El poema “Explosión” es un soneto. El soneto es una de las formas de versificación más rígidas; debe estar compuesto necesariamente por endecasílabos, distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos. Además, debe tener un contenido en el cual el tema sea expuesto de tal modo que la última estrofa sea su culminación.
El título, así como su tema, enuncia una circunstancia muy actual de enamoramiento del “yo lírico”. Hay que notar que, a pesar de ser conocido que el poema fue escrito por una mujer, de su texto no surge ninguna referencia en tal sentido; podría ser perfectamente obra de un varón. Aunque se trate de un poema escrito por una mujer, no es en sí mismo un poema femenino. A pesar de algunos comentarios corrientes acerca de Delmira Agustini y su obra, no tiene en absoluto un contexto erótico; aunque aluda al gesto del beso y a la boca como vía de ese beso.
El tono general del poema es esencialmente espiritual. Trasunta una contraposición entre la vida en un tiempo pasado, sin amor; y un presente que se describe como pleno, en función de esa explosión representada por un enamoramiento reciente. Ello es coherente con el estado de ánimo de la persona recientemente enamorada.
La primera estrofa se inicia con una expresión en falso condicional; donde el “si la vida es amor” en realidad es afirmación rotunda de que el amor es para el yo lírico lo esencial de la vida; ese “si” no es condicional, sino comprobatorio. Por eso, el siguiente verso expresa el deseo de tener más vida, para emplearla en amar.
La estrofa finaliza con una oposición visiblemente exagerada, entre el valor del intelecto y de la racionalidad y el del sentimiento; subjetivizada por un presente donde el yo lírico está absolutamente unilateralizado por su “explosión” de amor - (“hoy siento”). La contraposición entre “mil años de la idea” y ”un minuto azul del sentimiento” conforma un recurso poético de hipérbole para disminuir el valor asignado al raciocinio y acrecentar el asignado al sentimiento amoroso.
Si bien el poema no puede inscribirse en un modelo modernista, ni la propia Delmira Agustini puede insertarse en ese movimiento a pesar de integrar la Generación del 900; existen algunos elementos claramente modernistas. Tales como el empleo de “azul” para calificar al “minuto del sentimiento” (notoriamente evocativo del título del libro de Rubén Darío), como también el empleo de un término de creación propia, en el segundo verso de la segunda estrofa, “una flor febea”, alusivo al dios griego Febo, dios de la luz.
La segunda estrofa se marca como una línea de separación en el plano de la realidad, entre el pasado y el presente; al referirse el primer verso al pasado en que su corazón (personificación de todo su yo emotivo) “moría triste y lento” y de inmediato implantarse en el presente (“hoy”) en que al abrirse “en luz” se identifica con la plenitud, la felicidad y la alegría.
La tercera estrofa utiliza un recurso poético al colocarse en el presente para referirse al pasado; al fijar en el “hoy” la finalización de ese pasado en que la melancolía le dominaba, pero quedó superada “como una vieja mancha de dolor”.
El encabalgamiento de la tercera y cuarta estrofa no solamente permite finalizar el tema iniciado en la tercera, sino reservar los dos últimos versos - conforme a lo que se considera propio del soneto - para dar un nuevo énfasis culminante en que el “hoy” se proyecta hacia un futuro de permanencia, dominado por la explosión de amor.
La índole explosiva de la eclosión del amor en el yo lírico, está reiteradamente expuesta en el poema, a partir de su propio título. A pesar de las referencias expresas al pasado y la implícita del final al futuro, todo el poema está centrado en un presente pautado por la enorme fuerza del sentimiento amoroso. La palabra “hoy” aparece reiterada como inicio de oraciones; al mismo tiempo que verbos en presente determinan ideas de potencialidad, irrupción y elemento dominante. La vida “brota”, el corazón “se abre”; al brotar lo hace “como un mar violento” y el amor es una mano que golpea. La melancolía tiene “rotas las alas”. Las metáforas - que siempre constituyen un esencial recurso poético - que son apagadas y languidecientes para el pasado (“triste”, “frío”, “lento”, “en la sombra”) son rutilantes y de violencia para el presente de amor y felicidad.
Solamente los dos últimos versos contienen alusiones físicas al sentimiento del amor, mencionando el beso, la risa, y haciendo una identificación de la boca con una flor.
0 comentarios :
Publicar un comentario