sábado, 25 de octubre de 2008

Vanguardismo: Ultraísmo, Surrealismo, Futurismo

Vanguardismo
Conjunto de las escuelas o tendencias artísticas, nacidas en el siglo XX, tales como el cubismo, el ultraísmo, etc., con intención renovadora, de avance y exploración.

Ultraísmo
Ultraísmo, movimiento poético de vanguardia surgido de las tertulias que iniciara Rafael Cansinos-Assens en el Café Colonial de Madrid a finales de 1918 y como reacción contra el amaneramiento de los seguidores del modernismo de Rubén Darío.
Así lo explica un ultraísta como Guillermo de Torre: “como una violenta reacción contra la era del rubenianismo agonizante y toda su anexa cohorte de cantores fáciles que habían llegado a formar un género híbrido y confuso, especie de bisutería poética, producto de feria para las revistas burguesas”. Opinión semejante tiene Jorge Luis Borges, quien, no obstante, acabará renegando de sus orígenes ultraístas.
Fue importante en su gestación, además, el paso del poeta chileno Vicente Huidobro y su defensa del creacionismo. El movimiento se difundió a través de varias revistas, entre las que se encuentran Los Quijotes, Grecia, Cervantes, Ultra, Cosmópolis, Horizonte, Vértices, entre otras. Además de los antecedentes españoles, entre los que se mencionan a Ramón Gómez de la Serna y Juan Ramón Jiménez, es importante destacar la relación del ultraísmo con los movimientos coetáneos de vanguardia: el futurismo, el cubismo, el dadaísmo.
Son sus rasgos fundamentales: la condensación metafórica; la eliminación de nexos inútiles; el avance de la “imagen refleja o simple”, según los comentarios de Gerardo Diego, hacia la “imagen múltiple”, que supone la identificación más plena entre poesía y música; el valor plástico de la disposición tipográfica, herencia directa de los caligramas de Apollinaire. Los poetas ultraístas más notorios fueron, además de los ya citados: Juan Larrea, Pedro Garfias, Adriano del Valle, Eugenio Montes, José Rivas Panedas, Rafael Lasso de la Vega, Isaac del Vando-Villar, entre otros. El movimiento quedó disuelto al dejar de publicarse públicamente la revista Ultra en la primavera de 1922. Dámaso Alonso, aunque lapidario en su crítica —”no pudiendo dominar un ritmo nuevo, eludió todo ritmo y fue a abandonarse en las más plebeyas coplerías”—, no deja de reconocer que no puede entenderse la poesía posterior sin tener en cuenta el ultraísmo.

Surrealismo
Surrealismo (literatura) (superrealismo o suprarrealismo, para quienes prefieren una versión más precisa del francés sur-réalisme) lanzó su primer manifiesto en 1924, firmado por André Breton, Louis Aragon, Paul Eluard, Benjamin Péret, entre otros. Allí es definido como "automatismo psíquico puro" que intenta expresar "el funcionamiento real del pensamiento". La importancia del mundo del inconsciente y el poder revelador y transformador de los sueños conectan al surrealismo con los principios del psicoanálisis. En una primera etapa, el movimiento buscó conciliar psicoanálisis y marxismo, y se propuso romper con todo convencionalismo mental y artístico. En España no llegó a constituir una escuela aunque muchos escritores, aun los que han negado su adscripción al movimiento, reflejan la influencia de la estética surrealista. Según Luis Cernuda, pueden considerarse surrealistas obras como Poeta en Nueva York (a la que habría que agregar obras teatrales como Así que pasen cinco años, El público y Comedia sin título) de Federico García Lorca; Sobre los ángeles de Rafael Alberti; y, sobre todo, Espadas como labios, Pasión de la tierra y La destrucción o el amor de Vicente Aleixandre. El surrealismo tuvo gran difusión en las islas Canarias, donde sobresalen Pedro García Cabrera (1906-1981), autor de Transparencias fugadas y Entre la guerra y tú, y Agustín Espinosa (1897-1939), quien, en Crimen (1934 fue el año de su publicación definitiva), transita géneros literarios diversos: novela, poema, relato breve, diario. En Cataluña, cabe mencionar a J.V. Foix y Juan Eduardo Cirlot. En los países hispanoamericanos también tuvo eco el movimiento surrealista: Pablo Neruda en Chile, quien pasó por Madrid en 1935 y lanzó su manifiesto "Sobre una poesía sin pureza"; Olga Orozco y Enrique Molina en Argentina; César Vallejo en Perú, a pesar de su condena de Breton por el abandono del marxismo; en Cuba Alejo Carpentier, quien elogia la aparición del surrealismo como una victoria sobre el supuesto escepticismo de las nuevas generaciones; en México Octavio Paz, quien ha sabido incorporar en sus reflexiones sobre la imagen y la creación literaria los hallazgos del surrealismo. Tanto en España como en la mayor parte de los países hispanoamericanos, florecieron movimientos literarios que reflejaron o recrearon las vanguardias literarias de las primeras décadas del siglo XX. En mayo de 1968, en Francia, se recuperaron como consignas y guías para la acción muchas frases surrealistas, especialmente las que destacan el poder revolucionario del sueño. Julio Cortázar las ha recogido en Último Round: "El sueño es realidad"; "Sean realistas: pidan lo imposible"; "¡Abajo el realismo socialista! ¡Viva el surrealismo!; "Hay que explorar sistemáticamente el azar"; "Durmiendo se trabaja mejor: formen comités de sueños".

