domingo, 14 de septiembre de 2008

Biología - Determinantes de los caracteres hereditarios

Determinantes de los caracteres hereditarios

En el origen de la clonación está el descubrimiento científico de que en la reproducción sexuada de los seres vivos y en el fenómeno hereditario de la transmisión de ciertos caracteres, intervienen ciertos elementos biológicos que en definitiva son los que determinan esos caracteres en el individuo: los genes.

Puede definirse a los genes, como una unidad de información biológica contenida químicamente en el ADN - ácido desoxirribonucleico - que compone la estructura de los cromosomas, que determina la herencia de una característica determinada, o de un grupo de ellas. Los genes están localizados dentro de los cromosomas en el núcleo celular y se disponen en línea a lo largo de cada uno de ellos.

El ADN es una molécula que conforma la estructura del cromosoma. En cada cromosoma el ADN es una molécula contínua, alargada, simple y delgada, en la cual cada gen ocupa una posición que se designa locus, (palabra latina que significa “lugar”).

El ADN conforma una cadena de subunidades muy pequeñas que se conocen por nucleótidos. Cada gen incluye muchos nucleótidos. Cada nucleótido está formado por un azúcar de cinco carbonos, ácido fosfórico y una base nitrogenada. En cada cadena existen cuatro diferentes tipos de bases - adenina, guanina, citosina y timina - y su secuencia determina las propiedades del gen (algo que es parecido al sistema de codificación de los conocidos como “códigos de barras”).

Los genes ejercen sus efectos a través de las moléculas a las que dan origen. Los productos inmediatos de un gen son las moléculas de ácido ribonucleico (ARN); éstas son copias de ADN, excepto porque en lugar de la base uracilo tienen timina.

En definitiva, son los genes lo que, a partir de la información contenida en las células originarias de los embriones, determinan durante el proceso de desarrollo, las características del nuevo individuo.

El estudio del proceso reproductivo permitió determinar que el ovocito (huevo celular) - también llamado cigoto - se forma de la fusión de dos células reproductivas sexuadas, cada una de las cuales contiene en su núcleo solamente la mitad de los cromosomas de las células normales. Por lo tanto, el ovocito contiene la cantidad normal de cromosomas, pero la mitad de ellas proviene del óvulo y la otra mitad del gameto masculino.



La genética

Se designa como genética, a la disciplina que estudia científicamente la forma en que se transmiten los caracteres físicos, bioquímicos y de comportamiento, de padres a hijos.

Fue Gregorio Mendel, un monje austríaco, quien en 1866 publicó el resultado de sus experimentos en cuanto a la herencia de ciertos caracteres en los vegetales; a partir de la investigación de los comportamientos de la herencia en siete pares de rasgos del chícharo, una variedad de porotos.

Dos fueron sus observaciones fundamentales. Una que los caracteres hereditarios operaban en pares; y otra, que algunos caracteres se transmitían ineludiblemente, pero otros lo hacían en forma variable. Así, determinó la existencia de caracteres hereditarios “dominantes” y de otros “recesivos”. Descubrió, asimismo, que cada par de unidades hereditarias se transmiten en forma separada, independientemente de las otras; y que cada uno de los progenitores aporta a su descendiente una de las unidades del “par hereditario”.

El estudio avanzado de la estructura celular, permitió determinar que cada célula se compone de un medio, (citoplasma) en el cual se alberga un núcleo que contiene los cromosomas. En la medida en que todas las células que componen un individuo provienen de la división de una primera y única célula inicial, el huevo, en ella debe estar contenida originariamente toda la información que determina las características de la totalidad de las células que lo integran, y de su programa de reproducción, crecimiento y diferenciación hasta dar origen al nuevo ser.

Esas unidades separadas de transmisión hereditaria descubiertas por Mendel, fueron las que finalmente se designaron como genes. Los caracteres observables representan lo que se denomina el fenotipo del organismo, y su composición genética se conoce como genotipo. Los genes no controlan correlativamente un carácter cada uno, muchas veces un gen es responsable de más de un carácter, al tiempo que un un carácter depende de varios genes.

