Mostrando entradas con la etiqueta Mito de Perseo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mito de Perseo. Mostrar todas las entradas

martes, 26 de febrero de 2013

Medusa (Mito de Perseo)

Medusa


Medusa, de Caravaggio (Florencia, Uffizi).
En la mitología griega, Medusa (en griego antiguo Μέδουσα Médousa, ‘guardiana’, ‘protectora’) era un monstruo ctónico femenino, que convertía en piedra a aquellos que la miraban fijamente a los ojos. Fue decapitada por Perseo, quien después usó su cabeza como arma hasta que se la dio a la diosa Atenea para que la pusiera en su escudo, la égida. Desde la antigüedad clásica, la imagen de la cabeza de Medusa aparece representada en el artilugio que aleja el mal conocido como Gorgoneion.

En la mitología clásica

Las tres hermanas gorgonas —Medusa, Esteno y Euríale— eran hijas de Forcis y Ceto, o a veces de Tifón y Equidna, en ambos casos monstruos ctónicos del mundo arcaico. Esta genealogía la comparten sus otras hermanas, las Greas, como en el Prometeo liberado de Esquilo, quien ubica ambas trinidades muy lejos, en la «espantosa llanura de Cistene»:
No lejos, las alígeras hermanas
Con serpientes por cabellos; las gorgonas
Enemigas del hombre
Perseo con la cabeza de Medusa, por Benvenuto Cellini, instalada en 1554.
Aunque los pintores de vasijas y talladores de relieves griegos antiguos imaginaban a Medusa y sus hermanas como seres nacidos con forma monstruosa, los escultores y pintores del siglo V empezaron a imaginarla como hermosa a la par que terrorífica. En una oda escrita en el 490 a. C. por Píndaro ya se habla de la «Medusa de bellas mejillas». En una versión posterior del mito, narrada por el poeta romano Ovidio, Medusa era originalmente una hermosa doncella, «la celosa aspiración de muchos pretendientes» y sacerdotisa del templo de Atenea, pero cuando fue violada por el «Señor del Mar» Poseidón en él, la enfurecida diosa transformó su hermoso cabello en serpientes. Atenea esperaba esas actitudes de un dios como Poseidón, convirtiendo a la víctima automáticamente en el criminal. Para Medusa, ser violada representaba un crimen, debido a que una sacerdotisa de Atenea debía mantenerse célibe como requisito para servir a la diosa.
En la mayoría de las versiones de la historia, Medusa estaba embarazada de Poseidón cuando fue decapitada mientras dormía por el héroe Perseo, que había sido enviado a buscar su cabeza por el rey Polidectes de Sérifos. Con la ayuda de Atenea y Hermes, que le dio las sandalias aladas, el casco de invisibilidad de Hades, una espada y un escudo espejado, y después de ir donde estaban las Grayas para que le dijeran donde se encontraba la cueva de las gorgonas, Perseo cumplió su misión. El héroe mató a Medusa acercándose a ella sin mirarla directamente sino observando el reflejo de la gorgona en el escudo para evitar quedar petrificado. Su mano iba siendo guiada por Atenea y así cortó su cabeza. Del cuello brotó su descendencia: el caballo alado Pegaso y el gigante Crisaor.
Jane Ellen Harrison argumenta que «su potencia sólo comienza cuando su cabeza es cortada, y aquella potencia reside en la cabeza; ella es en una palabra una máscara con un cuerpo más tarde añadido... la base del Gorgoneion es un objeto de culto, una máscara ritual incomprendida». En la Odisea, Homero no menciona específicamente a la gorgona Medusa:
el pálido terror se apoderó de mí, temiendo que la ilustre Perséfone me enviase del Hades la cabeza del horrendo monstruo grisáceo
Lo que Harrison traduce como «la gorgona fue creada del terror, no el terror de la gorgona.»
Según Ovidio, Perseo pasó por el noroeste de África junto al Titán Atlas, que estaba allí sujetando el cielo, y lo transformó en piedra. De forma parecida, se decía que los corales del Mar Rojo se habían formado de la sangre de Medusa que salpicó las algas cuando Perseo dejó la cabeza petrificadora junto a la playa durante su breve estancia en Etiopía, donde salvó y se casó con la hermosa princesa Andrómeda. Incluso se decía que las víboras venenosas del Sáhara habían brotado de las gotas caídas de su sangre.
Perseo voló entonces a la isla de su madre, donde ésta estaba a punto de ser casada por la fuerza con el rey. Gritó «Madre, protege tus ojos», y todos menos ella fueron convertidos en piedra por la vista de la cabeza de la Medusa.
Entonces le dio la cabeza a Atenea, quien la colocó en su escudo, la égida. Según algunas fuentes, la diosa le dio la sangre mágica de Medusa al médico Asclepio, pues la que manaba del lado izquierdo del cuello era un veneno mortal, y la del lado derecho tenía el poder de resucitar a los muertos.
Aunque algunas referencias clásicas aluden a las tres gorgonas, Harrison considera que la multiplicación de Medusa en un trío de hermanas era un rasgo secundario del mito:
La forma triple no es primitiva, sino simplemente un ejemplo de una tendencia general... que hace de cada diosa una trinidad, lo que nos ha dado a las Horas, las Cárites, las Erinias y una multitud de tríos más. Es inmediatamente obvio que las gorgonas no eran realmente tres sino una más dos. Las dos hermanas supervivientes son meros apéndices debidos a la costumbre: la auténtica gorgona es Medusa.
Según cuenta Pausanias, el mito de Medusa es una versión novelada de la historia de una reina quien, tras la muerte de su padre, habría recogido ella misma el cetro, gobernando a sus súbditos cerca del lago Tritonide, en Libia. Habría muerto de noche durante una campaña contra Perseo, un príncipe del Peloponeso.