Futurismo
Futurismo, movimiento artístico de comienzos del siglo XX que rechazó la estética tradicional e intentó ensalzar la vida contemporánea, basándose en sus dos temas dominantes: la máquina y el movimiento. El poeta italiano Filippo Tommaso Marinetti recopiló y publicó los principios del futurismo en el manifiesto de 1909. Al año siguiente los artistas italianos Giacomo Balla, Umberto Boccioni, Carlo Carrà, Luigi Russolo y Gino Severini firmaron el Manifiesto del futurismo.
El futurismo se caracterizó por el intento de captar la sensación de movimiento. Para ello superpuso acciones consecutivas, una especie de fotografía estroboscópica o una serie de fotografías tomadas a gran velocidad e impresas en un solo plano. Ejemplos destacados son el Jeroglífico dinámico de Bal Tabarin (1912, Museo de Arte Moderno, Nueva York) y el Tren suburbano (1915, Colección Richard S. Zeisler, Nueva York), ambos de Gino Severini. Aunque el futurismo tuvo una corta existencia, aproximadamente hasta 1914, su influencia se aprecia en las obras de Marcel Duchamp, Fernand Léger y Robert Delaunay en París, así como en el constructivismo ruso.
Dadaísmo
Dadá o Dadaísmo, movimiento que abarca todos los géneros artísticos y es la expresión de una protesta nihilista contra la totalidad de los aspectos de la cultura occidental, en especial contra el militarismo existente durante la I Guerra Mundial e inmediatamente después. Se dice que el término dada (palabra francesa que significa caballito de juguete) fue elegido por el editor, ensayista y poeta rumano Tristan Tzara, al abrir al azar un diccionario en una de las reuniones que el grupo celebraba en el cabaret Voltaire de Zurich. El movimiento Dadá fue fundado en 1916 por Tzara, el escritor alemán Hugo Ball, el artista alsaciano Jean Arp y otros intelectuales que vivían en Zurich (Suiza), al mismo tiempo que se producía en Nueva York una revolución contra el arte convencional liderada por Man Ray, Marcel Duchamp y Francis Picabia. En París inspiraría más tarde el surrealismo. Tras la I Guerra Mundial el movimiento se extendió hacia Alemania y muchos de los integrantes del grupo de Zurich se unieron a los dadaístas franceses de París. En 1922 el grupo de París se desintegró.
Con el fin de expresar el rechazo de todos los valores sociales y estéticos del momento, y todo tipo de codificación, los dadaístas recurrían con frecuencia a la utilización de métodos artísticos y literarios deliberadamente incomprensibles, que se apoyaban en lo absurdo e irracional. Sus representaciones teatrales y sus manifiestos buscaban impactar o dejar perplejo al público con el objetivo de que éste reconsiderara los valores estéticos establecidos. Para ello utilizaban nuevos materiales, como los de desecho encontrados en la calle, y nuevos métodos, como la inclusión del azar para determinar los elementos de las obras. El pintor y escritor alemán Kurt Schwitters destacó por sus collages realizados con papel usado y otros materiales similares. El artista francés Marcel Duchamp expuso como obras de arte productos comerciales corrientes —un secador de botellas y un urinario— a los que denominó ready-mades. Aunque los dadaístas utilizaron técnicas revolucionarias, sus ideas contra las normas se basaban en una profunda creencia, derivada de la tradición romántica, en la bondad intrínseca de la humanidad cuando no ha sido corrompida por la sociedad.
Como movimiento, el Dadá decayó en la década de 1920 y algunos de sus miembros se convirtieron en figuras destacadas de otros movimientos artísticos modernos, especialmente del surrealismo. A mitad de la década de 1950 volvió a surgir en Nueva York cierto interés por el Dadá entre los compositores, escritores y artistas, que produjeron obras de características similares.

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