En 1944, el canadiense Oswald Theodore Avery estableció que el ácido desoxirribonucleico (ADN) era el que desempeñaba la función de transmitir los caracteres hereditarios; lo hizo transfiriendo el ADN entre distintas cepas (tipos) de bacterias que transmitieron sus caracteres a sus descendientes.

La estructura molecular del ADN, en forma de dos cadenas filamentosas que se enrollan en forma alabeada como en un resorte, fue determinada en 1953, por el norteamericano James Dewey Watson y el inglés Francis Harry Compton Crick.

Esta molécula puede facilmente realizar un duplicado de sí misma, separándose sus “escalones” para formar un nuevo filamento en sus extremos libres, originando así dos cadenas idénticas.

Tras los descubrimientos de Watson (que por ello obtuvo el Premio Nobel de 1962) y Crick, quedó el interrogante de saber cómo el ADN dirige la formación de las proteínas, los compuestos principales de todos los procesos vitales y especialmente los elementos estructurales de los tejidos vivos.



El código genético

Establecido que cada gen está formado por fragmentos de cadenas de ADN, queda sentada la conclusión de que existe un código de “instrucciones”, que determinan la secuencia de los procesos vitales en que se transmite la herencia.

Es sabido, asimismo, que los procesos vitales son controlados por las proteínas, cuya síntesis es gobernada por los genes mediante un complejo proceso químico. De esta manera, los genes controlan las formas y funciones de las células, tejidos y organismos.

También se ha llegado a determinar que en una cadena de ADN, no todos los genes que la forman son activos; sino que existen algunos que se activan y dan lugar a la diferenciación de las funciones de los distintos tipos de tejidos. Al parecer, el factor que determina la activación de un gen, está contenido en la parte de la cadena que lo contiene; y su activación depende de la acción de determinados tipos de proteínas.

Entre los caracteres humanos, algunos están más fuertemente influídos que otros por el componente hereditario. Por ejemplo, la altura tiene un fuerte componente hereditario (aunque también depende de factores nutricionales que inciden en el crecimiento de los huesos largos), mientras que el peso depende más de los hábitos alimenticios.

Otros caracteres, como los grupos sanguíneos (por ejemplo el factor Rh negativo) y los elementos antígenos (los que causan la aceptación o el rechazo de órganos trasplantados), son netamente de origen hereditario. Lo mismo ocurre con la predisposición a contraer algunas enfermedades; lo cual constituye el punto de partida de importantes desarrollos en la investigación genética, sobre todo en los vegetales.



La selección genética

A partir de los conocimientos adquiridos en materia de transmisión de los caracteres hereditarios, ha sido posible desarrollar técnicas; las cuales originariamente estuvieron dirigidas al objetivo de modificar esos caracteres hereditarios, procurando obtener determinados resultados en vegetales y también en animales.

Las primeras técnicas de manipulación hereditaria se practicaron en el sector vegetal, a partir de los descubrimientos de Mendel y sus continuadores. Consistieron en procedimientos de selección reproductiva, que dieron por resultado la introducción de importantes mejoras en la producción agrícola por el surgimiento de las llamadas especies híbridas; tratando de potenciar los caracteres dominantes o los recesivos, a fin de lograr condiciones tales como la alta resistencia a determinadas enfermedades, cambios en el tiempo de crecimiento y maduración, o mejores rendimientos. El maíz fue uno de los vegetales en que esos procedimientos produjeron resultados importantes.

En el sector animal, los métodos de selección reproductiva condujeron a la obtención de mejores razas de ganado vacuno, ovino, suino y caballar, como así también a razas de aves (especialmente pollos, gallinas y pavos); procurándose especialización de los vacunos en carne o leche, de los ovinos según los diversos tamaños y diámetros de las fibras de lana, en las aves la producción de carne o de huevos, etc.

