ambos Estados, en una jornada que fue extraordinariamente descripta en su enfoque doméstico en la película “Una giornata particolare” (Una jornada particular), interpretada por Sofía Loren y Marcelo Mastroiani.
En febrero de 1929 Mussolini culminó las negociaciones realizadas con el Papado, mediante los Pactos de Letrán, que pusieron término a las disidencias territoriales que habían enfrentado a la Iglesia y al reino de Italia desde 1870. Mediante estos pactos, la Iglesia se constituyó como un nuevo Estado Vaticano, cuya delimitación territorial, situada dentro de Roma, es la actual Ciudad del Vaticano.
La política exterior de Mussolini lo llevó a apoyar militarmente al “alzamiento” español encabezado por el General Francisco Franco, y a intervenir directamente en la Guerra Civil española de 1936; donde los aviones de caza italianos se enfrentaron con los aviones rusos al servicio del gobierno español republicano. Asimismo, lo involucró en la Segunda Guerra Mundial en la cual, habiendo invadido los territorios balcánicos costeros del mar Adriático con desafortunados resultados militares, determinó la intervención de los ejércitos alemanes; y en cierto modo marcó el comienzo de la reversión del resultado de la guerra, como un factor, entre otros, determinante del fracaso de la campaña alemana en la U.R.S.S. por el debilitamiento que ello ocasionó en las fuerzas alemanas asignadas a dicho frente.
Finalmente, en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno italiano de Mussolini se convirtió en un verdadero protectorado alemán; los ejércitos alemanes invadieron y de hecho ocuparon Italia para resistir la invasión de las fuerzas aliadas en el frente del Mediterráneo. Hacia el final de los combates de la Segunda Guerra Mundial en Italia, Mussolini fue apresado por un grupo de guerrilleros, que le dieron muerte.
El régimen fascista se extinguió en Italia a causa de su derrota en la guerra; y fue suplantado por una nueva Constitución democrática respaldada por los Aliados, que en 1944 estableció la República Italiana.
Proyección histórica del fascismo italiano
El fascismo surgido en Italia como movimiento político y luego como régimen de gobierno y concepción del Estado, resultó ser la primera manifestación histórica de un prototipo que en breve plazo fue tomado como modelo por otros partidos y otros Estados; llegando a constituirse en el fenómeno político más característico de la Europa del período previo a la Segunda Guerra Mundial, y que tuvo indudable importancia como factor que por lo menos incidió de manera muy importante en el desencadenamiento de esa guerra.
Muchos prominentes historiadores analizan su presencia en el siglo XX como un proceso de decaimiento de la concepción liberal del Estado surgida de la confluencia del pensamiento enciclopedista, de la Revolución Norteamericana y sus concepciones constitucionales, de la Revolución Francesa y toda su doctrina política, y de la evolución del pensamiento jurídico y político que les siguieron.
Es indudable que como expresión del totalitarismo político en las turbulentas condiciones históricas imperantes entre las dos guerras mundiales — esencialmente pautadas por el fenómeno que representaba el establecimiento de la U.R.S.S. y su política de expansión internacional de la ideología comunista — el fascismo italiano representó la implantación cronológicamente inicial de este tipo de gobierno; y el primer foco de desarrollo de una concepción ideológica alternativa, frente a una situación de grave desprestigio de los sistemas democráticos y parlamentarios en la mayor parte de los Estados europeos.
Sin embargo, una más amplia perspectiva histórica, evidencia que en tanto los peores rasgos institucionales del fascismo han caducado definitivamente desde el final de la Segunda Guerra Mundial; buena parte de sus concepciones sociales y económicas sobreviven paradójicamente en las doctrinas y las prácticas de aquellas corrientes políticas que proclaman ser sus más enfáticos oponentes; en especial en la estructura corporativa del sistema productivo y en el apego a un profundo intervencionismo estatal, lo que en buena medida justifica y fundamenta su estudio y el detenido conocimiento de su verdadera índole.
A partir del progresivo establecimiento del Estado fascista en Italia, pero muy especialmente luego del acontecimiento catastrófico que constituyó la Gran Depresión de 1929, lo que ya estaba firmemente delineado como un nuevo modelo de Estado y de Gobierno tuvo indudable influencia — de modo muy especial — en las concepciones del movimiento nazi, que concluyó con la implantación en Alemania del III Reich, y toda la secuela de acontecimientos que finalmente desembocaron en la II Guerra Mundial.
En tiempos contemporáneos con la existencia del régimen fascista en Italia, su modelo político totalitario y corporativista influyó en procesos políticos tales como el movimiento belga del rexismo, la llamada “Guardia de Hierro” rumana, el régimen corporativista portugués de Oliveira Salazar, y en buena medida en el falangismo español especialmente expuesto por su principal teórico político, José Antonio Primo de Rivera.
En el proceso histórico español, el Gral. Miguel Primo de Rivera, que estableció un régimen autoritario dentro de la República Española en 1923, tuvo un indudable referente en el sistema fascista italiano. Los ulteriores sucesos políticos en la República Española, que desembocaron en el alzamiento del 18 de julio de 1936 encabezado por el Gral. Francisco Franco y en el desencadenamiento de la Guerra Civil, y que dieron lugar a una abierta intervención extranjera en dicha guerra tanto por parte de la U.R.S.S. como del III Reich, condujeron también a una intensa colaboración económica y militar, con el envío de equipos y tropas, por parte del régimen de Mussolini.
Pero, además de ello, después de extinguido el régimen fascista italiano muchas de sus concepciones principales o de sus instrumentos de acción política fueron adoptadas por otros movimientos en la propia Europa y fuera de ella. En general, el fascismo italiano, como el nazismo alemán y algunas de sus derivaciones europeas, caducaron con el final de la II Guerra Mundial.
Sin embargo, no solamente subsistieron algunos otros regímenes que al menos en algunos momentos tuvieron caracteres coincidentes. También persistieron en América del Sur regímenes políticos que tenían un claro origen ideológico o táctico en el fascismo italiano; algunos de los cuales establecieron en los países en que imperaron ciertos caracteres — especialmente el corporativismo sindical y el culto a líderes carismáticos, incluso luego de su muerte, exaltados y sacralizados al nivel de próceres — que en gran medida todavía perduran y constituyen factores muy negativamente influyentes en su desenvolvimiento político y social.
Por otra parte, el enfrentamiento ideológico fundamental que el fascismo representó con el marxismo y sus corrientes ideológicas afines, condujo a que muy frecuentemente los impulsores de estas últimas que actúan en los países de estructura liberal, recurren a etiquetar como “fascismo” y “fascistas”, con fines de desprestigio y descalificación, a personas y organizaciones opuestas a su concepción. A pesar de que, por lo general, sustenten concepciones liberales y autenticamente democráticas, y por tanto absolutamente discrepantes con las del fascismo y sus derivaciones; y de que estas últimas guardan gran afinidad con las estructuras totalitarias y transpersonalistas adoptadas por los Estados y gobiernos de inclinación filomarxista.
De tal manera, el conocimiento de lo que verdaderamente ha sido el fascismo historicamente; y de cuáles fueron sus concepciones, sus medidas políticas e institucionales y sus caracteres distintivos, así como de cuál ha sido su proyección ideológica y sus repercusiones en nuestros tiempos resulta esencial; sobre todo para quienes por razones de edad no convivieron con los tiempos de la II Guerra Mundial, ni con la gran contienda ideológica de la llamada Guerra Fría. Esto es así por cuanto a pesar de la proclamada finalización de esa etapa histórica, tiene plena actualidad la cuestión central de si la Humanidad — y muchos países en particular — logrará ingresar a una etapa en que finalmente imperen los principios del Estado liberal; o si, al amparo de la demagogia y de la incultura política de las masas, volverán a producirse las mismas involuciones políticas que representaron los Estados totalitarios del período de entre las dos Guerras Mundiales, incluyendo en ellos a la Unión Soviética.
Al término de la I Guerra Mundial, todo parecía indicar que el mundo se encaminaría a un nuevo ordenamiento en el cual — a partir del Pacto de la Sociedad de las Naciones y su postulado de que los países renunciaban a la guerra como instrumento de política internacional — imperarían los valores de la civilización política liberal:
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El principio de libertad, que reconoce a las personas un conjunto de derechos inviolables, especialmente frente al Estado; entre los cuales la libertad de opinar, de reunirse, de asociarse, de emprender actividades económicas de carácter lucrativo, de tener y conservar propiedad y de transmitirla a sus sucesores.
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El principio del Estado de Derecho, conforme al cual todos los órganos del Estado solamente pueden efectuar las actividades la la Ley les autorice expresamente; y deben hacerlo respetando los derechos individuales y para los fines para los que les fueron adjudicadas.
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El carácter representativo, electivo y temporario de todos los que ocupen los cargos de gobierno; y el respecto a la legitimidad de la autoridad así establecida y de sus decisiones.
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El respeto a la razón como determinante del funcionamiento de los sistemas políticos y sociales, para la definición de las decisiones estatales, a la seguridad personal fundada en el cumplimiento de las Leyes y los contratos, y de la permanente búsqueda del perfeccionamiento humano a través de la educación y del desarrollo científico, y de sus aplicaciones.
Al término de la I Guerra Mundial, no solamente en la inmensa mayoría de los Estados imperaban Constituciones basadas en la existencia de asambleas parlamentarias representativas y en el respeto a los derechos individuales y las garantías judiciales; sino que el pensamiento político tenía esos conceptos como valiosos y como los únicos aceptables; con la excepción de algunos sectores cuyo tradicionalismo iba en decadencia, y otros que postulaban una concepción revolucionaria considerada a la vez utópica y demagógica.
A pesar de ello, es evidente que en las sociedades nacionales en que llegaron a implantarse los Estados fascistas y en general totalitarios, existieron condiciones que condujeron a ello; y que tales regímenes tuvieron en algunos extensos períodos un importante apoyo de sus sociedades. Y el mundo se precipitó en la II Guerra Mundial.
Un elemento que no debe ni puede perderse de vista, es que en definitiva, tanto en Italia como en Alemania los regímenes fascista y nazi alcanzaron inicialmente el poder, no como consecuencia de un golpe de Estado o de una revuelta contra las autoridades legítimas; sino que lo hicieron siguiendo las formalidades constitucionales, en base a un innegable alto grado de respaldo político entre sus poblaciones. Y del mismo modo, es innegable que al menos durante la primera época de sus gobiernos, esos sistemas movilizaron grandes multitudes — incluso considerando los sistemas organizados desde el Estado para ese fin.
Los pueblos no debieran desaprovechar la enseñanza histórica que deja el proceso que condujo al establecimiento del fascismo en Italia, así como en general al empuje alcanzaron las concepciones totalitarias y a las consecuencias que de ello derivaron — ni, sobre todo, muchos aspectos de su actual sobrevivencia, a pesar de los imponderables costos en vidas y recursos que demandó su desaparición en los Estados en que imperaron. Por ello, debe ser objetiva y plenamente transmitida a las nuevas generaciones.
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domingo, 28 de septiembre de 2008
lunes, 22 de septiembre de 2008
Fundación de Roma
Fundación de Roma
Los orígenes remotos de la ciudad de Roma, se pierden en la leyenda; siendo seguramente anteriores al año 754 a.C. en que ulteriormente las autoridades romanas fecharon su fundación.
Del mismo modo, siendo improbable que su fundación haya surgido de una acción explícita y deliberada, las tradiciones romanas posteriores adornaron su surgimiento con diversas leyendas, recogidas especialmente por el historiador romano Tito Livio, que vinculan el origen de Roma a un linaje de dioses y héroes.
Roma y la loba del Capitolio
Según la leyenda de los orígenes de Roma, un hijo del héroe troyano Eneas, (hijo de Marte, el dios de la guerra y de una princesa latina), Ascanio, había fundado sobre la orilla derecha del río Tíber la ciudad de Alba Longa; ciudad latina sobre la cual reinaron numerosos de sus descendientes, hasta llegar a Numitor y su hermano Amulio. Este último destronó a Numitor; y para evitar que tuviera descendencia que pudiera disputarle el trono, condenó a su hija Rea Silvia a permanecer virgen como vestal, sacerdotisa de la diosa Vesta.
Sin embargo, Marte, el dios de la guerra, engendró en Rea Silvia a los mellizos Remo y Rómulo. Por ese motivo, al nacer los mellizos fueron arrojados al Tíber dentro de una canasta, la cual encalló en la zona de las siete colinas situadas cerca de la desembocadura del Tiber en el mar; siendo recogidos por una loba que se acercó a beber, y que los amamantó en su guarida del Monte Palatino, hasta que fueron hallados y rescatados por un pastor cuya mujer los crió.
Cuando fueron mayores, los mellizos restituyeron a Numitor en el trono de Alba Longa, y decidieron fundar, como colonia de Alba Longa, una ciudad en la ribera derecha del Tíber, en donde habían sido amamantados por la loba; y ser sus Reyes.
Cerca de la desembocadura del Tíber existían las siete colinas: los montes Capitolio, Quirinal, Viminal, Aventino, Palatino, Esquilino y Celio. Rómulo y Remo discutieron acerca del lugar donde fundar la ciudad; y resolvieron la cuestión consultando el vuelo de las aves, a la usanza etrusca. Mientras sobre el Palatino Rómulo divisó doce buitres volando, su hermano en otra de las colinas sólo vió seis. Entonces, Rómulo, con un arado trazó un recuadro en lo alto del monte Palatino, delimitando la nueva ciudad, y juró que mataría a quien lo traspasara. Despechado, su hermano Remo cruzó despectivamente la línea, ante lo cual su hermano le dió muerte, quedando entonces como el único y primer Rey de Roma. Según la versión de la historia oficial de Roma antigua, eso había ocurrido en el año 754 a.C.
Se considera que los mellizos fueron agregados a la escultura
varios siglos después. La imagen de la llamada loba capitolina - en referencia al otro Monte cercano, el Capitolio - amamantando a los mellizos, es el símbolo de la ciudad de Roma. Se trata de una escultura en bronce, que se considera de origen etrusco, datada alrededor del año 470 a.C., que se conserva en el Museo Capitolino de Roma; y a la cual Dante alude en su “Divina Comedia”.
En el monte Capitolio se encuentra lo que se considera el centro de la moderna ciudad de Roma, donde está el monumento al Rey Vittorio Emmanuele (llamado popularmente “Il Vittorino“); y alberga la Piazza del Campidoglio (campo de olivos), a la cual se llega por una escalera muy peculiar, obra de Miguel Angel y donde se encuentra la estatua ecuestre del Emperador filósofo de la Roma antigua, Marco Aurelio.
Sobre la colina del Quirinal, se encuentra actualmente el palacio sede del Gobierno italiano, conocido como Palacio del Quirinal.
Otra leyenda ligada a la fundación de Roma, es la del rapto de las sabinas. Según ella, los primeros pobladores de Roma deseaban casarse con unas jóvenes de la tribu de los Sabinos, que habitaban sobre la cercana colina del Quirinal; pero sus padres se opusieron. Remo invitó a las familias sabinas a una fiesta religiosa en Roma, en cuya oportunidad las jóvenes sabinas fueron raptadas; lo que determinó a los sabinos a desafiar a los romanos a una guerra, que no pudo llevarse a cabo porque las sabinas se interpusieron entre ambos bandos.
En los hechos, las colinas cercanas a la desembocadura del Tíber habrían contado con diversas aldeas latinas desde bastante tiempo antes de la época en que la leyenda ubica la fundación de Roma; las cuales probablemente terminaron creciendo hasta integrarse en una única ciudad. Hacia el siglo VII a.C., la expansión etrusca en la zona del Lacio las colocó bajo una dominación no demasiado opresiva, lo cual queda de manifiesto por la presencia de los reges etruscos, pero que impulsó el predominio de las costumbres, la cultura y la economía de los etruscos.
A pesar de que conforme a la leyenda Roma habría sido fundada como una colonia de la latina Alba Longa, la originaria población latina fue integrada rapidamente con muchas personas de origen etrusco; lo que llevó a que rapidamente se haya convertido en una importante plaza industrial y comercial cuyo trazado, arquitectura, monumentos y otros elementos, tuvieran afinidad con la cultura etrusca.
La época de los reges y la expansión romana en el Lacio.
Siguiendo el modelo de todas las primitivas ciudades itálicas, la forma política inicial en la Roma antigua, fue la de una república de base aristocrática, gobernada por un rex vitalicio, pero electivo. La tradición le adjudica haber tenido siete, los cuatro primeros latinos, y los tres últimos etruscos: Rómulo, Numa Pompilio, Tulo Hostilio, Anco Marcio, Tarquino el Antiguo, Servio Tulio y Tarquino el Soberbio.
Bajo los reinados de Tulio Hostilio y de Anco Marcio los romanos conquistaron su ciudad madre de Alba, y fundaron la ciudad-puerto de Ostia en la desembocadura del Tíber; que actualmente continúa siendo la puerta marítima de Roma.
La conquista de Alba también fue presentada bajo la forma de una leyenda, conforme a la cual, en vez de ir a la guerra, los pobladores de Roma y de Alba decidieron que la rivalidad entre ambas ciudades fuera resuelta mediante un combate entre tres guerreros por cada bando. Por Alba pelearon tres hermanos llamados los Curiacios, y por Roma otros tres hermanos llamados los Horacios. Los Curiacios dieron muerte a dos de los Horacios; pero el tercero, simulando huir, logró separarlos y matarlos uno a uno. Lo cierto es que la ciudad de Alba fue arrasada totalmente por los romanos, que incorporaron a sus habitantes como ciudadanos de Roma.