Grayas (Mito de Perseo)

Grayas


Perseo les devuelve el ojo a las Grayas, por Johann Heinrich Füssli.
Las Grayas o Greas (en griego antiguo Γραῖαι Graĩai, ‘viejas’) eran deidades preolímpicas, tres hermanas (algunas versiones cuentan dos) hijas de Forcis, uno de los aspectos del ‘anciano hombre del mar’ (halios geron), y Ceto, por lo que se cuentan entre los Fórcides (siendo a veces consideradas deidades marinas, personificaciones de la espuma del mar). Las Grayas nacieron ya ancianas y con cabellos grises, aunque los poetas las designaban a veces eufemísticamente como «hermosas», y fueron haciéndose más y más viejas.
Sus nombres eran Dino (‘temor’, la anticipación del horror), Enio (‘horror’, la «Destructora de Ciudades» que tenía una identidad separada de sus hermanas) y Pefredo o Penfredo (‘alarma’). Como otros conjuntos de viejas brujas de los niveles más antiguos de las mitologías germánicas y nórdicas, tenían un solo ojo y un único diente para todas, que compartían y usaban por turnos, durmiendo las dos a las que no les toca. Vivían en una cueva situada muy lejos hacia el ocaso, en un lugar donde siempre era de noche.
Las Grayas pueden ser comparadas con las tres hilanderas del destino (las Moiras), las Nornas noreuropeas, o con la diosa báltica Laima y sus dos hermanas.

Mito

Las Grayas sólo aparecen en una leyenda, la de Perseo. Cuando el héroe fue a matar a Medusa halló primero a las Grayas, que eran las guardianas del camino que llevaba a sus hermanas, las Gorgonas. Perseo les robó el ojo cuando lo pasaban de una a otra y así dejó dormidas a las tres, pudiendo continuar con su camino. Se cuenta que arrojó el ojo al lago Tritonis. Otra versión del mito cuenta que las Grayas tenían un oráculo y sabían la forma de matar a la Gorgona, consistente en lograr de unas ninfas unas sandalias aladas, una especie de alforja llamada kibisis (donde guardar la cabeza de la Medusa) y el casco de invisibilidad de Hades. Perseo, informado por Hermes y Atenea de que las Grayas sabían esto, les robó el ojo y el diente, obligándoles así a revelar el secreto (algunas fuentes cuentan que también les amenazó con su espada) y dónde podía encontrar a las ninfas. Una versión diferente decía que estas le entregaron tales tesoros para cumplir con su labor de matar a la gorgona. También se dice que Tánatos, la muerte, les robó los amuletos para hacerlas buscarlos locamente porque creían que sin ellos eran mortales.