También la selección hereditaria viene empleándose desde antiguo en el género de los cánidos; habiéndose obtenido una gran cantidad de variedades de razas de perros de las más diversas características.



La manipulación genética

La manipulación genética es una técnica más avanzada de mejoramiento - o variación - de las características de los seres vivos.

Ella no solamente permite en mucho mayor grado la selección de resultados y con mucho mayor precisión; sino que tiene la ventaja principal de que es posible llegar al objetivo perseguido sin necesidad de aguardar los tiempos requeridos por los procesos reproductivos naturales, a lo largo de varias generaciones.

Conceptualmente, la manipulación genética consiste en el empleo de técnicas de laboratorio, mediante las cuales es posible sustituir los cromosomas en un ovocito, de forma de cambiar los genes de los cuales se conoce la influencia en los caracteres resultantes en el individuo que crecerá con su desarrollo embrionario, por otros que han de determinar en ese mismo individuo otros caracteres del mismo tipo pero de distintos rasgos.

Algunas líneas de investigación biológica, han permitido desentrañar la forma en que operan procesos tales como la forma en que las bacterias originan mutaciones (especialmente con motivo de la aparición de mutantes resistentes a los antibióticos); y también la forma en que operan los virus, a nivel de los cromosomas, produciendo alteraciones temporales o definitivas de los genes. La intensa investigación que se realiza a propósito del SIDA (AIDS) y su mecanismo genético de supresión de las inmunidades, también ha permitido - en épocas recientes - ampliar enormemente el caudal de conocimiento al respecto de los procesos involucrados en la genética y los medios para influir en ellos.

El previsible desarrollo futuro de estas técnicas, más allá de las actualmente conocidas, podrá permitir que sea posible manipular, predeterminándolos, los caracteres del individuo que se desee “construir”.

Naturalmente, para lograr este objetivo no solamente es necesario desarrollar las técnicas para obtener la sustitución de los genes, sino también llegar a conocer y a poder reconocer, en cada cromosoma, los genes que originan los caracteres que se desea manipular.



El genoma

Las investigaciones científicas han permitido determinar la existencia en los cromosomas y en su ADN, de diversos compuestos químicos altamente complejos, con características que los convertirían en una especie de “registro” químico - similar al registro magnético de los programas informáticos en los computadores - de la información que ulteriormente, en el proceso de diferenciación celular de un embrión, conforma no solamente sus caracteres físicos sino también sus inmunidades o sus tendencias a contraer enfermedades.

Incluso, existiendo desarrollos de la investigación que evidencian estrechas conexiones entre ciertos procesos químicos no solamente con la estructura sino también con el funcionamiento de los procesos neurológicos (que incluso han permitido desarrollar nuevos medicamentos muy importantes en el área de las psicosis); el campo de los caracteres hereditarios no queda limitado estrictamente a los factores físicos sino que también comprende los psicológicos y las tendencias hereditarias a patologías psíquicas.

Ello conduce a la posibilidad de construir “diseños” de los cromosomas y de sus genes, que constituirían verdaderos “mapas”; a partir de los cuales sería posible predecir los caracteres del individuo resultante de esos genes.

Y que también permitirían - ya lo permiten - comparar entre sí las estructuras genéticas de dos células cualesquiera, para determinar si pertenecen o no a un mismo individuo; lo que ha permitido alcanzar enormes progresos en la identificación de las personas.



El Proyecto Genoma Humano

En base a esto, ha sido posible concebir un proyecto dirigido a realizar un “mapa” en que esté contenido el listado informativo de todos los genes de la especie humana y los respectivos caracteres que de ellos resultan, así como de sus diversas variantes.