Bajo el régimen de los reges Roma alcanzó un importante desarrollo. Habitada por campesinos latinos que cultivaban tierras en sus proximidades, pronto fueron asimilados e integrados en la ciudad los pueblos vecinos, principalmente sabinos; y seguramente la población latina originaria quedó posteriormente bajo la hegemonía de etruscos a consecuencia de su expansión en el centro de la península italiana; los cuales aportaron otras actividades, especialmente en la industria y la artesanía, y en el comercio y la navegación, así como costumbres más refinadas.
La incorporación de esos habitantes influyó de manera muy importante en la propia fisonomía de la ciudad; que comenzó a tener casas de mejores materiales y con mayores comodidades y decoraciones. Sin embargo, mientras los nuevos pobladores cumplían actividades cada vez más intensas y productivas en el comercio a través del puerto o del mercado, y prosperaban los talleres en que se trabajaban el hierro y el cobre, o las maderas, los originales habitantes latinos de la nobleza terrateniente, continuaban apegados a sus actividades agrícolas; aunque seguramente participaban del auge económico vendiendo sus productos a precios crecientes.
Durante los reinados de sus tres últimos reges, que fueron de origen etrusco, Roma consolidó su dominio sobre la zona del Lacio. Luego que Roma hubiera ido abarcando las colinas cercanas, ocupando el Capitolio donde se construyeron los principales templos, y el Quirinal que habitaran los sabinos, el rex Servio Tulio rodeó todo el territorio de las colinas con una muralla de piedra, dando origen a que Roma fuera designada como “la ciudad de las siete colinas”.
El período etrusco de Roma se destacó además por la realización de grandes obras públicas, especialmente la construcción de la cloaca máxima, que drenando los pantanos existentes en los valles situados entre las colinas, permitió rellenarlos y hacerlos habitables. También en esta época fueron construídos numerosos templos en la zona del monte Capitolio, cercano al valle que más tarde sería la sede del Foro romano cuyas ruinas se encuentran actualmente a sus pies.
De cualquier manera, con el paso del tiempo se fue acentuando la influencia política y económica de los “extranjeros”, sobre todo etruscos; suscitándose un creciente antagonismo con los patricios latinos.
Según las crónicas de historiadores antiguos, como Dionisio de Halicarnaso y Tito Livio, cuando su muerte puso fin al reinado de Anco Marcio, fue elegido como su sucesor un etrusco que había alcanzado gran prestigio y éxito, que asumió su reinado con el nombre de Tarquino el Soberbio. Según las mismas crónicas, Tarquino impulsó la conquista romana de las comarcas del Lacio; con lo cual incorporó un territorio de importante riqueza, convirtiéndose Roma en un gran centro comercial de industrial, incluso en el comercio marítimo ya que sus naves transportaban mercaderías a Córcega, Sicilia, e inclusive Cartago y a las ciudades de Grecia. Aunque en realidad, el reinado de Tarquino el Soberbio transcurrió seguramente en forma contemporánea con la declinación del poder etrusco; de donde resultó el surgimiento de la influencia romana en los territorios antes dominados por ellos.
Ello aportó a Roma grandes riquezas. Los reges comenzaron a emplear en sus actividades costumbres de gran ceremonial; en Roma se levantaron palacios y se ejecutaron importantes obras públicas. El área comprendida entre los montes Palatino y Capitolio, en que se habían instalado preferentemente los etruscos, se convirtió en un gran centro de comercio e industria.
Hacia los fines del siglo VI a.C., la dominación etrusca sobre Roma comenzó a declinar, como consecuencia del debilitamiento del poder etrusco a causa de los ataques e invasiones de los pueblos de la galia cisalpina en el valle del Pó.
Según la leyenda, no obstante la expansión que Tarquino el Soberbio aportó a Roma, su gobierno despertó gran descontento entre las familias patricias de la ciudad, cuya influencia política ignoró. Hacia el año 509 a.C., un episodio originado en la pretensión amorosa de un hijo de Tarquino contra Lucrecia — una mujer casada que por tal motivo se suicidó frente a su esposo — desencadenó una revuelta que culminó con la expulsión de Tarquino y la modificación del sistema de gobierno de la ciudad. En vez de un rex vitalicio, los romanos decidieron nombrar dos magistrados de gobierno, los cónsules, y otorgarles autoridad temporal, solamente por un año.
Lo cierto es que, probablemente a consecuencia del debilitamiento del poder etrusco, en el 509 a.C. los jefes de las gens latinas de Roma lograron expulsar la dinastía etrusca; y establecieron lo que se denomina como la república patricia.
Estructura social, política y religiosa de Roma antigua.
La estructura social y política de la ciudad romana a partir de la época de los reges, estaba compuesta por una reunión de gens (la unidad social inmediatamente superior a la tribu), cuyos jefes integraban un Senado que dirigía el nombramiento del rex; el cual a su vez procedía a designar los integrantes del Senado cuando surgía una vacante.
Cada una de las gentes estaba encabezada por una familia de antiguo origen latino, en torno a la cual se agrupaban numerosas otras familias más recientes, todas las cuales se consideraban ligadas por los lazos de provenir de un antepasado común, lo que implicaba una comunidad de religión familiar; y se colocaban bajo la protección de la gens, que asumía el nombre de quien se consideraba el primero de sus ancestros, el pater.
Las gentes conformaban el grupo de los patricios (aquellos que descienden de un mismo pater); únicos a los cuales estaba permitido rendir culto a Júpiter, cuyo jefe integraba el Senado, y entre cuyos miembros el rex escogía los funcionarios del Estado.
El fundador del linaje de la gens era un personaje tradicional, tenido como un héroe, al que se designaba como el genio; cuyo nombre se integraba al nombre de las personas. En Roma, cada persona tenía un nombre compuesto de tres términos, como Cayo Julio César: el primero era su nombre personal individual, el segundo el de la gens a que pertenecía, y el tercero el de su familia directa.
Además de los miembros patricios o nobles de la gens, ésta se integraba con los clientes; quienes dependían de los patricios aunque tenían la condición de hombres libres, estaban bajo su protección, y tenían la obligación de servirles, acompañarlos a la guerra y prestarles obediencia, a cambio de lo cual los nobles debían proveer a su subsistencia y defenderlos. De tal manera, el poderío y prestigio de cada familia noble estaba en función de la mayor cantidad de clientes con que contara.
Desde un punto de vista jurídico, los nobles y sus clientes integraban el populus romano como ciudadanos; es decir, poseían el derecho a tener bienes, y a contraer matrimonio, engendrando en consecuencia hijos legítimos que les sucedieran y heredaran esos bienes y derechos.
La estructura de las gentes perduró en Roma mucho más allá de la época de los reges, existiendo algunas muy importantes - como la gens Julia - de la cual salieron grandes personajes de la historia romana.
Los pobladores provenientes de los territorios conquistados no integraban el patriciado, sino que constituían la plebe o plebs; carecían de derechos jurídicos, no podían tener patrimonio, no podían rendir el culto religioso exclusivo de las gentes, y quedaban obviamente excluídos de todo derecho político dentro del sistema institucional de la civitas romana.
Esta situación, característica de la inicial organización de la sociedad romana en la época de los reges, fue evolucionando en el transcurso de los cinco siglos de la República; dando lugar a la aparición de nuevas instituciones y funcionarios del Estado, que poco a poco fueron permitiendo a los miembros de la plebe ingresar en algunos elementos propios de la civitas o ciudadanía romana.
La autoridad política en que residía la suma del poder constitucional del Estado romano, como representante del populus era el Senatus o Senado. Por tal motivo, tradicionalmente las leyes romanas eran encabezadas con las letras S.P.Q.R., iniciales de “Senatus populus que romanus”, expresión latina traducible por “El Senado y el pueblo romano”. El término senatus alude a la edad avanzada, la senectud, de sus integrantes.
El Senado estaba integrado en forma vitalicia por los jefes de las familias patricias, alrededor de 300, por lo cual era la máxima expresión, a la vez, del poder político y económico de la aristocracia de Roma.
En el Senado se discutían todos los asuntos importantes para el Estado romano; y de hecho era el que gobernaba, ya que si bien las leyes debían se aprobadas por los comicios éstos solamente podían aceptar o rechazar lo que proponía el Senado; y su influencia sobre los cónsules era manifiesta.
En los hechos, todas las grandes cuestiones y decisiones de la historia de Roma, fueron tratadas y resueltas por el Senado; de manera que los grandes lineamientos de la política romana fueron determinados generalmente por el patriciado.
Cuando el régimen constitucional de los reges fue sustituído en la república patricia por el de los cónsules, estos funcionarios recibieron el mismo grado de autoridad suprema que aquellos tenían: el “imperium”, aunque delimitado por la duración anual de su mandato y por el hecho de ser compartido entre los dos magistrados.
En principio, la idea de asignar igual autoridad en las mismas materias a dos magistrados no parece que fuera acertada; ya que la exigencia de que ambos coincidieran facilmente resultaría en una inoperancia no compatible con los intereses de gobierno del Estado, ni tampoco la posibilidad de que cualquiera de ellos dejara sin efecto lo que el otro decidiera. Los cónsules ejercían autoridad fundamentalmente en materia judicial y militar; con lo cual, en los hechos, normalmente actuaban cada uno por su lado, de manera que la potestad de cada cónsul de oponerse a lo resuelto por el otro raramente era ejercida.
Las dificultades inherentes al régimen constitucional romano para obtener un desempeño adecuado de sus magistraturas, se resolvían acudiendo a la institución de la dictadura. El dictator era designado en sustitución de los magistrados normales, cuando así resultaba necesario para afrontar circunstancias extraordinarias que significaban un peligro para la supervivencia del Estado. Las autoridades normales quedaban en suspenso, y el dictador ejercía temporariamente la suma de los poderes del Estado; determinando una especie de restablecimiento de la autoridad monárquica con carácter extraordinario y delimitado generalmente en el plazo de seis meses.
Desde los inicios de la organización de las instituciones de gobierno en Roma, la fuente última de legitimidad de sus magistraturas residía en las asambleas llamadas comicios.
Inicialmente, existieron los comicios curiados. Estaban integrados exclusivamente por los patricios; únicos que, por revestir la titularidad de la civitas, ser ciudadanos, tenían derecho a intervenir en la resolución de los asuntos de la ciudad y del Estado.
La totalidad de los integrantes de la ciudad — los ciudadanos — se organizaba en 30 curias; que eran en sí mismas unidades de votación, es decir que primero debía alcanzarse una decisión dentro de cada curia, y luego se computaban los 30 votos del conjunto de las curias. Tradicionalmente, los comicios curiados eran los electores del rex, los que aprobaban las leyes propuestas por los magistrados, los que declaraban la guerra, y los que actuaban como tribunal de justicia en los casos más trascendentales.
Las curias eran una circunscripción militar, a la vez que territorial. Cada curia debía proveer al ejércido 100 soldados de infantería y 10 a caballo. El ejército se componía, en consecuencia, de 3000 soldados infantes y 300 caballeros, organizados en legiones; a partir del cual Roma comenzó su prolongada historia de acciones guerreras.
De acuerdo con los preceptos religiosos, los comicios curiados solamente podían reunirse en los dias fastos señalados por los cónsules, cuando los augures determinaban que podrían inaugurarse.
Los comicios centuriados surgieron a consecuencia del proceso constitucional que llevó a la caída de los reges; para cuando la participación de la plebe en el ejército había llevado a que constituyera una asamblea en que participaban tanto patricios como plebeyos. Su nombre derivó, consecuentemente, de que el ejército se componía de centurias, a cada una de las cuales se asignó un voto.
La crónica histórica romana atribuyó el establecimiento de los comicios centuriados a reformas efectuadas por el sucesor de Tarquino el antiguo, Servio Tulio en las instituciones políticas de la constitución de Roma; pero lo más probable es que hayan sido resultado de un proceso evolutivo bastante extenso.
Los comicios centuriados — que no estaban condicionados a reunirse conforme a los preceptos religiosos — paulatinamente asumieron las atribuciones más acordes con su integración militar; especialmente lo relativo a la guerra y la paz, y a la aprobación de leyes de importancia para el Estado; en tanto que los comicios curiados fueron quedando solamente a cargo de los temas de índole religiosa.
En la época de Servio Tulio se introdujo en los comicios centuriados una reforma, estableciendo el llamado voto censitario; mediante el cual el número de votos se ajustaba según la riqueza. De modo que a partir de ello - y durante alrededor de 700 años - los comicios curiados, que constituían el fundamento de la legitimidad de las autoridades romanas, fueron dominados por los económicamente más dotados.
La reforma se hizo extensiva también al sistema de reclutamiento del ejército. En contrapartida de su mayor influencia en los comicios, quienes contaban con más medios económicos debieron prestar servicios más extensos en las legiones del ejército; así como pagar más impuestos para sustentarlo. Los carentes de recursos fueron eximidos del servicio militar, como de los tributos fiscales.
La reforma de Servio Tulio apuntó a debilitar el poder político de la antigua nobleza formada por el patriciado de origen latino y agrícola, otorgando preeminencia a los nuevos pobladores de origen “extranjero”, mayoritariamente comerciantes e industriales de origen etrusco; pero al mismo tiempo excluía a los plebeyos no pudientes de toda incidencia en las decisiones de los comicios centuriados.
La estructura social y religiosa del patriciado romano se basaba en la jerarquía familiar absoluta del pater familias, investido de la autoridad de la patria potestas. En base a ella, ejercía una autoridad ilimitada sobre su esposa, hijos, demás descendientes y clientes, que le debían total obediencia; al punto que podía juzgar su conducta y castigarlos hasta con la esclavitud o la muerte.
Además de una unidad económica — puesto que el pater familias disponía de todo el patrimonio familiar a su exclusivo arbitrio — la familia romana era igualmente una unidad religiosa, fundada en el culto a los antepasados, los manes. El fuego sagrado que simbolizaba la tradición religiosa familiar, debía arder permanentemente en el altar de los dioses donde se ofrendaba el pan y el vino durante los cultos domésticos.
Adicionalmente a los manes, la familia romana rendía culto a los lares y a los penates; espíritus guardianes de los campos cultivados y de las despensas.
La religión doméstica era la que determinaba el vínculo familiar, haciendo que la mujer al casarse debiera abandonar la de su familia, para adoptar la de la familia de su marido, dejando de pertenecer a la familia de sus padres y hermanos.
Aparte de las religiones familiares y de las gentes, exisía la religión oficial del Estado romano, que era común para todos los ciudadanos. Era una religión politeísta y antropomórfica, en cuanto contaba con diversos dioses a los que se asignaba forma humana.
La religión originaria de los pueblos itálicos era sumamente primitiva; por lo cual, además de la importante influencia etrusca, la religión romana recibió una gran influencia griega por medio del contacto con la civilización de las ciudades de la Magna Grecia; dando lugar a la adaptación de sus mitos y leyendas.
Los dioses romanos más importantes eran:
• Júpiter — el equivalente romano del Zeus griego, que siendo dios del cielo, del aire y del trueno, ocupaba en nivel superior entre todos los dioses.
• Juno — esposa de Júpiter con quien compartía el reinado sobre los dioses; equivalente por tanto a la Hera de los griegos.
• Marte — dios de la guerra que, según la leyenda romana, había sido el padre de los mellizos Rómulo y Remo; por lo cual se le consideraba protector de la ciudad y origen de las virtudes guerreras y viriles de los romanos.
• Vesta — diosa del hogar ciudadano, y por tanto protectora del espíritu tradicional de las familias, por lo cual cada familia tenía en su casa un santuario de Vesta con un fuego sagrado siempre encendido (de donde proviene, precisamente, la palabra “hogar”). Seis sacerdotizas vírgenes tenían a su cargo preservar el culto de Vesta y conservar en su templo principal el fuego siempre encendido. Estas sacerdotisas eran elegidas entre las hijas de las familias romanas más ilustres, debiendo servir como tales durante 30 años en que debían guardar castidad; por cuanto de violar ese voto o descuidar el fuego sagrado, eran condenadas a ser enterradas vivas.
• Juno — dios que tenía la facultad de conocer tanto el pasado como el porvenir, por lo cual era representado con una cabeza de dos caras; guardián de las puertas de la ciudad y de aquellas de las casas de los romanos. En su templo las puertas se abrían en tiempo de guerra y se cerraban en tiempo de paz, a causa de una leyenda conforme a la cual el dios podría salir del templo que habitaba si era necesario para proteger las puertas de la fortaleza romana. El nombre de Jano es origen de la designación del mes de Enero, en latín Januarium, trasuntado en muchos idiomas como en January y Janeiro; porque se le atribuía también ser el dios de todo lo que se iniciaba.
• Saturno — dios de la vegetación y de la agricultura al cual los campesinos rendían culto en unas fiestas anuales llamadas “saturnales”.
• Neptuno — dios de las aguas y el mar, representado portando un tridente con el cual pescar.
• Vulcano — dios del fuego.
• Plutón — dios de los dominios de los muertos.
• Mercurio — dios del comercio, representado con los pies sobre una rueda alada.
• Venus — diosa de la belleza femenina.
• Minerva — diosa de la inteligencia.
• Ceres — diosa de las cosechas.
La religiosidad de los romanos tenía importantes componentes de índole superticiosa, en su gran parte provenientes de la influencia etrusca; como la de practicar la adivinación mediante la búsqueda de indicios de la voluntad de los dioses.
Los procedimientos de adivinación se basaban en el examen de las vísceras de los animales sacrificados en el altar de los dioses, y en la interpretación del vuelo de las aves. Los especialistas en la adivinación mediante el estudio de las vísceras se denominaban arúspices; en tanto que los augures realizaban los “augurios” mediante la interpretación del vuelo de las aves.
A los arúspices correspondía lo relativo a los prodigios; hechos de producción excepcional como los terremotos y los desastres climáticos. Los augures se ocupaban preferentemente de escrutar el futuro en relación a los hechos políticos y especialmente militares, con particular referencia a los momentos previos a las grandes batallas; de manera que casi ninguna decisión importante de gobierno era tomada sin consultarlos previamente. Los augures determinaban los días fastus en los cuales las actividades públicas serían beneficiosas, y los días nec fastus en los cuales esas actividades quedaban interdictas.
El culto religioso se expresaba en ceremonias de ofrendas consistentes en presentar a los dioses alimentos u objetos valiosos; y también mediante las libaciones. El sacrificio de animales como cerdos, ovejas o toros, precedía al acto de la adivinación mediante el estudio de sus vísceras.
La dirección del ceremonial eligioso estaba a cargo de sacerdotes, que salvo en casos especiales como el de las vestales eran simples ciudadanos. Los sacerdotes se agrupaban en colegia, de los cuales el de los Pontífices, encabezado por el “Pontífice máximo”, tenía el cometido de velar por la conservación de la pureza de la religión.
La República consular.
Aunque no existen casi elementos documentales que permitan establecer con cierta objetividad el proceso que determinó la caída de la reyecía en la Roma primitiva; ocurrida aproximadamente hacia fines del siglo VI a.C., luego de haber conducido el surgimiento y la expansión de Roma durante un siglo y medio; cabe suponer que ello haya sido resultado del enfrentamiento político de la antigua nobleza patricia y agraria de origen latino, con los ascendientes sectores más modernos, de origen principalmente etrusco.
El régimen de los reges fue sustituído por la república de los Cónsules, igualmente electos en los comicios, pero cuyo mandato solamente duraba un año; pero aunque este sistema republicano rigió durante cinco siglos, hasta que Augusto inauguró el Imperio, su sistema constitucional tuvo un evolución marcada por numerosas reformas en gran medida resultantes de importantes luchas civiles.
La nueva República Consular romana, que aparentemente había sustituído un rex por dos cónsules, en realidad lo sustituyó por el Senado. En términos constitucionales modernos, se debilitó enormemente el “poder ejecutivo”, para otorgar la autoridad al Senado.
El Senado, integrado por los jefes de las antiguas gentes, era representativo de la oligarquía patricia. Pero se evidenció incapaz de gobernar eficazmente, y sobre todo, de defender la ciudad contra sus numerosos enemigos. La ciudad que los siete reges habían hecho crecer, expandirse y enriquecerse durante un siglo y medio, ya ni figuraba como centro económico de trascendencia en el área del mar Mediterráneo, medio siglo después de implantarse el consulado y el predominio senaturial.
El historiador romano Polibio, recogió el texto de un Tratado entre Roma y Cartago, suscrito en el primer año de la República Consular, por el cual Roma renunciaba a navegar y comerciar en todo el Mediterráneo oriental en beneficio de la colonia de origen fenicio; tan sólo a cambio del compromiso cartaginés de no interferir en la zona del Lacio. Un Tratado que evidenciaba la necesidad de Roma de renunciar a sus ambiciones de desarrollo marítimo, ante la urgencia de atender las rebeliones en sus territorios próximos, comprometiendo a los cartagineses a no intervenir. Aunque la Historia determinaría que llegado su momento, Roma volvería a ocuparse de Cartago.
Al debilitamiento político y militar de Roma, sucedió de inmediato una rebelión de los pueblos etruscos, que invirtió los términos del dominio, quedando Roma bajo el dominio etrusco durante algunos años; aunque a principios del siglo V a.C. Roma había recuperado su independencia.
La vida política en la Roma consular.
La República consular tuvo una vida política interna pautada por la oposición entre la oligarquía patricia de origen latino, y los llamados “plebeyos” — es decir, los que no pertenecían a las gentes tradicionales — mayoritariamente de origen etrusco. Ello fue agravándose a medida que se sucedían las guerras infructuosas.
Se formó una conjunción entre los plebeyos adinerados y los más desposeídos; sobre la base de postular leyes que aliviaran la situación de los deudores (que por las normas vigentes caían en la esclavitud) y para restablecer el poder político de los antiguos comicios, debilitados frente al Senado.
El poder de los plebeyos se incrementó a consecuencia de la reforma realizada en el año 495 a.C., determinando la división de la población de la ciudad en 21 tribus que debían percibir los impuestos de guerra y levantar las tropas. Los jefes de estas tribus adquirieron así un cierto poder político, lo que en el transcurso de algunos años les permitió imponer al patriciado la creación de nuevos magistrados, llamados tribunos de la plebe, originariamente 4 que en el año 471 a.C. fueron aumentados a 5.
La elección de los tribunos de la plebe era realizada por una asamblea distinta de los comicios curiados y de los comicios centuriados, los comicios por tribus o comicios tribados; donde no pesaba el voto censitario ni la necesidad de autorización ni de rituales religiosos para reunirse.
Esas modificaciones institucionales se vieron reforzadas progresivamente. Primero, se crearon otros magistrados llamados ediles, especie de asistentes de los tribunos. Luego, se otorgó a los tribunos un derecho de veto respecto de las decisiones del gobierno; y finalmente se les permitió proceder a la convocatoria de los comicios tribales toda vez que lo creyeran conveniente.
El decenvirato.
El continuo incremento de poder político de los plebeyos frente a los patricios romanos, permitió que en el año 462 a.C., el tribuno Terentilio Arsa propusiera una ley limitando los poderes de los cónsules; lo cual desató una grave crisis política que se prolongó por más de una década.
Como conclusión de los conflictos institucionales, finalmente se suprimieron todas las magistraturas y asambleas, y se estableció una especie de Consejo de diez magistrados, los decenviros; a los cuales que encargó a la vez ejercer el gobierno y preparar una nueva constitución.
Los primeros decenviros cumplieron su misión en un año; formulando lo que se conoce como la Ley de la X Tablas. Sin embargo, el espíritu componedor de su propuesta terminó por desagradar a todos los bandos; tanto por la eliminación de los poderes del patriciado como por la de las magistraturas plebeyas.
Se incorporaron entonces, en el año siguiente, 3 nuevos decenviros, originarios del sector plebeyo; lo cual llevó a los patricios, temerosos de perder posiciones, a aprobar leyes que adicionaron dos tablas más, prohibiendo los matrimonios entre patricios y plebeyos, originándose así la célebre Ley de las XII Tablas, que constituye un antecedente esencial del Derecho Romano.
Descontentos patricios y plebeyos con la labor de las decenviros, aunque persistiendo sus diferencias, acordaron abolir el decenvirato; aprovechando la circunstancia de la derrota de los 8 decenviros que comandaban a las legiones romanas en la guerra contra los sabinosy ecuos, en el año 449 a.C. Dando comienzo a una práctica que Roma volvería a presenciar, las legiones se sublevaron, marcharon sobre Roma y abolieron el decenvirato restableciendo la constitución anterior.
De todas maneras, la obra legislativa civil y penal realizada por el decenvirato perduró en Roma durante siglos; pasando a constituir el fundamento de su ordenamiento jurídico y social que constituye la esencia del legado de Roma a la civilización occidental.
Mientras los ataques externos se atenuaron y casi desaparecieron en la segunda mitad del siglo V a.C., las disidencias políticas internas siguieron pautando la historia de Roma.
En el 444 a.C., el tribuno Canuleyo propuso derogar la ley que prohibía el matrimonio entre patricios y plebeyos; al tiempo que otros reclamaban que los plebeyos también pudieran ser nombrados cónsules.
El patriciado, que dominaba en Senado, prestó aprobación a la lex canuleya, que por otra parte permitía a los patricios acceder a las riquezas de muchos plebeyos mediante el matrimonio. Se esperaba que esa concesión llevara a retirar la pretensión plebeya de acceder al consulado; pero no fue así. De modo que, en algunas oportunidades, el Senado permitió que en vez de dos cónsules se eligieran tres tribunos militares, investidos de consulari potestate (potestad consular); pero los plebeyos insistían en designarlos todos los años.
Finalmente, Roma debió atender los acuciantes problemas militares, al estallar una sucesión de guerras, que incluse llevaron a la destrucción de la ciudad; aunque culminaron en su total predominio sobre el territorio peninsular italiano.
Los orígenes remotos de la ciudad de Roma, se pierden en la leyenda; siendo seguramente anteriores al año 754 a.C. en que ulteriormente las autoridades romanas fecharon su fundación.
Del mismo modo, siendo improbable que su fundación haya surgido de una acción explícita y deliberada, las tradiciones romanas posteriores adornaron su surgimiento con diversas leyendas, recogidas especialmente por el historiador romano Tito Livio, que vinculan el origen de Roma a un linaje de dioses y héroes.
Roma y la loba del Capitolio
Según la leyenda de los orígenes de Roma, un hijo del héroe troyano Eneas, (hijo de Marte, el dios de la guerra y de una princesa latina), Ascanio, había fundado sobre la orilla derecha del río Tíber la ciudad de Alba Longa; ciudad latina sobre la cual reinaron numerosos de sus descendientes, hasta llegar a Numitor y su hermano Amulio. Este último destronó a Numitor; y para evitar que tuviera descendencia que pudiera disputarle el trono, condenó a su hija Rea Silvia a permanecer virgen como vestal, sacerdotisa de la diosa Vesta.
Sin embargo, Marte, el dios de la guerra, engendró en Rea Silvia a los mellizos Remo y Rómulo. Por ese motivo, al nacer los mellizos fueron arrojados al Tíber dentro de una canasta, la cual encalló en la zona de las siete colinas situadas cerca de la desembocadura del Tiber en el mar; siendo recogidos por una loba que se acercó a beber, y que los amamantó en su guarida del Monte Palatino, hasta que fueron hallados y rescatados por un pastor cuya mujer los crió.
Cuando fueron mayores, los mellizos restituyeron a Numitor en el trono de Alba Longa, y decidieron fundar, como colonia de Alba Longa, una ciudad en la ribera derecha del Tíber, en donde habían sido amamantados por la loba; y ser sus Reyes.
Cerca de la desembocadura del Tíber existían las siete colinas: los montes Capitolio, Quirinal, Viminal, Aventino, Palatino, Esquilino y Celio. Rómulo y Remo discutieron acerca del lugar donde fundar la ciudad; y resolvieron la cuestión consultando el vuelo de las aves, a la usanza etrusca. Mientras sobre el Palatino Rómulo divisó doce buitres volando, su hermano en otra de las colinas sólo vió seis. Entonces, Rómulo, con un arado trazó un recuadro en lo alto del monte Palatino, delimitando la nueva ciudad, y juró que mataría a quien lo traspasara. Despechado, su hermano Remo cruzó despectivamente la línea, ante lo cual su hermano le dió muerte, quedando entonces como el único y primer Rey de Roma. Según la versión de la historia oficial de Roma antigua, eso había ocurrido en el año 754 a.C.
Se considera que los mellizos fueron agregados a la escultura
varios siglos después. La imagen de la llamada loba capitolina - en referencia al otro Monte cercano, el Capitolio - amamantando a los mellizos, es el símbolo de la ciudad de Roma. Se trata de una escultura en bronce, que se considera de origen etrusco, datada alrededor del año 470 a.C., que se conserva en el Museo Capitolino de Roma; y a la cual Dante alude en su “Divina Comedia”.
En el monte Capitolio se encuentra lo que se considera el centro de la moderna ciudad de Roma, donde está el monumento al Rey Vittorio Emmanuele (llamado popularmente “Il Vittorino“); y alberga la Piazza del Campidoglio (campo de olivos), a la cual se llega por una escalera muy peculiar, obra de Miguel Angel y donde se encuentra la estatua ecuestre del Emperador filósofo de la Roma antigua, Marco Aurelio.
Sobre la colina del Quirinal, se encuentra actualmente el palacio sede del Gobierno italiano, conocido como Palacio del Quirinal.
Otra leyenda ligada a la fundación de Roma, es la del rapto de las sabinas. Según ella, los primeros pobladores de Roma deseaban casarse con unas jóvenes de la tribu de los Sabinos, que habitaban sobre la cercana colina del Quirinal; pero sus padres se opusieron. Remo invitó a las familias sabinas a una fiesta religiosa en Roma, en cuya oportunidad las jóvenes sabinas fueron raptadas; lo que determinó a los sabinos a desafiar a los romanos a una guerra, que no pudo llevarse a cabo porque las sabinas se interpusieron entre ambos bandos.
En los hechos, las colinas cercanas a la desembocadura del Tíber habrían contado con diversas aldeas latinas desde bastante tiempo antes de la época en que la leyenda ubica la fundación de Roma; las cuales probablemente terminaron creciendo hasta integrarse en una única ciudad. Hacia el siglo VII a.C., la expansión etrusca en la zona del Lacio las colocó bajo una dominación no demasiado opresiva, lo cual queda de manifiesto por la presencia de los reges etruscos, pero que impulsó el predominio de las costumbres, la cultura y la economía de los etruscos.
A pesar de que conforme a la leyenda Roma habría sido fundada como una colonia de la latina Alba Longa, la originaria población latina fue integrada rapidamente con muchas personas de origen etrusco; lo que llevó a que rapidamente se haya convertido en una importante plaza industrial y comercial cuyo trazado, arquitectura, monumentos y otros elementos, tuvieran afinidad con la cultura etrusca.
La época de los reges y la expansión romana en el Lacio.
Siguiendo el modelo de todas las primitivas ciudades itálicas, la forma política inicial en la Roma antigua, fue la de una república de base aristocrática, gobernada por un rex vitalicio, pero electivo. La tradición le adjudica haber tenido siete, los cuatro primeros latinos, y los tres últimos etruscos: Rómulo, Numa Pompilio, Tulo Hostilio, Anco Marcio, Tarquino el Antiguo, Servio Tulio y Tarquino el Soberbio.
Bajo los reinados de Tulio Hostilio y de Anco Marcio los romanos conquistaron su ciudad madre de Alba, y fundaron la ciudad-puerto de Ostia en la desembocadura del Tíber; que actualmente continúa siendo la puerta marítima de Roma.
La conquista de Alba también fue presentada bajo la forma de una leyenda, conforme a la cual, en vez de ir a la guerra, los pobladores de Roma y de Alba decidieron que la rivalidad entre ambas ciudades fuera resuelta mediante un combate entre tres guerreros por cada bando. Por Alba pelearon tres hermanos llamados los Curiacios, y por Roma otros tres hermanos llamados los Horacios. Los Curiacios dieron muerte a dos de los Horacios; pero el tercero, simulando huir, logró separarlos y matarlos uno a uno. Lo cierto es que la ciudad de Alba fue arrasada totalmente por los romanos, que incorporaron a sus habitantes como ciudadanos de Roma.
Bajo el régimen de los reges Roma alcanzó un importante desarrollo. Habitada por campesinos latinos que cultivaban tierras en sus proximidades, pronto fueron asimilados e integrados en la ciudad los pueblos vecinos, principalmente sabinos; y seguramente la población latina originaria quedó posteriormente bajo la hegemonía de etruscos a consecuencia de su expansión en el centro de la península italiana; los cuales aportaron otras actividades, especialmente en la industria y la artesanía, y en el comercio y la navegación, así como costumbres más refinadas.
La incorporación de esos habitantes influyó de manera muy importante en la propia fisonomía de la ciudad; que comenzó a tener casas de mejores materiales y con mayores comodidades y decoraciones. Sin embargo, mientras los nuevos pobladores cumplían actividades cada vez más intensas y productivas en el comercio a través del puerto o del mercado, y prosperaban los talleres en que se trabajaban el hierro y el cobre, o las maderas, los originales habitantes latinos de la nobleza terrateniente, continuaban apegados a sus actividades agrícolas; aunque seguramente participaban del auge económico vendiendo sus productos a precios crecientes.
Durante los reinados de sus tres últimos reges, que fueron de origen etrusco, Roma consolidó su dominio sobre la zona del Lacio. Luego que Roma hubiera ido abarcando las colinas cercanas, ocupando el Capitolio donde se construyeron los principales templos, y el Quirinal que habitaran los sabinos, el rex Servio Tulio rodeó todo el territorio de las colinas con una muralla de piedra, dando origen a que Roma fuera designada como “la ciudad de las siete colinas”.
El período etrusco de Roma se destacó además por la realización de grandes obras públicas, especialmente la construcción de la cloaca máxima, que drenando los pantanos existentes en los valles situados entre las colinas, permitió rellenarlos y hacerlos habitables. También en esta época fueron construídos numerosos templos en la zona del monte Capitolio, cercano al valle que más tarde sería la sede del Foro romano cuyas ruinas se encuentran actualmente a sus pies.
De cualquier manera, con el paso del tiempo se fue acentuando la influencia política y económica de los “extranjeros”, sobre todo etruscos; suscitándose un creciente antagonismo con los patricios latinos.
Según las crónicas de historiadores antiguos, como Dionisio de Halicarnaso y Tito Livio, cuando su muerte puso fin al reinado de Anco Marcio, fue elegido como su sucesor un etrusco que había alcanzado gran prestigio y éxito, que asumió su reinado con el nombre de Tarquino el Soberbio. Según las mismas crónicas, Tarquino impulsó la conquista romana de las comarcas del Lacio; con lo cual incorporó un territorio de importante riqueza, convirtiéndose Roma en un gran centro comercial de industrial, incluso en el comercio marítimo ya que sus naves transportaban mercaderías a Córcega, Sicilia, e inclusive Cartago y a las ciudades de Grecia. Aunque en realidad, el reinado de Tarquino el Soberbio transcurrió seguramente en forma contemporánea con la declinación del poder etrusco; de donde resultó el surgimiento de la influencia romana en los territorios antes dominados por ellos.