Nació así la idea del Proyecto Genoma Humano, el P.G.H (HUGO en su sigla en inglés), dirigido a obtener tres objetivos en cuanto al mapa genético del género humano:

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a) Un mapa de uniones genéticas, que permite la búsqueda de la fuente de los caracteres hereditarios.
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b) Englobar un conjunto de regiones cromosómicas, vinculadas a los diversos tipos de caracteres individuales.
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c) Descifrar la información de las secuencias de ADN, que permita el estudio de los efectos de los aproximadamente 100.000 genes existentes en el ser humano.

Entre los fundamentos que han sido expuestos para validar este proyecto, se cuentan que el mismo permitiría identificar los factores determinantes de graves enfermedades hereditarias; y también reconocer los causantes de diversos rasgos negativos de carácter hereditario, como las malformaciones y el síndrome de Dawn. Y asimismo, determinar los factores causantes del envejecimiento.

Este proyecto de puso oficialmente en operación el 1º de octubre de 1990.



La biotecnología

Los métodos y las técnicas de la manipulación genética originan una nueva disciplina científica, la biotecnología; que consiste en el empleo de esas técnicas para la búsqueda de determinadas características biológicas en los seres vivos.

Dado el costo elevado que tiene, así como el gran valor económico de sus resultados, los productos de la biotecnología han sido equiparados a los inventos y a las creaciones originales del intelecto. Por lo tanto, se ha considerado la cuestión del reconocimiento, a su respecto, del derecho a patentarlos; y por consiguiente la prohibición de su uso y reproducción por aquellos que no hayan obtenido un permiso o licencia del propietario de la patente.

Hace más de 60 años que se otorgaron en Alemania las primeras patentes de este tipo, para productos relacionados con las levaduras de pan y de cerveza. Seguramente, no se percibió en ese momento la proyección que iba a tener, por un lado la utilización de material vivo para operaciones químicas; y por otro lado el reconocimiento de un derecho de exclusión sobre sus resultados.

Es importante señalar, en este aspecto, que en todos los países rige el concepto de distinguir entre un invento y un descubrimiento y que no se considera que un producto puramente natural, y sobre todo un ser vivo, pueda patentarse.

Sin embargo, ya Louis Pasteur obtuvo en 1873 la patente de un proceso microbiológico de fermentación de la cerveza.

En 1968, un alto Tribunal alemán dijo que los procesos y los resultados de reacciones biológicas pueden ser patentados, siempre que sean previsibles, controlables, y que el “invento” que sea ese proceso pueda transmitirse y reproducirse.

De esta manera, existen patentes que amparan, por ejemplo, una bacteria genéticamente modificada, que permite contrarrestar contaminantes; porque se consideró que había sido “fabricada” debido a que no existía espontáneamente en la Naturaleza.

Algunas empresas, como la conocida Monsanto, tienen patentes de determinados tipos de semillas de cereales, de especiales características. Uno de los productos cuyas semillas genéticamente modificadas han sido patentadas, es el frijol soja o soya; cuyo desarrollo ha determinado una enorme expansión de su consumo y convertido, en tiempos recientes, a algunos países, en exportadores en gran escala (como Brasil y Argentina). Ese enorme volumen determina que los pagos por concepto de regalías de patente de las semillas, alcancen sumas multimillonarias.

Sin embargo, precisamente el uso para esos cultivos, de semillas no provenientes del titular de la patente y que por tanto no le pagan las regalías correspondientes, ha dado lugar al surgimiento de conflictos legales por violación de esos derechos de las patentes; así como porque se elude de esa manera el pago de impuestos sobre las compras de esas semillas.

También existen importantes controversias acerca de si debe permitirse el sembrado de vegetales o la crianza de animales genéticamente modificados. Sus opositores sustentan riesgos de alteraciones en los equilibrios ecológicos; aunque existen sólidas opiniones conforme a las cuales tales riesgos no existen, o serían infinitamente menores a los derivados, por ejemplo, del empleo de pesticidas que no es requerido en los cultivos genéticamente resistentes.