Ello aportó a Roma grandes riquezas. Los reges comenzaron a emplear en sus actividades costumbres de gran ceremonial; en Roma se levantaron palacios y se ejecutaron importantes obras públicas. El área comprendida entre los montes Palatino y Capitolio, en que se habían instalado preferentemente los etruscos, se convirtió en un gran centro de comercio e industria.
Hacia los fines del siglo VI a.C., la dominación etrusca sobre Roma comenzó a declinar, como consecuencia del debilitamiento del poder etrusco a causa de los ataques e invasiones de los pueblos de la galia cisalpina en el valle del Pó.
Según la leyenda, no obstante la expansión que Tarquino el Soberbio aportó a Roma, su gobierno despertó gran descontento entre las familias patricias de la ciudad, cuya influencia política ignoró. Hacia el año 509 a.C., un episodio originado en la pretensión amorosa de un hijo de Tarquino contra Lucrecia — una mujer casada que por tal motivo se suicidó frente a su esposo — desencadenó una revuelta que culminó con la expulsión de Tarquino y la modificación del sistema de gobierno de la ciudad. En vez de un rex vitalicio, los romanos decidieron nombrar dos magistrados de gobierno, los cónsules, y otorgarles autoridad temporal, solamente por un año.
Lo cierto es que, probablemente a consecuencia del debilitamiento del poder etrusco, en el 509 a.C. los jefes de las gens latinas de Roma lograron expulsar la dinastía etrusca; y establecieron lo que se denomina como la república patricia.
Estructura social, política y religiosa de Roma antigua.
La estructura social y política de la ciudad romana a partir de la época de los reges, estaba compuesta por una reunión de gens (la unidad social inmediatamente superior a la tribu), cuyos jefes integraban un Senado que dirigía el nombramiento del rex; el cual a su vez procedía a designar los integrantes del Senado cuando surgía una vacante.
Cada una de las gentes estaba encabezada por una familia de antiguo origen latino, en torno a la cual se agrupaban numerosas otras familias más recientes, todas las cuales se consideraban ligadas por los lazos de provenir de un antepasado común, lo que implicaba una comunidad de religión familiar; y se colocaban bajo la protección de la gens, que asumía el nombre de quien se consideraba el primero de sus ancestros, el pater.
Las gentes conformaban el grupo de los patricios (aquellos que descienden de un mismo pater); únicos a los cuales estaba permitido rendir culto a Júpiter, cuyo jefe integraba el Senado, y entre cuyos miembros el rex escogía los funcionarios del Estado.
El fundador del linaje de la gens era un personaje tradicional, tenido como un héroe, al que se designaba como el genio; cuyo nombre se integraba al nombre de las personas. En Roma, cada persona tenía un nombre compuesto de tres términos, como Cayo Julio César: el primero era su nombre personal individual, el segundo el de la gens a que pertenecía, y el tercero el de su familia directa.
Además de los miembros patricios o nobles de la gens, ésta se integraba con los clientes; quienes dependían de los patricios aunque tenían la condición de hombres libres, estaban bajo su protección, y tenían la obligación de servirles, acompañarlos a la guerra y prestarles obediencia, a cambio de lo cual los nobles debían proveer a su subsistencia y defenderlos. De tal manera, el poderío y prestigio de cada familia noble estaba en función de la mayor cantidad de clientes con que contara.
Desde un punto de vista jurídico, los nobles y sus clientes integraban el populus romano como ciudadanos; es decir, poseían el derecho a tener bienes, y a contraer matrimonio, engendrando en consecuencia hijos legítimos que les sucedieran y heredaran esos bienes y derechos.
La estructura de las gentes perduró en Roma mucho más allá de la época de los reges, existiendo algunas muy importantes - como la gens Julia - de la cual salieron grandes personajes de la historia romana.
Los pobladores provenientes de los territorios conquistados no integraban el patriciado, sino que constituían la plebe o plebs; carecían de derechos jurídicos, no podían tener patrimonio, no podían rendir el culto religioso exclusivo de las gentes, y quedaban obviamente excluídos de todo derecho político dentro del sistema institucional de la civitas romana.
Esta situación, característica de la inicial organización de la sociedad romana en la época de los reges, fue evolucionando en el transcurso de los cinco siglos de la República; dando lugar a la aparición de nuevas instituciones y funcionarios del Estado, que poco a poco fueron permitiendo a los miembros de la plebe ingresar en algunos elementos propios de la civitas o ciudadanía romana.
La autoridad política en que residía la suma del poder constitucional del Estado romano, como representante del populus era el Senatus o Senado. Por tal motivo, tradicionalmente las leyes romanas eran encabezadas con las letras S.P.Q.R., iniciales de “Senatus populus que romanus”, expresión latina traducible por “El Senado y el pueblo romano”. El término senatus alude a la edad avanzada, la senectud, de sus integrantes.
El Senado estaba integrado en forma vitalicia por los jefes de las familias patricias, alrededor de 300, por lo cual era la máxima expresión, a la vez, del poder político y económico de la aristocracia de Roma.
En el Senado se discutían todos los asuntos importantes para el Estado romano; y de hecho era el que gobernaba, ya que si bien las leyes debían se aprobadas por los comicios éstos solamente podían aceptar o rechazar lo que proponía el Senado; y su influencia sobre los cónsules era manifiesta.
En los hechos, todas las grandes cuestiones y decisiones de la historia de Roma, fueron tratadas y resueltas por el Senado; de manera que los grandes lineamientos de la política romana fueron determinados generalmente por el patriciado.
Cuando el régimen constitucional de los reges fue sustituído en la república patricia por el de los cónsules, estos funcionarios recibieron el mismo grado de autoridad suprema que aquellos tenían: el “imperium”, aunque delimitado por la duración anual de su mandato y por el hecho de ser compartido entre los dos magistrados.
En principio, la idea de asignar igual autoridad en las mismas materias a dos magistrados no parece que fuera acertada; ya que la exigencia de que ambos coincidieran facilmente resultaría en una inoperancia no compatible con los intereses de gobierno del Estado, ni tampoco la posibilidad de que cualquiera de ellos dejara sin efecto lo que el otro decidiera. Los cónsules ejercían autoridad fundamentalmente en materia judicial y militar; con lo cual, en los hechos, normalmente actuaban cada uno por su lado, de manera que la potestad de cada cónsul de oponerse a lo resuelto por el otro raramente era ejercida.
Las dificultades inherentes al régimen constitucional romano para obtener un desempeño adecuado de sus magistraturas, se resolvían acudiendo a la institución de la dictadura. El dictator era designado en sustitución de los magistrados normales, cuando así resultaba necesario para afrontar circunstancias extraordinarias que significaban un peligro para la supervivencia del Estado. Las autoridades normales quedaban en suspenso, y el dictador ejercía temporariamente la suma de los poderes del Estado; determinando una especie de restablecimiento de la autoridad monárquica con carácter extraordinario y delimitado generalmente en el plazo de seis meses.
Desde los inicios de la organización de las instituciones de gobierno en Roma, la fuente última de legitimidad de sus magistraturas residía en las asambleas llamadas comicios.
Inicialmente, existieron los comicios curiados. Estaban integrados exclusivamente por los patricios; únicos que, por revestir la titularidad de la civitas, ser ciudadanos, tenían derecho a intervenir en la resolución de los asuntos de la ciudad y del Estado.
La totalidad de los integrantes de la ciudad — los ciudadanos — se organizaba en 30 curias; que eran en sí mismas unidades de votación, es decir que primero debía alcanzarse una decisión dentro de cada curia, y luego se computaban los 30 votos del conjunto de las curias. Tradicionalmente, los comicios curiados eran los electores del rex, los que aprobaban las leyes propuestas por los magistrados, los que declaraban la guerra, y los que actuaban como tribunal de justicia en los casos más trascendentales.
Las curias eran una circunscripción militar, a la vez que territorial. Cada curia debía proveer al ejércido 100 soldados de infantería y 10 a caballo. El ejército se componía, en consecuencia, de 3000 soldados infantes y 300 caballeros, organizados en legiones; a partir del cual Roma comenzó su prolongada historia de acciones guerreras.
De acuerdo con los preceptos religiosos, los comicios curiados solamente podían reunirse en los dias fastos señalados por los cónsules, cuando los augures determinaban que podrían inaugurarse.
Los comicios centuriados surgieron a consecuencia del proceso constitucional que llevó a la caída de los reges; para cuando la participación de la plebe en el ejército había llevado a que constituyera una asamblea en que participaban tanto patricios como plebeyos. Su nombre derivó, consecuentemente, de que el ejército se componía de centurias, a cada una de las cuales se asignó un voto.
La crónica histórica romana atribuyó el establecimiento de los comicios centuriados a reformas efectuadas por el sucesor de Tarquino el antiguo, Servio Tulio en las instituciones políticas de la constitución de Roma; pero lo más probable es que hayan sido resultado de un proceso evolutivo bastante extenso.
Los comicios centuriados — que no estaban condicionados a reunirse conforme a los preceptos religiosos — paulatinamente asumieron las atribuciones más acordes con su integración militar; especialmente lo relativo a la guerra y la paz, y a la aprobación de leyes de importancia para el Estado; en tanto que los comicios curiados fueron quedando solamente a cargo de los temas de índole religiosa.
En la época de Servio Tulio se introdujo en los comicios centuriados una reforma, estableciendo el llamado voto censitario; mediante el cual el número de votos se ajustaba según la riqueza. De modo que a partir de ello - y durante alrededor de 700 años - los comicios curiados, que constituían el fundamento de la legitimidad de las autoridades romanas, fueron dominados por los económicamente más dotados.
La reforma se hizo extensiva también al sistema de reclutamiento del ejército. En contrapartida de su mayor influencia en los comicios, quienes contaban con más medios económicos debieron prestar servicios más extensos en las legiones del ejército; así como pagar más impuestos para sustentarlo. Los carentes de recursos fueron eximidos del servicio militar, como de los tributos fiscales.
La reforma de Servio Tulio apuntó a debilitar el poder político de la antigua nobleza formada por el patriciado de origen latino y agrícola, otorgando preeminencia a los nuevos pobladores de origen “extranjero”, mayoritariamente comerciantes e industriales de origen etrusco; pero al mismo tiempo excluía a los plebeyos no pudientes de toda incidencia en las decisiones de los comicios centuriados.
La estructura social y religiosa del patriciado romano se basaba en la jerarquía familiar absoluta del pater familias, investido de la autoridad de la patria potestas. En base a ella, ejercía una autoridad ilimitada sobre su esposa, hijos, demás descendientes y clientes, que le debían total obediencia; al punto que podía juzgar su conducta y castigarlos hasta con la esclavitud o la muerte.
Además de una unidad económica — puesto que el pater familias disponía de todo el patrimonio familiar a su exclusivo arbitrio — la familia romana era igualmente una unidad religiosa, fundada en el culto a los antepasados, los manes. El fuego sagrado que simbolizaba la tradición religiosa familiar, debía arder permanentemente en el altar de los dioses donde se ofrendaba el pan y el vino durante los cultos domésticos.
Adicionalmente a los manes, la familia romana rendía culto a los lares y a los penates; espíritus guardianes de los campos cultivados y de las despensas.
La religión doméstica era la que determinaba el vínculo familiar, haciendo que la mujer al casarse debiera abandonar la de su familia, para adoptar la de la familia de su marido, dejando de pertenecer a la familia de sus padres y hermanos.
Aparte de las religiones familiares y de las gentes, exisía la religión oficial del Estado romano, que era común para todos los ciudadanos. Era una religión politeísta y antropomórfica, en cuanto contaba con diversos dioses a los que se asignaba forma humana.
La religión originaria de los pueblos itálicos era sumamente primitiva; por lo cual, además de la importante influencia etrusca, la religión romana recibió una gran influencia griega por medio del contacto con la civilización de las ciudades de la Magna Grecia; dando lugar a la adaptación de sus mitos y leyendas.
Los dioses romanos más importantes eran:
• Júpiter — el equivalente romano del Zeus griego, que siendo dios del cielo, del aire y del trueno, ocupaba en nivel superior entre todos los dioses.
• Juno — esposa de Júpiter con quien compartía el reinado sobre los dioses; equivalente por tanto a la Hera de los griegos.
• Marte — dios de la guerra que, según la leyenda romana, había sido el padre de los mellizos Rómulo y Remo; por lo cual se le consideraba protector de la ciudad y origen de las virtudes guerreras y viriles de los romanos.
• Vesta — diosa del hogar ciudadano, y por tanto protectora del espíritu tradicional de las familias, por lo cual cada familia tenía en su casa un santuario de Vesta con un fuego sagrado siempre encendido (de donde proviene, precisamente, la palabra “hogar”). Seis sacerdotizas vírgenes tenían a su cargo preservar el culto de Vesta y conservar en su templo principal el fuego siempre encendido. Estas sacerdotisas eran elegidas entre las hijas de las familias romanas más ilustres, debiendo servir como tales durante 30 años en que debían guardar castidad; por cuanto de violar ese voto o descuidar el fuego sagrado, eran condenadas a ser enterradas vivas.
• Juno — dios que tenía la facultad de conocer tanto el pasado como el porvenir, por lo cual era representado con una cabeza de dos caras; guardián de las puertas de la ciudad y de aquellas de las casas de los romanos. En su templo las puertas se abrían en tiempo de guerra y se cerraban en tiempo de paz, a causa de una leyenda conforme a la cual el dios podría salir del templo que habitaba si era necesario para proteger las puertas de la fortaleza romana. El nombre de Jano es origen de la designación del mes de Enero, en latín Januarium, trasuntado en muchos idiomas como en January y Janeiro; porque se le atribuía también ser el dios de todo lo que se iniciaba.
• Saturno — dios de la vegetación y de la agricultura al cual los campesinos rendían culto en unas fiestas anuales llamadas “saturnales”.
• Neptuno — dios de las aguas y el mar, representado portando un tridente con el cual pescar.
• Vulcano — dios del fuego.
• Plutón — dios de los dominios de los muertos.
• Mercurio — dios del comercio, representado con los pies sobre una rueda alada.
• Venus — diosa de la belleza femenina.
• Minerva — diosa de la inteligencia.
• Ceres — diosa de las cosechas.
La religiosidad de los romanos tenía importantes componentes de índole superticiosa, en su gran parte provenientes de la influencia etrusca; como la de practicar la adivinación mediante la búsqueda de indicios de la voluntad de los dioses.
Los procedimientos de adivinación se basaban en el examen de las vísceras de los animales sacrificados en el altar de los dioses, y en la interpretación del vuelo de las aves. Los especialistas en la adivinación mediante el estudio de las vísceras se denominaban arúspices; en tanto que los augures realizaban los “augurios” mediante la interpretación del vuelo de las aves.
A los arúspices correspondía lo relativo a los prodigios; hechos de producción excepcional como los terremotos y los desastres climáticos. Los augures se ocupaban preferentemente de escrutar el futuro en relación a los hechos políticos y especialmente militares, con particular referencia a los momentos previos a las grandes batallas; de manera que casi ninguna decisión importante de gobierno era tomada sin consultarlos previamente. Los augures determinaban los días fastus en los cuales las actividades públicas serían beneficiosas, y los días nec fastus en los cuales esas actividades quedaban interdictas.
El culto religioso se expresaba en ceremonias de ofrendas consistentes en presentar a los dioses alimentos u objetos valiosos; y también mediante las libaciones. El sacrificio de animales como cerdos, ovejas o toros, precedía al acto de la adivinación mediante el estudio de sus vísceras.
La dirección del ceremonial eligioso estaba a cargo de sacerdotes, que salvo en casos especiales como el de las vestales eran simples ciudadanos. Los sacerdotes se agrupaban en colegia, de los cuales el de los Pontífices, encabezado por el “Pontífice máximo”, tenía el cometido de velar por la conservación de la pureza de la religión.
La República consular.
Aunque no existen casi elementos documentales que permitan establecer con cierta objetividad el proceso que determinó la caída de la reyecía en la Roma primitiva; ocurrida aproximadamente hacia fines del siglo VI a.C., luego de haber conducido el surgimiento y la expansión de Roma durante un siglo y medio; cabe suponer que ello haya sido resultado del enfrentamiento político de la antigua nobleza patricia y agraria de origen latino, con los ascendientes sectores más modernos, de origen principalmente etrusco.
El régimen de los reges fue sustituído por la república de los Cónsules, igualmente electos en los comicios, pero cuyo mandato solamente duraba un año; pero aunque este sistema republicano rigió durante cinco siglos, hasta que Augusto inauguró el Imperio, su sistema constitucional tuvo un evolución marcada por numerosas reformas en gran medida resultantes de importantes luchas civiles.
La nueva República Consular romana, que aparentemente había sustituído un rex por dos cónsules, en realidad lo sustituyó por el Senado. En términos constitucionales modernos, se debilitó enormemente el “poder ejecutivo”, para otorgar la autoridad al Senado.
El Senado, integrado por los jefes de las antiguas gentes, era representativo de la oligarquía patricia. Pero se evidenció incapaz de gobernar eficazmente, y sobre todo, de defender la ciudad contra sus numerosos enemigos. La ciudad que los siete reges habían hecho crecer, expandirse y enriquecerse durante un siglo y medio, ya ni figuraba como centro económico de trascendencia en el área del mar Mediterráneo, medio siglo después de implantarse el consulado y el predominio senaturial.
El historiador romano Polibio, recogió el texto de un Tratado entre Roma y Cartago, suscrito en el primer año de la República Consular, por el cual Roma renunciaba a navegar y comerciar en todo el Mediterráneo oriental en beneficio de la colonia de origen fenicio; tan sólo a cambio del compromiso cartaginés de no interferir en la zona del Lacio. Un Tratado que evidenciaba la necesidad de Roma de renunciar a sus ambiciones de desarrollo marítimo, ante la urgencia de atender las rebeliones en sus territorios próximos, comprometiendo a los cartagineses a no intervenir. Aunque la Historia determinaría que llegado su momento, Roma volvería a ocuparse de Cartago.
Al debilitamiento político y militar de Roma, sucedió de inmediato una rebelión de los pueblos etruscos, que invirtió los términos del dominio, quedando Roma bajo el dominio etrusco durante algunos años; aunque a principios del siglo V a.C. Roma había recuperado su independencia.
La vida política en la Roma consular.
La República consular tuvo una vida política interna pautada por la oposición entre la oligarquía patricia de origen latino, y los llamados “plebeyos” — es decir, los que no pertenecían a las gentes tradicionales — mayoritariamente de origen etrusco. Ello fue agravándose a medida que se sucedían las guerras infructuosas.
Se formó una conjunción entre los plebeyos adinerados y los más desposeídos; sobre la base de postular leyes que aliviaran la situación de los deudores (que por las normas vigentes caían en la esclavitud) y para restablecer el poder político de los antiguos comicios, debilitados frente al Senado.
El poder de los plebeyos se incrementó a consecuencia de la reforma realizada en el año 495 a.C., determinando la división de la población de la ciudad en 21 tribus que debían percibir los impuestos de guerra y levantar las tropas. Los jefes de estas tribus adquirieron así un cierto poder político, lo que en el transcurso de algunos años les permitió imponer al patriciado la creación de nuevos magistrados, llamados tribunos de la plebe, originariamente 4 que en el año 471 a.C. fueron aumentados a 5.
La elección de los tribunos de la plebe era realizada por una asamblea distinta de los comicios curiados y de los comicios centuriados, los comicios por tribus o comicios tribados; donde no pesaba el voto censitario ni la necesidad de autorización ni de rituales religiosos para reunirse.
Esas modificaciones institucionales se vieron reforzadas progresivamente. Primero, se crearon otros magistrados llamados ediles, especie de asistentes de los tribunos. Luego, se otorgó a los tribunos un derecho de veto respecto de las decisiones del gobierno; y finalmente se les permitió proceder a la convocatoria de los comicios tribales toda vez que lo creyeran conveniente.
El decenvirato.
El continuo incremento de poder político de los plebeyos frente a los patricios romanos, permitió que en el año 462 a.C., el tribuno Terentilio Arsa propusiera una ley limitando los poderes de los cónsules; lo cual desató una grave crisis política que se prolongó por más de una década.
Como conclusión de los conflictos institucionales, finalmente se suprimieron todas las magistraturas y asambleas, y se estableció una especie de Consejo de diez magistrados, los decenviros; a los cuales que encargó a la vez ejercer el gobierno y preparar una nueva constitución.
Los primeros decenviros cumplieron su misión en un año; formulando lo que se conoce como la Ley de la X Tablas. Sin embargo, el espíritu componedor de su propuesta terminó por desagradar a todos los bandos; tanto por la eliminación de los poderes del patriciado como por la de las magistraturas plebeyas.
Se incorporaron entonces, en el año siguiente, 3 nuevos decenviros, originarios del sector plebeyo; lo cual llevó a los patricios, temerosos de perder posiciones, a aprobar leyes que adicionaron dos tablas más, prohibiendo los matrimonios entre patricios y plebeyos, originándose así la célebre Ley de las XII Tablas, que constituye un antecedente esencial del Derecho Romano.
Descontentos patricios y plebeyos con la labor de las decenviros, aunque persistiendo sus diferencias, acordaron abolir el decenvirato; aprovechando la circunstancia de la derrota de los 8 decenviros que comandaban a las legiones romanas en la guerra contra los sabinosy ecuos, en el año 449 a.C. Dando comienzo a una práctica que Roma volvería a presenciar, las legiones se sublevaron, marcharon sobre Roma y abolieron el decenvirato restableciendo la constitución anterior.
De todas maneras, la obra legislativa civil y penal realizada por el decenvirato perduró en Roma durante siglos; pasando a constituir el fundamento de su ordenamiento jurídico y social que constituye la esencia del legado de Roma a la civilización occidental.
Mientras los ataques externos se atenuaron y casi desaparecieron en la segunda mitad del siglo V a.C., las disidencias políticas internas siguieron pautando la historia de Roma.
En el 444 a.C., el tribuno Canuleyo propuso derogar la ley que prohibía el matrimonio entre patricios y plebeyos; al tiempo que otros reclamaban que los plebeyos también pudieran ser nombrados cónsules.
El patriciado, que dominaba en Senado, prestó aprobación a la lex canuleya, que por otra parte permitía a los patricios acceder a las riquezas de muchos plebeyos mediante el matrimonio. Se esperaba que esa concesión llevara a retirar la pretensión plebeya de acceder al consulado; pero no fue así. De modo que, en algunas oportunidades, el Senado permitió que en vez de dos cónsules se eligieran tres tribunos militares, investidos de consulari potestate (potestad consular); pero los plebeyos insistían en designarlos todos los años.
Finalmente, Roma debió atender los acuciantes problemas militares, al estallar una sucesión de guerras, que incluse llevaron a la destrucción de la ciudad; aunque culminaron en su total predominio sobre el territorio peninsular italiano.
domingo, 14 de septiembre de 2008
Historia - Del bloqueo de Berlín a la construcción del muro
ANTECEDENTES.
Punto rojo Al finalizar la II Guerra Mundial, con la delimitación de las zonas de ocupación de Alemania realizada en la Conferencia de Yalta, la ciudad de Berlín - que había sido la capital de Alemania desde mediados del siglo XIX - quedó situada a unos 1.800 kilómetros detrás del límite entre las zonas de ocupación soviética y las de los países occidentales, pero mucho más cerca de la nueva frontera entre Alemania y Polonia.
Sin embargo, de conformidad a lo establecido en los acuerdos de Yalta y Potsdam no quedó sujeta al régimen provisional de gobierno que allí se determinara para las zonas ocupadas. Se estableció para Berlín un régimen provisional conforme al cual la ciudad sería gobernada por una Comisión de Control compuesta por representantes de Francia, EE.UU., Inglaterra y la U.R.S.S.
Punto rojo Hacia 1961, la parte de Alemania que había quedado bajo la ocupación de los países occidentales, había constituído la República Federal de Alemania, con capital en la ciudad de Bonn, bajo un régimen democrático. Con una población del orden de los 53 millones de habitantes, la R.F.A. tenía un sistema de autoridades electivo, imperaban en ella las libertades democráticas, y se habían hecho grandes progresos en el orden económico. La recuperación de la economía alemana, bajo el timón del Ministro de Economía Ludwig Erhart, fue conocida mundialmente como "el milagro alemán".
En la zona de ocupación soviética - con unos 16 millones de habitantes - siguiendo un proceso similar al cumplido con las otras naciones que luego de la guerra fueran ocupadas por su ejército, (Ver los antecedentes de la revolución en Hungría de 1956), se había establecido una “República Democrática Popular”" - denominada República Democrática Alemana, R.D.A. - conforme al modelo de la U.R.S.S. - donde imperaba la economía colectivizada y se reconocía como único partido político admitido al Partido Comunista.
1945 - EL STATUS DE BERLÍN Y EL PROTOCOLO DE POTSDAM.
Punto rojo Conforme a un documento de acuerdo básico firmado en Londres el 12 de setiembre de 1944, entre la U.R.S.S., EE.UU e Inglatera, quedó sentado el criterio de que la ciudad de Berlín y alrededores no se consideraría parte de ninguna de las zonas de ocupación de Alemania.
Posteriormente, el 26 de julio de 1945, Francia fue admitida como un Estado comparticipante en la ocupación de Alemania; lo cual la U.R.S.S., luego de oponerse enfáticamente, finalmente aceptó a condición de que la zona de ocupación francesa fuera integrada solamente por territorios originalmente asignados a las zonas de ocupación inglesa y norteamericana.
La división originalmente aplicada a toda Alemania, se reprodujo así dentro de Berlín, dividiéndose en 4 sectores, cada uno bajo administración de uno de los países antes mencionados. En las tres zonas asignadas a los países occidentales, vivían unas 2:250.000 personas, y en la zona asignada a los soviéticos, alrededor de 1:100.000.
Punto rojo Antes de llevarse a cabo el ingreso de las tropas occidentales a Berlín, conforme a lo acordado, las fuerzas soviéticas mantuvieron la ocupación exclusiva de la ciudad durante 10 semanas.
En ese período, los soviéticos retiraron de la zona que correspondería a los países occidentales, todas las máquinas y herramientas de las fábricas, los generadores de las centrales eléctricas, casi todos los autobuses, tranvías y vagones de tren subterráneo, y 52 centrales telefónicas con unas 250.000 líneas.
Además, designaron de inmediato un gobierno provisional para toda la ciudad y se ocuparon especialmente de recomponer la fuerza de Policía, integrándola con personas de confianza de los comunistas.
Punto rojo En el Protocolo de Potsdam, firmado por las cuatro potencias combatientes contra Alemania al término de la Conferencia de Potsdam realizada desde el 17 de julio al 2 de agosto de 1945, se acordaron medidas dirigidas a la eliminación total del Partido Nacional Socialista de Alemania (el partido nazi) y para procurar la “eventual reconstrucción de la vida política alemana sobre una base democrática y para la eventual cooperación pacífica de Alemania en la vida internacional”".
Para tal fin, el Protocolo estableció que debía procederse inmediatamente a hacer que se formaran gobiernos locales mediante concejos elegidos por las poblaciones; y que tan pronto como fuera posible se celebrarían elecciones para gobiernos regionales, provinciales y estatales. A esos efectos, se asumía el compromiso de estimular por todos los medios la actividad plural de grupos político-partidarios de ideas democráticas.
Punto rojo En el área económica, el Protocolo de Potsdam establecía que, si bien Alemania no tendría en lo inmediato un gobierno central nacional, sería considerada como una unidad económica y se establecerían dentro del sistema de gobierno de ocupación “ciertos departamentos administrativos alemanes centrales esenciales, encabezados por Secretarios de Estado” (Ministros), los que actuarían bajo la autoridad del Consejo Aliado de Control, que era la autoridad que se establecía para regir en común las cuatro zonas de ocupación militar de Alemania.
Punto rojo El principio básico de que se conservaría la unidad de Alemania restablecida como una nación, aunque con algunos reajustes en sus fronteras, fue un elemento esencial del Protocolo de Potsdam. En una “Proclama al Pueblo Alemán” emitida el 8 de mayo de 1945, Stalin expresó que “La Unión Soviética no se propone desmembrar o destrozar a Alemania”.
Pero la política soviética en ese sentido cambió totalmente, una vez que fue visible que no sería posible implantar el régimen comunista en toda Alemania.
EL DERECHO DE ACCESO A BERLÍN.
Punto rojo El 14 de junio de 1945, el Presidente Truman dirigió a Stalin un telegrama en el cual exponía los lineamientos conforme a los cuales se procedería al retiro de las tropas norteamericanas que habían ocupado en combate territorios que en Potsdam quedaron asignados a la zona soviética de ocupación; y que, incluso, se habían detenido en su avance, sin entrar en Berlín, en cumplimiento de lo previamente acordado en Yalta.
Debe recordarse que ya hacia el final mismo de la guerra, se desató una verdadera carrera entre los ejércitos soviéticos y occidentales por ocupar la mayor parte de territorio alemán y llegar primero a Berlín; especialmente bajo la insistencia de Churchill que siempre había recelado firmemente acerca del futuro de los territorios que ocupara la U.R.S.S. Pero en Yalta Stalin encontró apoyo en Roosevelt para reservar a los soviéticos la entrada a Berlín y territorios a su occidente.
El telegrama de Truman estipulaba, entre otras cosas, el reconocimiento del derecho de “libre acceso a Berlín, por aire, carretera y ferrocarril, de las fuerzas norteamericanas de Frankfurt y Bremen”; lo cual fue aceptado en la respuesta a ese telegrama cursada por Stalin el 18 de junio de 1945.
El 28 de junio, diez días después, los representantes de los gobiernos de la U.R.S.S., EE.UU e Inglaterra definieron en un documento conjunto, con todo detalle, aquellas carreteras, vías férreas y rutas aéreas situadas entre cada una de las zonas occidentales de ocupación de Alemania y Berlín, que serían usadas para ese propósito.
Punto rojo Los países occidentales interpretaron inmediatamente como parte del derecho de acceso a Berlín, el de transportar hacia dicha ciudad víveres y otros suministros destinados a la población civil; así como el derecho de los habitantes de Berlín a recibir y exportar toda clase de bienes hacia cualquier parte de Alemania, lo que se consideró inherente al estatuto especial de Berlín y asimismo consecuencia de las cláusulas del Protocolo de Potsdam sobre la unidad económica de Alemania.
Pero ya en setiembre de 1945, el comandante de la zona soviética de Berlín, Mariscal Zhulov, notificó a los comandantes de las otras zonas que Alemania del Este no podría continuar suministrando víveres a los habitantes de sus respectivas zonas; con lo cual los habitantes del resto de Berlín pasaron a depender exclusivamente de los víveres provenientes de Alemania occidental.
1946 - LAS PRIMERAS ELECCIONES POLÍTICAS EN BERLÍN.
Punto rojo En los primeros momentos de la reorganización política de Alemania, surgieron varios partidos, entre ellos uno denominado Partido Social Demócrata, de orientación socialista, un Partido Demócrata Cristiano, un Partido Liberal Democrático, y asimismo el Partido Comunista. En su zona de ocupación, las autoridades soviéticas propugnaron la fusión del partido socialdemócrata con el comunista; lo que dio lugar al Partido de Unidad Socialista, pero ello no ocurrió así dentro de la ciudad de Berlín.
Las elecciones para integrar el Parlamento de la ciudad de Berlín, se realizaron el 20 de octubre de 1946, siendo mayoritario el Partido Social Demócrata con el 48,7% de los votos, seguido del Demócrata Cristiano con el 22,2%, el de Unidad Socialista (comunista) con el 19,8%, y el Liberal Democrático con el 9,3%.
El Parlamento eligió como Alcalde de Berlín a un socialdemócrata, pero debió renunciar en abril de 1947 debido a que fue desautorizado por el Parlamento a raíz de haber hecho una alianza con los comunistas. El 24 de junio de 1947 fue electo como Alcalde de Berlín otro socialdemócrata, Ernst Reuter (que luego alcanzara renombre mundial) pero fue vetado por las autoridades soviéticas y recién pudo asumir el cargo en diciembre de 1948. Por otra parte, luego de las elecciones de octubre de 1946, nunca más fueron permitidas elecciones en Berlín oriental.
Punto rojo De inmediato se desató una contienda por el mando de las fuerzas de la Policía. El Alto Mando Aliado, (la kommandatur) organismo conjunto que gobernaba Berlín, transfirió al gobierno civil de la ciudad el mando de las fuerzas policiales; pero de hecho los mandos policiales continuaron respondiendo exclusivamente a las autoridades soviéticas que los habían designado inicialmente. El gobierno de Berlín pudo asumir realmente el mando policial, poco a poco, sólo en las zonas no soviéticas de la ciudad.
En la zona oriental de Alemania, ocupada por las fuerzas soviéticas, comenzó a actuar de inmediato un grupo de dirigentes políticos comunistas que durante el régimen hitleriano se habían refugiado en la U.R.S.S.; encabezados por Walter Ulbrich, que había realizado cursos de adoctrinamiento político en Moscú entre 1926 y 1929, y luego de haber vuelto a Alemania y haber actuado en el Partido Comunista, al producirse el ascenso de Hitler al poder había permanecido en la U.R.S.S. desde 1937 donde adquirió la ciudadanía soviética. Había regresado en 1945 como coronel del ejército soviético destacado en Alemania.
Su táctica política principal en todas las elecciones de bajo nivel, fue proponer una lista única con un candidato propuesto por ellos. Ulteriormente, al producirse la fusión del Partido Social Demócrata con el Partido Comunista dando lugar al Partido de Unidad Socialista, lograron dominar la integración de las listas y las mayorías electorales; mientras un proceso similar se llevaba a cabo en Polonia, Hungría, Rumania, Bulgaria y Albania.
1948 - ESTABLECIMIENTO DEL BLOQUEO DE BERLÍN.
Punto rojo Transcurrido un año de la rendición alemana, la economía no daba signos de recomposición. El 6 de setiembre de 1946, el Secretario de Estado norteamericano formuló una propuesta de fusión económica entre las zonas de ocupación norteamericana e inglesa, a la cual se unieron los franceses a condición de que se excluyera la zona industrial del Sarre. Ello dio a los soviéticos el argumento para rechazar incorporar su zona a la fusión. La reestructuración de la economía alemana comprendió una reforma tributaria, el combate de la inflación, la reorganización de los transportes y las comunicaciones, la unificación del servicio de correos, la centralización de la distribución de alimentos y el aumento de la producción industrial permitiéndose el comercio del hierro y el carbón con los demás países europeos.
Luego del anuncio del establecimiento del Plan Marshall para la recuperación europea, en junio de 1947, las tensiones entre las autoridades soviéticas y occidentales en Alemania aumentaron progresivamente.
Los gobiernos occidentales estimularon la reconstrucción política de Alemania occidental, y el 6 de marzo de 1948 fue anunciada la integración económica de las zonas occidentales de Alemania con Bélgica, Holanda y Luxemburgo.
El 6 de junio los gobernadores militares occidentales dispusieron la reforma monetaria que sustituyó al depreciado Reichsmark por el Deutschmark.
También fue modificado el Estatuto de Ocupación, permitiendo la constitución de un gobierno federal alemán electo, como paso previo a la resolución de la cuestión pendiente, del Tratado de Paz con Alemania.
Punto rojo La respuesta soviética a estos movimientos, fue el abandono del Consejo Aliado de Control para Alemania, el 20 de marzo de 1948. El 1º de abril impusieron restricciones al tránsito por carretera y ferrocarril por los corredores hacia Berlín, y el 16 de junio abandonaron la kommandatur de Berlín.
Los gobiernos occidentales habían admitido no hacer extensiva a Berlín la reforma del Deutschmark dispuesta el 6 de junio de 1948, y mantener el Reichsmark, en tanto que se mantuviera el control de la emisión de esa moneda. Las autoridades soviéticas de Berlín rehusaron ese control, y en su lugar emitieron su propia moneda; por lo cual el 23 de junio el Deutschmark fue aplicado a las zonas occidentales de Berlín.
Punto rojo El 24 de junio de 1948, las autoridades soviéticas procedieron a cortar totalmente las rutas terrestres y acuáticas entre Berlín y las zonas occidentales de Alemania, iniciando lo que se denomina “El bloqueo de Berlín”.
1948/1949 - EL PUENTE AÉREO DE BERLIN.
Punto rojo La situación suscitada por el bloqueo de Berlín produjo una enorme tensión entre la U.R.S.S. y las potencias occidentales, y fue uno de los hitos de la Guerra Fría.
En occidente se consideró que era claro el objetivo soviético de forzar a los gobiernos de EE.UU. Inglaterra y Francia, a salir de Berlín, tomando como rehenes a los berlineses de sus respectivas zonas, a quienes se dejaba sin alimentos. Las potencias occidentales, en la alternativa de recurrir a la fuerza militar como medio de reabrir las rutas de superficie a Berlín para reabastecer a la población civil de la ciudad, optaron por montar un plan extraordinario de abastecimiento por aire, que fue inmediatamente designado como “el puente aéreo de Berlín”.
Punto rojo Durante los siguientes 11 meses, los aviones de transporte - que entonces eran a hélice - especialmente los C-54 de fabricación norteamericana pero piloteados también por aviadores ingleses y franceses - hicieron 277.728 vuelos a Berlín en los que transportaron 2:343.301 toneladas de alimentos y otros suministros.
72 aviadores, 31 de los cuales norteamericanos, perdieron la vida en accidentes ocurridos en el puente aéreo.
Punto rojoLa respuesta de la población de las zonas occidentales de Berlín, liderada por el Alcalde Ernst Reuter, fue considerada casi heroica.
Las autoridades soviéticas de Berlín organizaron un programa de suministro de alimentos a los berlineses que se registraran como habitantes de la zona oriental, pero solamente unos pocos lo hicieron.
Entretanto, la población subsistió con gran escasez de alimentos y sobre todo de combustible. Durante varios meses, la energía eléctrica solamente era suministrada durante 3 horas al día. En el período invernal, practicamente no existió calefacción.
Punto rojo El 30 de noviembre de 1948, quedó dividido definitivamente el gobierno de la ciudad. Luego de haberse efectuado un primer ataque contra la Alcaldía cuyo edificio estaba en la zona soviética, el 23 de junio - a propósito del establecimiento del Deutchsmark en Berlín - se efectuaron varias asonadas contra las autoridades, habiendo penetrado en el local del Parlamento e hiriendo a algunos diputados.
Ese día 30 de noviembre, la mayoría de los diputados se trasladó a la zona occidental, y en Berlín oriental se estableció un nuevo gobierno municipal provisional, anunciándose nuevas elecciones que nunca fueron realizadas. En Berlín occidental fueron realizadas elecciones para constituir un nuevo gobierno, el 5 de diciembre de 1948; pero las autoridades de Berlín oriental prohibieron a sus habitantes votar en ellas.
El nuevo gobierno de Berlín se instaló en un edificio de la zona occidental, Ernst Reuter volvió a ser designado Alcalde, y se convirtió en el líder de la resistencia berlinesa al dominio soviético.
1949 - FINAL DEL BLOQUEO.
Punto rojo En la primavera de 1949, la U.R.S.S. llegó a la conclusión de que su esfuerzo por desalojar a los occidentales de Berlín había fracasado, y se establecieron conversaciones reservadas a nivel diplomático en Nueva York.
El 4 de mayo de 1949, se suscribió en Nueva York un documento en que participaron las 4 potencias ocupantes de Alemania, en el cual se establecía que “Todas las restricciones impuestas desde el principio de marzo de 1949 por el gobierno de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas sobre comunicaciones, transporte y el comercio entre Berlín y las zonas occidentales de Alemania, y entre la zona oriental y las zonas occidentales, serán eliminadas en 12 de mayo de 1949”.
Poniendo en vigor ese acuerdo, el 9 de mayo de 1949 el gobierno militar soviético de Alemania emitió una Circular Nº 56 levantando esas restricciones.
El final del bloqueo de Berlín fue recibido con muestras de alivio y expresiones de agradecimiento de los berlineses, hacia los países que mantuvieron el puente aéreo.
Punto rojo En el aeropuerto berlinés de Tempelhof, uno de los más utilizados por los aviones que operaron el puente aéreo, fue levantado un gran monumento en el cual fueron inscriptos los nombres de los pilotos que habían muerto durante él. Se constituyó una Fundación designada “Gratitud al abastecimiento aéreo”, que subsidió la educación de los hijos de esos pilotos, y les proporcionó becas para asistir a la Universidad Libre de Berlín.
Esa Universidad había sido creada durante el abastecimiento aéreo, con profesores y alumnos de la antigua Universidad de Berlín que quedó en el sector soviético, y que emigraron al oeste. La Universidad Libre de Berlín, que celebrara sus primeras clases en un antiguo edificio sin calefacción y alumbrándose con velas, contaba pocos años después con más de 12.000 alumnos la cuarta parte de los cuales provenían de Alemania oriental; y llegó a ser considerada una de las instituciones universitarias de más alto nivel en todo el mundo.
Punto rojo En los EE.UU., los alumnos de las escuelas formaron un fondo con contribuciones voluntarias, para fabricar una réplica de la Campana de la Libertad que se custodia en el Pabellón de la Independencia, en la ciudad de Filadelfia y que en 1776 tocó para anunciar la firma de la Declaración de la Independencia de los EE.UU. Esa campana fue obsequiada la nueva Alcaldía de Berlín, y pasó a ser tocada todas las tardes en recordatorio del Puente Aéreo.
Punto rojo Terminado el bloqueo, la ciudad de Berlín, en el marco del Plan Marshall, emprendió una gran actividad para reconstruir la ciudad. Las ruinas y escombros que todavía se encontraban fueron despejadas, se reconstruyeron los parques públicos y se proveyó de nueva maquinaria a las fábricas.
Una nueva central de energía eléctrica había sido construída durante el bloqueo, con enormes generadores cuyas piezas fueron transportadas una a una por vía aérea. Fueron edificadas decenas de nuevos edificios de viviendas, oficinas y hoteles.
En algún tiempo, la ciudad de Berlín recuperó su posición como gran ciudad industrial de Europa; y fueron creados más de 320.000 nuevos empleos. Hacia 1961, más de 200.000 berlineses tenían automóvil propio.
DESPUÉS DEL BLOQUEO.
Punto rojo El fin del bloqueo no significó en absoluto la terminación de las tensiones en Alemania ni en Berlín.
Casi inmediatamente, en enero de 1950, comenzó lo que se llamó “el segundo bloqueo de Berlín”, mediante acciones graduales que entorpecían el transporte hacia la ciudad, consistentes en la implantación de revisiones exageradas, que producían grandes demoras en el despacho de los vehículos, creando gigantescas “colas” de camiones en los puestos de control.
Además de establecer una intensa propaganda dirigida a atemorizar a los berlineses, en 1955 las autoridades soviéticas elevaron en gran medida los impuestos que debían pagarse como derechos de tránsito entre Berlín y Alemania Occidental.
LA RECONSTRUCCION POLÍTICA Y ECONÓMICA
DE ALEMANIA OCCIDENTAL.
Punto rojo Mientras, en Alemania occidental progresaba la reconstrucción política. El 1º de setiembre de 1948 se había reunido por primera vez en la ciudad de Bonn, el Consejo Parlamentario presidido por el ex-Alcalde de la ciudad de Colonia, Konrad Adenauer, con el cometido de redactar una Constitución provisional de Alemania, que quedó terminada en mayo de 1949. Bajo la misma, se realizaron el 14 de agosto de 1949 las primeras elecciones libres desde 1932.
Punto rojo El 21 de setiembre de 1949 nació la República Federal de Alemania, siendo Canciller Konrad Adenauer, jefe del Partido Cristiano Demócrata Alemán. A partir de 1950, la R.F.A. fue ocupando un lugar en la comunidad internacional.
Punto rojo El 26 de mayo de 1952, las tres potencias occidentales suscribieron convenios en los que, no habiéndose formalizado el Tratado de Paz, pusieron término al Estatuto de Ocupación y establecieron la finalización del régimen de ocupación a partir del ingreso de Alemania a la N.A.T.O.; pero salvaguardaron su derecho a estacionar fuerzas armadas en territorio alemán para la defensa de Berlín. El compromiso aliado de mantener fuerzas armadas en Berlín fue ratificado el 27 de mayo de 1952, en una declaración que consideraba cualquier ataque a Berlín como un ataque contra ellas mismas.
La R.F.A. fue admitida como parte de la N.A.T.O. el 3 de octubre de 1954, bajo ciertas restricciones en cuanto a sus armamentos y a su acción militar. El Canciller Adenauer asumió el compromiso expreso de que Alemania no desarrollaría armas atómicas, biológicas o químicas; se comprometió también a no fabricar proyectiles dirigidos de largo alcance, aviones de bombardeo estratégico ni buques de guerra de gran tamaño, sin autorización aprobada por los 2/3 de los miembros del Consejo de la Unión Europea Occidental.
Punto rojo Alemania Occidental ingresó en la Comunidad Económica para el Carbón y el Acero, así como el el Mercado Común Europeo. Obtuvo con el paso de algunos años, una posición líder en la economía mundial, manteniendo el Marco como una de las monedas más fuertes y estables del mundo hasta el advenimiento del Euro.
Luego del proceso histórico que terminó con la caída del sistema comunista en Alemania Oriental, se produjo la unificación del Alemania en torno a la R.F.A., lo cual requirió una enorme esfuerzo económico a esta última, debido a las grandes diferencias de nivel de ambas economías.
EL ESTABLECIMIENTO DE LA “REPÚBLICA DEMOCRÁTICA ALEMANA”
EN ALEMANIA ORIENTAL.
Punto rojo En el sector oriental de Alemania, el 7 de octubre de 1949 se estableció un gobierno de tipo comunista y se procedió a una activa militarización. Bajo el nombre de “Policía del Pueblo” (conocida como “Vopo” por su denominación de “VolksPolitzei”), el ejército de Alemania Oriental comenzó a constituirse en la primavera de 1950. A fines de 1953, con una población de algo menos de 17 millones de personas, había una fuerza militar de 140.000 hombres, más 100.000 en la V.P. y una fuerza aérea.
Entre 1954 y 1955 las atribuciones de las fuerzas de ocupación soviética fueron nominalmente transferidas al gobierno de la R.D.A., incluyendo los controles de las fronteras con la R.F.A. y Berlín.
Punto rojo Sin embargo, resultó evidente que el gobierno comunista tenía grandes resistencias en Alemania oriental. El 17 de junio de 1953 estalló una importante huelga en Berlín oriental y en varias otras ciudades, especialmente dirigida por obreros de la construcción y de las fábricas, en protesta por la implantación de nuevas normas de trabajo; para reprimir las cuales fueron llamados en auxilio los tanques soviéticos, como luego ocurriría en Hungría y en Checoslovaquia.
Punto rojo La fuga de personas hacia occidente, fue una constante en Alemania oriental. En los 16 años siguientes al bloqueo, se calcula que salieron ilegalmente de ella unas 3:300.000 personas. Desde que en 1949 se implantaron registros, fueron contabilizados 2:600.000 refugiados de Alemania oriental en la R.F.A. y Berlín occidental.
Desde 1953, comenzó a establecerse en la frontera entre las dos Alemanias una zona de tierra arada, en cuyo centro se instalaron barreras de alambre de púas con torretas en que estaban situados tiradores equipados por armas de mira telescópica.
Punto rojo Sin embargo, los que lograban llegar a Berlín podían cruzar con cierta facilidad a la zona occidental a pie o por el tren subterráneo, haciéndose pasar por un trabajador de la otra zona, pero debían evitar llevar equipaje. Pero si alguien era sorprendido en esa actitud, era castigado con la cárcel; y también eran afectados los familiares de los refugiados que se quedaban en el país.
El número de refugiados de Alemania oriental en Berlín llegó a ser de alrededor de 4.000 personas por semana, entre ellos un alto porcentaje de profesionales universitarios y trabajadores muy calificados, tanto hombres como mujeres.
LA “CUESTIÓN DE LA REUNIFICACIÓN DE ALEMANIA
Y EL STATUS DE BERLÍN".
Punto rojo En el último trimestre de 1958, se reiniciaron las tensiones en torno a Berlín. En un discurso pronunciado el 10 de noviembre, otro del 26 y una nota dirigida a los países de occidente, el 27 de noviembre de 1958, el entonces Primer Ministro soviético Nikita Jrushchev declaró nulos y sin valor todos los acuerdos concertados entre la U.R.S.S. y las potencias occidentales en relación a Berlín; y exigió el retiro de las fuerzas militares occidentales en el plazo de seis meses.
Allí expresaba el concepto de que “la solución más correcta y natural” consistía en que la ciudad de Berlín pasara en su totalidad a formar parte de la R.D.A., al tiempo que anunciaba que la U.R.S.S. se aprestaba a suscribir un Tratado de Paz con la Alemania Oriental, en el cual le asignaría el control total de todas las rutas de acceso a Berlín.
Punto rojoEl 31 de diciembre de 1958, los EE.UU. rechazaron terminantemente el planteo soviético, y también lo hicieron Inglaterra y Francia. El 10 de enero de 1959, Jrushchev propuso celebrar una “conferencia cumbre” sobre el tema de Berlín, con participación de las dos Alemanias. La conferencia fue aceptada, y se reunió en Ginebra el 11 de mayo de 1959.
Allí las potencias occidentales propusieron un “Plan de Paz” para toda Alemania, en varias fases. La U.R.S.S. rechazó de inmediato ese plan, y en su lugar propuso otro, consistente en la firma por separado de sendos Tratados de Paz con lo que denominaba “los dos Estados alemanes” y dejar librado a negociaciones entre ellos el tema de la reunificación. Entretanto esas negociaciones se concretaban, proponía dar a Berlín el estatuto de “ciudad libre y desmilitarizada” poniendo fin a la presencia de tropas occidentales en ella.
Punto rojo Este proceso se vinculaba con otros planteos soviéticos impulsados por Jrushchov, que comprendían la disolución de la N.A.T.O. y la eliminación de todas las bases norteamericanas en Eurasia.
En contrapartida, los soviéticos proponían retirar sus ejércitos al territorio de la U.R.S.S.; lo que dio lugar a que se señalara que, mientras desde los EE.UU. las distancias eran del orden de los 5.000 kilómetros, para la U.R.S.S. volver a ocupar Europa sería cuestión de horas.
También se señalaba que los occidentales tenían destacados en Berlín unos 11.000 efectivos, los que estaban rodeados por lo menos por 22 divisiones soviéticas equipadas con tanques, más el ejército de Alemania oriental.
Punto rojo Como expresiones de la tensión reinante, en los días 1º de mayo de 1959, 1960 y 1961, las tropas del ejército alemán oriental desfilaron en Berlín oriental haciendo un gran despliegue de sus modernos armamentos. En agosto de 1961, grandes cantidades de tropas del ejército alemán oriental equipadas con tanques, fueron ostensiblemente instaladas en Berlín oriental.
Punto rojo La Conferencia cumbre de Ginebra colapsó el 5 de agosto de 1959, luego que se interrumpiera el 20 de junio y el 13 de julio, sólo para fijar nuevos aplazamientos.
Punto rojo Desde el 15 al 27 de setiembre de 1959, Nikita Jruschev realizó su célebre visita a los EE.UU., durante la cual incluso visitó Hollywood y se exhibió en la TV junto con famosas estrellas del cine — como Marilyn Monroe — anunciando que en 15 años la U.R.S.S. superaría a los EE.UU. en todos los terrenos, y que "enterraremos a los capitalistas".
En las reuniones realizadas con motivo de la visita de Jrushchev, se acordó realizar una gran Conferencia Cumbre de los 4 Grandes a iniciarse en París el 15 de mayo de 1960.
Punto rojo Si bien todos los participantes se encontraron allí, Nikita Jrushchev la declaró cancelada a raíz del incidente del derribo sobre territorio de la U.R.S.S. del avión U-2 perteneciente a la C.I.A. norteamericana, piloteado por Gary Powers.
Punto rojo La cancelación de la proyectada Cumbre sobre las cuestiones del Tratado de Paz con Alemania y status de Berlín, no impidió que Jrushchev dejara de insistir en la urgencia de su resolución.
Entre el 3 y el 4 de junio de 1961, habiendo llegado Kennedy a la Presidencia de los EE.UU., promovió una reunión informal con Jrushchev en Viena, para “intercambiar opiniones”; las conclusiones de las cuales fueron calificadas luego por Kennedy como “sombrías”.
Jrushchev entregó a Kennedy el 4 de junio, en Viena, un documento rotulado “Aide-Memoire” (Ayuda-memoria), en el cual se contenían expresiones sumamente agresivas hacia la R.F.A., se insistía en el plan de desmilitarizar Berlín y se reiteraba el propósito soviético de firmar un Tratado de Paz por separado con Alemania oriental.
Punto rojo La respuesta occidental fue sumamente enérgica. A solicitud del Presidente Kennedy, el Congreso norteamericano autorizó el inmediato refuerzo de las tropas norteamericanas en Berlín occidental, lo cual fue seguido por los demás miembros de la N.A.T.O.
El entonces Vicepresidente norteamericano, Lyndon Johnson, viajó a Berlín como emisario especial de Kennedy, para llevar a los berlineses las seguridades del apoyo norteamericano.
ERECCIÓN DEL “MURO DE BERLÍN”.
Punto rojo A nivel de la población, solamente en julio de 1961 se refugiaron en Berlín occidental más de 30.000 berlineses orientales. El gobierno de Berlín oriental tomó medidas para restringir el desplazamiento de unos 50.000 berlineses orientales que trabajaban a diario en la zona occidental. Pero en los primeros 12 días de agosto de 1961, los refugiados fueron más de 22.000. En la noche del 12 a 13, fue construído el “muro de Berlín”; y fue totalmente prohibida la circulación de personas entre los sectores de Berlín.
Punto rojoEl Muro de Berlín inmediatamente pasó a ser un símbolo de la separación entre los dos mundos que estaban representados a cada uno de sus lados. Con el paso del tiempo, igualmente muchos intentaron atravesarlo para llegar a occidente, de los que centenares murieron en el intento. Y, cuando finalmente fue derribado el 9 de noviembre de 1989, su caída pasó a considerarse representativa del fin de la Guerra Fría.
Punto rojo Pero, a la luz de los hechos posteriores, se hizo evidente que la crisis de Berlín de 1961 había sido una manifestación más de la pulseada de Nikita Jruschev con los EE.UU. Pocos meses después, ella llegaría a su punto culminante con la crisis de los misiles instalados en Cuba, la firme reacción de los EE.UU. y su presidente Kennedy; y el aflojamiento de las tensiones que siguió al retiro de los misiles soviéticos y a la ulterior caída de Nikita Jruschev como jefe del gobierno de la U.R.S.S.
Punto rojo Al finalizar la II Guerra Mundial, con la delimitación de las zonas de ocupación de Alemania realizada en la Conferencia de Yalta, la ciudad de Berlín - que había sido la capital de Alemania desde mediados del siglo XIX - quedó situada a unos 1.800 kilómetros detrás del límite entre las zonas de ocupación soviética y las de los países occidentales, pero mucho más cerca de la nueva frontera entre Alemania y Polonia.
Sin embargo, de conformidad a lo establecido en los acuerdos de Yalta y Potsdam no quedó sujeta al régimen provisional de gobierno que allí se determinara para las zonas ocupadas. Se estableció para Berlín un régimen provisional conforme al cual la ciudad sería gobernada por una Comisión de Control compuesta por representantes de Francia, EE.UU., Inglaterra y la U.R.S.S.
Punto rojo Hacia 1961, la parte de Alemania que había quedado bajo la ocupación de los países occidentales, había constituído la República Federal de Alemania, con capital en la ciudad de Bonn, bajo un régimen democrático. Con una población del orden de los 53 millones de habitantes, la R.F.A. tenía un sistema de autoridades electivo, imperaban en ella las libertades democráticas, y se habían hecho grandes progresos en el orden económico. La recuperación de la economía alemana, bajo el timón del Ministro de Economía Ludwig Erhart, fue conocida mundialmente como "el milagro alemán".
En la zona de ocupación soviética - con unos 16 millones de habitantes - siguiendo un proceso similar al cumplido con las otras naciones que luego de la guerra fueran ocupadas por su ejército, (Ver los antecedentes de la revolución en Hungría de 1956), se había establecido una “República Democrática Popular”" - denominada República Democrática Alemana, R.D.A. - conforme al modelo de la U.R.S.S. - donde imperaba la economía colectivizada y se reconocía como único partido político admitido al Partido Comunista.
1945 - EL STATUS DE BERLÍN Y EL PROTOCOLO DE POTSDAM.
Punto rojo Conforme a un documento de acuerdo básico firmado en Londres el 12 de setiembre de 1944, entre la U.R.S.S., EE.UU e Inglatera, quedó sentado el criterio de que la ciudad de Berlín y alrededores no se consideraría parte de ninguna de las zonas de ocupación de Alemania.
Posteriormente, el 26 de julio de 1945, Francia fue admitida como un Estado comparticipante en la ocupación de Alemania; lo cual la U.R.S.S., luego de oponerse enfáticamente, finalmente aceptó a condición de que la zona de ocupación francesa fuera integrada solamente por territorios originalmente asignados a las zonas de ocupación inglesa y norteamericana.
La división originalmente aplicada a toda Alemania, se reprodujo así dentro de Berlín, dividiéndose en 4 sectores, cada uno bajo administración de uno de los países antes mencionados. En las tres zonas asignadas a los países occidentales, vivían unas 2:250.000 personas, y en la zona asignada a los soviéticos, alrededor de 1:100.000.
Punto rojo Antes de llevarse a cabo el ingreso de las tropas occidentales a Berlín, conforme a lo acordado, las fuerzas soviéticas mantuvieron la ocupación exclusiva de la ciudad durante 10 semanas.
En ese período, los soviéticos retiraron de la zona que correspondería a los países occidentales, todas las máquinas y herramientas de las fábricas, los generadores de las centrales eléctricas, casi todos los autobuses, tranvías y vagones de tren subterráneo, y 52 centrales telefónicas con unas 250.000 líneas.
Además, designaron de inmediato un gobierno provisional para toda la ciudad y se ocuparon especialmente de recomponer la fuerza de Policía, integrándola con personas de confianza de los comunistas.
Punto rojo En el Protocolo de Potsdam, firmado por las cuatro potencias combatientes contra Alemania al término de la Conferencia de Potsdam realizada desde el 17 de julio al 2 de agosto de 1945, se acordaron medidas dirigidas a la eliminación total del Partido Nacional Socialista de Alemania (el partido nazi) y para procurar la “eventual reconstrucción de la vida política alemana sobre una base democrática y para la eventual cooperación pacífica de Alemania en la vida internacional”".
Para tal fin, el Protocolo estableció que debía procederse inmediatamente a hacer que se formaran gobiernos locales mediante concejos elegidos por las poblaciones; y que tan pronto como fuera posible se celebrarían elecciones para gobiernos regionales, provinciales y estatales. A esos efectos, se asumía el compromiso de estimular por todos los medios la actividad plural de grupos político-partidarios de ideas democráticas.
Punto rojo En el área económica, el Protocolo de Potsdam establecía que, si bien Alemania no tendría en lo inmediato un gobierno central nacional, sería considerada como una unidad económica y se establecerían dentro del sistema de gobierno de ocupación “ciertos departamentos administrativos alemanes centrales esenciales, encabezados por Secretarios de Estado” (Ministros), los que actuarían bajo la autoridad del Consejo Aliado de Control, que era la autoridad que se establecía para regir en común las cuatro zonas de ocupación militar de Alemania.
Punto rojo El principio básico de que se conservaría la unidad de Alemania restablecida como una nación, aunque con algunos reajustes en sus fronteras, fue un elemento esencial del Protocolo de Potsdam. En una “Proclama al Pueblo Alemán” emitida el 8 de mayo de 1945, Stalin expresó que “La Unión Soviética no se propone desmembrar o destrozar a Alemania”.
Pero la política soviética en ese sentido cambió totalmente, una vez que fue visible que no sería posible implantar el régimen comunista en toda Alemania.
EL DERECHO DE ACCESO A BERLÍN.
Punto rojo El 14 de junio de 1945, el Presidente Truman dirigió a Stalin un telegrama en el cual exponía los lineamientos conforme a los cuales se procedería al retiro de las tropas norteamericanas que habían ocupado en combate territorios que en Potsdam quedaron asignados a la zona soviética de ocupación; y que, incluso, se habían detenido en su avance, sin entrar en Berlín, en cumplimiento de lo previamente acordado en Yalta.
Debe recordarse que ya hacia el final mismo de la guerra, se desató una verdadera carrera entre los ejércitos soviéticos y occidentales por ocupar la mayor parte de territorio alemán y llegar primero a Berlín; especialmente bajo la insistencia de Churchill que siempre había recelado firmemente acerca del futuro de los territorios que ocupara la U.R.S.S. Pero en Yalta Stalin encontró apoyo en Roosevelt para reservar a los soviéticos la entrada a Berlín y territorios a su occidente.
El telegrama de Truman estipulaba, entre otras cosas, el reconocimiento del derecho de “libre acceso a Berlín, por aire, carretera y ferrocarril, de las fuerzas norteamericanas de Frankfurt y Bremen”; lo cual fue aceptado en la respuesta a ese telegrama cursada por Stalin el 18 de junio de 1945.
El 28 de junio, diez días después, los representantes de los gobiernos de la U.R.S.S., EE.UU e Inglaterra definieron en un documento conjunto, con todo detalle, aquellas carreteras, vías férreas y rutas aéreas situadas entre cada una de las zonas occidentales de ocupación de Alemania y Berlín, que serían usadas para ese propósito.
Punto rojo Los países occidentales interpretaron inmediatamente como parte del derecho de acceso a Berlín, el de transportar hacia dicha ciudad víveres y otros suministros destinados a la población civil; así como el derecho de los habitantes de Berlín a recibir y exportar toda clase de bienes hacia cualquier parte de Alemania, lo que se consideró inherente al estatuto especial de Berlín y asimismo consecuencia de las cláusulas del Protocolo de Potsdam sobre la unidad económica de Alemania.
Pero ya en setiembre de 1945, el comandante de la zona soviética de Berlín, Mariscal Zhulov, notificó a los comandantes de las otras zonas que Alemania del Este no podría continuar suministrando víveres a los habitantes de sus respectivas zonas; con lo cual los habitantes del resto de Berlín pasaron a depender exclusivamente de los víveres provenientes de Alemania occidental.
1946 - LAS PRIMERAS ELECCIONES POLÍTICAS EN BERLÍN.
Punto rojo En los primeros momentos de la reorganización política de Alemania, surgieron varios partidos, entre ellos uno denominado Partido Social Demócrata, de orientación socialista, un Partido Demócrata Cristiano, un Partido Liberal Democrático, y asimismo el Partido Comunista. En su zona de ocupación, las autoridades soviéticas propugnaron la fusión del partido socialdemócrata con el comunista; lo que dio lugar al Partido de Unidad Socialista, pero ello no ocurrió así dentro de la ciudad de Berlín.
Las elecciones para integrar el Parlamento de la ciudad de Berlín, se realizaron el 20 de octubre de 1946, siendo mayoritario el Partido Social Demócrata con el 48,7% de los votos, seguido del Demócrata Cristiano con el 22,2%, el de Unidad Socialista (comunista) con el 19,8%, y el Liberal Democrático con el 9,3%.
El Parlamento eligió como Alcalde de Berlín a un socialdemócrata, pero debió renunciar en abril de 1947 debido a que fue desautorizado por el Parlamento a raíz de haber hecho una alianza con los comunistas. El 24 de junio de 1947 fue electo como Alcalde de Berlín otro socialdemócrata, Ernst Reuter (que luego alcanzara renombre mundial) pero fue vetado por las autoridades soviéticas y recién pudo asumir el cargo en diciembre de 1948. Por otra parte, luego de las elecciones de octubre de 1946, nunca más fueron permitidas elecciones en Berlín oriental.
Punto rojo De inmediato se desató una contienda por el mando de las fuerzas de la Policía. El Alto Mando Aliado, (la kommandatur) organismo conjunto que gobernaba Berlín, transfirió al gobierno civil de la ciudad el mando de las fuerzas policiales; pero de hecho los mandos policiales continuaron respondiendo exclusivamente a las autoridades soviéticas que los habían designado inicialmente. El gobierno de Berlín pudo asumir realmente el mando policial, poco a poco, sólo en las zonas no soviéticas de la ciudad.
En la zona oriental de Alemania, ocupada por las fuerzas soviéticas, comenzó a actuar de inmediato un grupo de dirigentes políticos comunistas que durante el régimen hitleriano se habían refugiado en la U.R.S.S.; encabezados por Walter Ulbrich, que había realizado cursos de adoctrinamiento político en Moscú entre 1926 y 1929, y luego de haber vuelto a Alemania y haber actuado en el Partido Comunista, al producirse el ascenso de Hitler al poder había permanecido en la U.R.S.S. desde 1937 donde adquirió la ciudadanía soviética. Había regresado en 1945 como coronel del ejército soviético destacado en Alemania.
Su táctica política principal en todas las elecciones de bajo nivel, fue proponer una lista única con un candidato propuesto por ellos. Ulteriormente, al producirse la fusión del Partido Social Demócrata con el Partido Comunista dando lugar al Partido de Unidad Socialista, lograron dominar la integración de las listas y las mayorías electorales; mientras un proceso similar se llevaba a cabo en Polonia, Hungría, Rumania, Bulgaria y Albania.
1948 - ESTABLECIMIENTO DEL BLOQUEO DE BERLÍN.
Punto rojo Transcurrido un año de la rendición alemana, la economía no daba signos de recomposición. El 6 de setiembre de 1946, el Secretario de Estado norteamericano formuló una propuesta de fusión económica entre las zonas de ocupación norteamericana e inglesa, a la cual se unieron los franceses a condición de que se excluyera la zona industrial del Sarre. Ello dio a los soviéticos el argumento para rechazar incorporar su zona a la fusión. La reestructuración de la economía alemana comprendió una reforma tributaria, el combate de la inflación, la reorganización de los transportes y las comunicaciones, la unificación del servicio de correos, la centralización de la distribución de alimentos y el aumento de la producción industrial permitiéndose el comercio del hierro y el carbón con los demás países europeos.
Luego del anuncio del establecimiento del Plan Marshall para la recuperación europea, en junio de 1947, las tensiones entre las autoridades soviéticas y occidentales en Alemania aumentaron progresivamente.
Los gobiernos occidentales estimularon la reconstrucción política de Alemania occidental, y el 6 de marzo de 1948 fue anunciada la integración económica de las zonas occidentales de Alemania con Bélgica, Holanda y Luxemburgo.
El 6 de junio los gobernadores militares occidentales dispusieron la reforma monetaria que sustituyó al depreciado Reichsmark por el Deutschmark.
También fue modificado el Estatuto de Ocupación, permitiendo la constitución de un gobierno federal alemán electo, como paso previo a la resolución de la cuestión pendiente, del Tratado de Paz con Alemania.
Punto rojo La respuesta soviética a estos movimientos, fue el abandono del Consejo Aliado de Control para Alemania, el 20 de marzo de 1948. El 1º de abril impusieron restricciones al tránsito por carretera y ferrocarril por los corredores hacia Berlín, y el 16 de junio abandonaron la kommandatur de Berlín.
Los gobiernos occidentales habían admitido no hacer extensiva a Berlín la reforma del Deutschmark dispuesta el 6 de junio de 1948, y mantener el Reichsmark, en tanto que se mantuviera el control de la emisión de esa moneda. Las autoridades soviéticas de Berlín rehusaron ese control, y en su lugar emitieron su propia moneda; por lo cual el 23 de junio el Deutschmark fue aplicado a las zonas occidentales de Berlín.
Punto rojo El 24 de junio de 1948, las autoridades soviéticas procedieron a cortar totalmente las rutas terrestres y acuáticas entre Berlín y las zonas occidentales de Alemania, iniciando lo que se denomina “El bloqueo de Berlín”.
1948/1949 - EL PUENTE AÉREO DE BERLIN.
Punto rojo La situación suscitada por el bloqueo de Berlín produjo una enorme tensión entre la U.R.S.S. y las potencias occidentales, y fue uno de los hitos de la Guerra Fría.
En occidente se consideró que era claro el objetivo soviético de forzar a los gobiernos de EE.UU. Inglaterra y Francia, a salir de Berlín, tomando como rehenes a los berlineses de sus respectivas zonas, a quienes se dejaba sin alimentos. Las potencias occidentales, en la alternativa de recurrir a la fuerza militar como medio de reabrir las rutas de superficie a Berlín para reabastecer a la población civil de la ciudad, optaron por montar un plan extraordinario de abastecimiento por aire, que fue inmediatamente designado como “el puente aéreo de Berlín”.
Punto rojo Durante los siguientes 11 meses, los aviones de transporte - que entonces eran a hélice - especialmente los C-54 de fabricación norteamericana pero piloteados también por aviadores ingleses y franceses - hicieron 277.728 vuelos a Berlín en los que transportaron 2:343.301 toneladas de alimentos y otros suministros.
72 aviadores, 31 de los cuales norteamericanos, perdieron la vida en accidentes ocurridos en el puente aéreo.
Punto rojoLa respuesta de la población de las zonas occidentales de Berlín, liderada por el Alcalde Ernst Reuter, fue considerada casi heroica.
Las autoridades soviéticas de Berlín organizaron un programa de suministro de alimentos a los berlineses que se registraran como habitantes de la zona oriental, pero solamente unos pocos lo hicieron.
Entretanto, la población subsistió con gran escasez de alimentos y sobre todo de combustible. Durante varios meses, la energía eléctrica solamente era suministrada durante 3 horas al día. En el período invernal, practicamente no existió calefacción.
Punto rojo El 30 de noviembre de 1948, quedó dividido definitivamente el gobierno de la ciudad. Luego de haberse efectuado un primer ataque contra la Alcaldía cuyo edificio estaba en la zona soviética, el 23 de junio - a propósito del establecimiento del Deutchsmark en Berlín - se efectuaron varias asonadas contra las autoridades, habiendo penetrado en el local del Parlamento e hiriendo a algunos diputados.
Ese día 30 de noviembre, la mayoría de los diputados se trasladó a la zona occidental, y en Berlín oriental se estableció un nuevo gobierno municipal provisional, anunciándose nuevas elecciones que nunca fueron realizadas. En Berlín occidental fueron realizadas elecciones para constituir un nuevo gobierno, el 5 de diciembre de 1948; pero las autoridades de Berlín oriental prohibieron a sus habitantes votar en ellas.
El nuevo gobierno de Berlín se instaló en un edificio de la zona occidental, Ernst Reuter volvió a ser designado Alcalde, y se convirtió en el líder de la resistencia berlinesa al dominio soviético.
1949 - FINAL DEL BLOQUEO.
Punto rojo En la primavera de 1949, la U.R.S.S. llegó a la conclusión de que su esfuerzo por desalojar a los occidentales de Berlín había fracasado, y se establecieron conversaciones reservadas a nivel diplomático en Nueva York.
El 4 de mayo de 1949, se suscribió en Nueva York un documento en que participaron las 4 potencias ocupantes de Alemania, en el cual se establecía que “Todas las restricciones impuestas desde el principio de marzo de 1949 por el gobierno de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas sobre comunicaciones, transporte y el comercio entre Berlín y las zonas occidentales de Alemania, y entre la zona oriental y las zonas occidentales, serán eliminadas en 12 de mayo de 1949”.
Poniendo en vigor ese acuerdo, el 9 de mayo de 1949 el gobierno militar soviético de Alemania emitió una Circular Nº 56 levantando esas restricciones.
El final del bloqueo de Berlín fue recibido con muestras de alivio y expresiones de agradecimiento de los berlineses, hacia los países que mantuvieron el puente aéreo.
Punto rojo En el aeropuerto berlinés de Tempelhof, uno de los más utilizados por los aviones que operaron el puente aéreo, fue levantado un gran monumento en el cual fueron inscriptos los nombres de los pilotos que habían muerto durante él. Se constituyó una Fundación designada “Gratitud al abastecimiento aéreo”, que subsidió la educación de los hijos de esos pilotos, y les proporcionó becas para asistir a la Universidad Libre de Berlín.
Esa Universidad había sido creada durante el abastecimiento aéreo, con profesores y alumnos de la antigua Universidad de Berlín que quedó en el sector soviético, y que emigraron al oeste. La Universidad Libre de Berlín, que celebrara sus primeras clases en un antiguo edificio sin calefacción y alumbrándose con velas, contaba pocos años después con más de 12.000 alumnos la cuarta parte de los cuales provenían de Alemania oriental; y llegó a ser considerada una de las instituciones universitarias de más alto nivel en todo el mundo.
Punto rojo En los EE.UU., los alumnos de las escuelas formaron un fondo con contribuciones voluntarias, para fabricar una réplica de la Campana de la Libertad que se custodia en el Pabellón de la Independencia, en la ciudad de Filadelfia y que en 1776 tocó para anunciar la firma de la Declaración de la Independencia de los EE.UU. Esa campana fue obsequiada la nueva Alcaldía de Berlín, y pasó a ser tocada todas las tardes en recordatorio del Puente Aéreo.
Punto rojo Terminado el bloqueo, la ciudad de Berlín, en el marco del Plan Marshall, emprendió una gran actividad para reconstruir la ciudad. Las ruinas y escombros que todavía se encontraban fueron despejadas, se reconstruyeron los parques públicos y se proveyó de nueva maquinaria a las fábricas.
Una nueva central de energía eléctrica había sido construída durante el bloqueo, con enormes generadores cuyas piezas fueron transportadas una a una por vía aérea. Fueron edificadas decenas de nuevos edificios de viviendas, oficinas y hoteles.
En algún tiempo, la ciudad de Berlín recuperó su posición como gran ciudad industrial de Europa; y fueron creados más de 320.000 nuevos empleos. Hacia 1961, más de 200.000 berlineses tenían automóvil propio.
DESPUÉS DEL BLOQUEO.
Punto rojo El fin del bloqueo no significó en absoluto la terminación de las tensiones en Alemania ni en Berlín.
Casi inmediatamente, en enero de 1950, comenzó lo que se llamó “el segundo bloqueo de Berlín”, mediante acciones graduales que entorpecían el transporte hacia la ciudad, consistentes en la implantación de revisiones exageradas, que producían grandes demoras en el despacho de los vehículos, creando gigantescas “colas” de camiones en los puestos de control.
Además de establecer una intensa propaganda dirigida a atemorizar a los berlineses, en 1955 las autoridades soviéticas elevaron en gran medida los impuestos que debían pagarse como derechos de tránsito entre Berlín y Alemania Occidental.
LA RECONSTRUCCION POLÍTICA Y ECONÓMICA
DE ALEMANIA OCCIDENTAL.
Punto rojo Mientras, en Alemania occidental progresaba la reconstrucción política. El 1º de setiembre de 1948 se había reunido por primera vez en la ciudad de Bonn, el Consejo Parlamentario presidido por el ex-Alcalde de la ciudad de Colonia, Konrad Adenauer, con el cometido de redactar una Constitución provisional de Alemania, que quedó terminada en mayo de 1949. Bajo la misma, se realizaron el 14 de agosto de 1949 las primeras elecciones libres desde 1932.
Punto rojo El 21 de setiembre de 1949 nació la República Federal de Alemania, siendo Canciller Konrad Adenauer, jefe del Partido Cristiano Demócrata Alemán. A partir de 1950, la R.F.A. fue ocupando un lugar en la comunidad internacional.
Punto rojo El 26 de mayo de 1952, las tres potencias occidentales suscribieron convenios en los que, no habiéndose formalizado el Tratado de Paz, pusieron término al Estatuto de Ocupación y establecieron la finalización del régimen de ocupación a partir del ingreso de Alemania a la N.A.T.O.; pero salvaguardaron su derecho a estacionar fuerzas armadas en territorio alemán para la defensa de Berlín. El compromiso aliado de mantener fuerzas armadas en Berlín fue ratificado el 27 de mayo de 1952, en una declaración que consideraba cualquier ataque a Berlín como un ataque contra ellas mismas.
La R.F.A. fue admitida como parte de la N.A.T.O. el 3 de octubre de 1954, bajo ciertas restricciones en cuanto a sus armamentos y a su acción militar. El Canciller Adenauer asumió el compromiso expreso de que Alemania no desarrollaría armas atómicas, biológicas o químicas; se comprometió también a no fabricar proyectiles dirigidos de largo alcance, aviones de bombardeo estratégico ni buques de guerra de gran tamaño, sin autorización aprobada por los 2/3 de los miembros del Consejo de la Unión Europea Occidental.
Punto rojo Alemania Occidental ingresó en la Comunidad Económica para el Carbón y el Acero, así como el el Mercado Común Europeo. Obtuvo con el paso de algunos años, una posición líder en la economía mundial, manteniendo el Marco como una de las monedas más fuertes y estables del mundo hasta el advenimiento del Euro.
Luego del proceso histórico que terminó con la caída del sistema comunista en Alemania Oriental, se produjo la unificación del Alemania en torno a la R.F.A., lo cual requirió una enorme esfuerzo económico a esta última, debido a las grandes diferencias de nivel de ambas economías.
EL ESTABLECIMIENTO DE LA “REPÚBLICA DEMOCRÁTICA ALEMANA”
EN ALEMANIA ORIENTAL.
Punto rojo En el sector oriental de Alemania, el 7 de octubre de 1949 se estableció un gobierno de tipo comunista y se procedió a una activa militarización. Bajo el nombre de “Policía del Pueblo” (conocida como “Vopo” por su denominación de “VolksPolitzei”), el ejército de Alemania Oriental comenzó a constituirse en la primavera de 1950. A fines de 1953, con una población de algo menos de 17 millones de personas, había una fuerza militar de 140.000 hombres, más 100.000 en la V.P. y una fuerza aérea.
Entre 1954 y 1955 las atribuciones de las fuerzas de ocupación soviética fueron nominalmente transferidas al gobierno de la R.D.A., incluyendo los controles de las fronteras con la R.F.A. y Berlín.
Punto rojo Sin embargo, resultó evidente que el gobierno comunista tenía grandes resistencias en Alemania oriental. El 17 de junio de 1953 estalló una importante huelga en Berlín oriental y en varias otras ciudades, especialmente dirigida por obreros de la construcción y de las fábricas, en protesta por la implantación de nuevas normas de trabajo; para reprimir las cuales fueron llamados en auxilio los tanques soviéticos, como luego ocurriría en Hungría y en Checoslovaquia.
Punto rojo La fuga de personas hacia occidente, fue una constante en Alemania oriental. En los 16 años siguientes al bloqueo, se calcula que salieron ilegalmente de ella unas 3:300.000 personas. Desde que en 1949 se implantaron registros, fueron contabilizados 2:600.000 refugiados de Alemania oriental en la R.F.A. y Berlín occidental.
Desde 1953, comenzó a establecerse en la frontera entre las dos Alemanias una zona de tierra arada, en cuyo centro se instalaron barreras de alambre de púas con torretas en que estaban situados tiradores equipados por armas de mira telescópica.
Punto rojo Sin embargo, los que lograban llegar a Berlín podían cruzar con cierta facilidad a la zona occidental a pie o por el tren subterráneo, haciéndose pasar por un trabajador de la otra zona, pero debían evitar llevar equipaje. Pero si alguien era sorprendido en esa actitud, era castigado con la cárcel; y también eran afectados los familiares de los refugiados que se quedaban en el país.
El número de refugiados de Alemania oriental en Berlín llegó a ser de alrededor de 4.000 personas por semana, entre ellos un alto porcentaje de profesionales universitarios y trabajadores muy calificados, tanto hombres como mujeres.
LA “CUESTIÓN DE LA REUNIFICACIÓN DE ALEMANIA
Y EL STATUS DE BERLÍN".
Punto rojo En el último trimestre de 1958, se reiniciaron las tensiones en torno a Berlín. En un discurso pronunciado el 10 de noviembre, otro del 26 y una nota dirigida a los países de occidente, el 27 de noviembre de 1958, el entonces Primer Ministro soviético Nikita Jrushchev declaró nulos y sin valor todos los acuerdos concertados entre la U.R.S.S. y las potencias occidentales en relación a Berlín; y exigió el retiro de las fuerzas militares occidentales en el plazo de seis meses.
Allí expresaba el concepto de que “la solución más correcta y natural” consistía en que la ciudad de Berlín pasara en su totalidad a formar parte de la R.D.A., al tiempo que anunciaba que la U.R.S.S. se aprestaba a suscribir un Tratado de Paz con la Alemania Oriental, en el cual le asignaría el control total de todas las rutas de acceso a Berlín.
Punto rojoEl 31 de diciembre de 1958, los EE.UU. rechazaron terminantemente el planteo soviético, y también lo hicieron Inglaterra y Francia. El 10 de enero de 1959, Jrushchev propuso celebrar una “conferencia cumbre” sobre el tema de Berlín, con participación de las dos Alemanias. La conferencia fue aceptada, y se reunió en Ginebra el 11 de mayo de 1959.
Allí las potencias occidentales propusieron un “Plan de Paz” para toda Alemania, en varias fases. La U.R.S.S. rechazó de inmediato ese plan, y en su lugar propuso otro, consistente en la firma por separado de sendos Tratados de Paz con lo que denominaba “los dos Estados alemanes” y dejar librado a negociaciones entre ellos el tema de la reunificación. Entretanto esas negociaciones se concretaban, proponía dar a Berlín el estatuto de “ciudad libre y desmilitarizada” poniendo fin a la presencia de tropas occidentales en ella.
Punto rojo Este proceso se vinculaba con otros planteos soviéticos impulsados por Jrushchov, que comprendían la disolución de la N.A.T.O. y la eliminación de todas las bases norteamericanas en Eurasia.
En contrapartida, los soviéticos proponían retirar sus ejércitos al territorio de la U.R.S.S.; lo que dio lugar a que se señalara que, mientras desde los EE.UU. las distancias eran del orden de los 5.000 kilómetros, para la U.R.S.S. volver a ocupar Europa sería cuestión de horas.
También se señalaba que los occidentales tenían destacados en Berlín unos 11.000 efectivos, los que estaban rodeados por lo menos por 22 divisiones soviéticas equipadas con tanques, más el ejército de Alemania oriental.
Punto rojo Como expresiones de la tensión reinante, en los días 1º de mayo de 1959, 1960 y 1961, las tropas del ejército alemán oriental desfilaron en Berlín oriental haciendo un gran despliegue de sus modernos armamentos. En agosto de 1961, grandes cantidades de tropas del ejército alemán oriental equipadas con tanques, fueron ostensiblemente instaladas en Berlín oriental.
Punto rojo La Conferencia cumbre de Ginebra colapsó el 5 de agosto de 1959, luego que se interrumpiera el 20 de junio y el 13 de julio, sólo para fijar nuevos aplazamientos.
Punto rojo Desde el 15 al 27 de setiembre de 1959, Nikita Jruschev realizó su célebre visita a los EE.UU., durante la cual incluso visitó Hollywood y se exhibió en la TV junto con famosas estrellas del cine — como Marilyn Monroe — anunciando que en 15 años la U.R.S.S. superaría a los EE.UU. en todos los terrenos, y que "enterraremos a los capitalistas".
En las reuniones realizadas con motivo de la visita de Jrushchev, se acordó realizar una gran Conferencia Cumbre de los 4 Grandes a iniciarse en París el 15 de mayo de 1960.
Punto rojo Si bien todos los participantes se encontraron allí, Nikita Jrushchev la declaró cancelada a raíz del incidente del derribo sobre territorio de la U.R.S.S. del avión U-2 perteneciente a la C.I.A. norteamericana, piloteado por Gary Powers.
Punto rojo La cancelación de la proyectada Cumbre sobre las cuestiones del Tratado de Paz con Alemania y status de Berlín, no impidió que Jrushchev dejara de insistir en la urgencia de su resolución.
Entre el 3 y el 4 de junio de 1961, habiendo llegado Kennedy a la Presidencia de los EE.UU., promovió una reunión informal con Jrushchev en Viena, para “intercambiar opiniones”; las conclusiones de las cuales fueron calificadas luego por Kennedy como “sombrías”.
Jrushchev entregó a Kennedy el 4 de junio, en Viena, un documento rotulado “Aide-Memoire” (Ayuda-memoria), en el cual se contenían expresiones sumamente agresivas hacia la R.F.A., se insistía en el plan de desmilitarizar Berlín y se reiteraba el propósito soviético de firmar un Tratado de Paz por separado con Alemania oriental.
Punto rojo La respuesta occidental fue sumamente enérgica. A solicitud del Presidente Kennedy, el Congreso norteamericano autorizó el inmediato refuerzo de las tropas norteamericanas en Berlín occidental, lo cual fue seguido por los demás miembros de la N.A.T.O.
El entonces Vicepresidente norteamericano, Lyndon Johnson, viajó a Berlín como emisario especial de Kennedy, para llevar a los berlineses las seguridades del apoyo norteamericano.
ERECCIÓN DEL “MURO DE BERLÍN”.
Punto rojo A nivel de la población, solamente en julio de 1961 se refugiaron en Berlín occidental más de 30.000 berlineses orientales. El gobierno de Berlín oriental tomó medidas para restringir el desplazamiento de unos 50.000 berlineses orientales que trabajaban a diario en la zona occidental. Pero en los primeros 12 días de agosto de 1961, los refugiados fueron más de 22.000. En la noche del 12 a 13, fue construído el “muro de Berlín”; y fue totalmente prohibida la circulación de personas entre los sectores de Berlín.
Punto rojoEl Muro de Berlín inmediatamente pasó a ser un símbolo de la separación entre los dos mundos que estaban representados a cada uno de sus lados. Con el paso del tiempo, igualmente muchos intentaron atravesarlo para llegar a occidente, de los que centenares murieron en el intento. Y, cuando finalmente fue derribado el 9 de noviembre de 1989, su caída pasó a considerarse representativa del fin de la Guerra Fría.
Punto rojo Pero, a la luz de los hechos posteriores, se hizo evidente que la crisis de Berlín de 1961 había sido una manifestación más de la pulseada de Nikita Jruschev con los EE.UU. Pocos meses después, ella llegaría a su punto culminante con la crisis de los misiles instalados en Cuba, la firme reacción de los EE.UU. y su presidente Kennedy; y el aflojamiento de las tensiones que siguió al retiro de los misiles soviéticos y a la ulterior caída de Nikita Jruschev como jefe del gobierno de la U.R.S.S.