La producción de especies vivas provenientes de manipulación genética ha originado en nuestros días grandes polémicas; que, como suele ocurrir, a menudo no se mantienen dentro de los márgenes de la argumentación racional, fundada en los verdaderos elementos de juicio que emergen del estado del conocimiento científico.

Es indudable que el potencial de la modificación genética de ciertas especies, en beneficio de amplios sectores de la humanidad, es enorme. Por ejemplo, recientemente se ha desarrollado genéticamente una variedad de mandioca resistente a ciertas enfermedades bacterianas, que permitiría beneficiar a grandes poblaciones africanas que se alimentan casi exclusivamente de ella.

Por otra parte, nadie puede negar los progresos que la selección genética ha permitido, por ejemplo, en la cría de ganados productores de carne. El enorme crecimiento de la población mundial, ahora que practicamente no quedan en el planeta territorios por desarrollar, solamente podrá sustentarse - como en buena medida ya ocurre - debido al gran mejoramiento en la productividad de alimentos, para lo cual la ingeniería genética es esencial.

Pero también es verdad que, al igual que siempre ha ocurrido con el desarrollo del conocimiento científico, la biotecnología puede ser utilizada con un sentido enormemente negativo; especialmente en materia de la producción de armas biológicas.

A medida que las investigaciones avanzan, los conocimientos se difunden y se desarrollan tecnologías de fácil acceso, aumentan las posibilidades de que algunos grupos minoritarios pero que puedan disponer de algunos recursos econónomicos no demasiado grandes, puedan desarrollar ciertos tipos de factores susceptibles de ser empleados, incluso, como instrumentos de terrorismo.

De lo que no puede caber duda, es de que la existencia de estos extremos no puede determinar una actitud de retroceso en el camino de la investigación y la búsqueda de mayor conocimiento; sino que ellos deben neutralizarse por otros medios, entre los cuales el propio avance científico probablemente resulte fundamental.

Por otro lado, nada garantiza que esos conocimientos científicos no podrían ser de todos modos obtenidos y aplicados con fines perversos; por el hecho de que se renunciara a desarrollarlos con fines positivos para la Humanidad. El mal uso del conocimiento científico no puede atribuirse a quienes investigan y promueven su progreso; sino precisamente a quienes deciden hacer uso de él en esa forma.



La clonación

Puede decirse que el camino hacia la clonación transcurre por el área de la manipulación genética pero se vincula al desarrollo de técnicas cada vez más frecuentes y avanzadas, como la fecundación artificial o “in vitro”.

Si bien la fecundación in vitro en realidad no es una manipulación genética, desarrolla y emplea una tecnología similar: consiste en introducir en un óvulo los cromosomas de un gameto masculino, para originar un cigoto susceptible de desarrollarse como embrión y dar origen a un nuevo ser, si se lo implanta en condiciones adecuadas para ello.

Un clon, es un ser individual biológicamente vivo, absolutamente idéntico a otro.

Los clones existen espontáneamente en la Naturaleza, incluso en el género humano: son los gemelos, o mellizos homocigóticos. Dos individuos absolutamente idénticos, nacidos de la bipartición de un mismo óvulo fecundado.

Sin embargo, que dos personas sean gemelos, genéticamente idénticos, no conduce a que sean absolutamente iguales en todos los aspectos.

La clonación natural es muy corriente en los vegetales. Diversas especies se reproducen - algunas de ellas unicamente y otras en forma secundaria - por el procedimiento de la llamada multiplicación vegetativa; o sea, mediante el desarrollo de un nuevo ser a partir de un trozo (un gajo) del anterior.

Hay animales que pueden reproducirse por regeneración; caso de algunas lombrices que si son divididas en partes originan cada parte un nuevo individuo. Otros animales, si bien se reproducen por ovulación, sus huevos se subdividen siempre, antes de desarrollarse, como ocurre con el tatú.

La división de un óvulo fecundado naturalmente - cigoto - puede realizarse por medios artificiales en el laboratorio, aún después de haber comenzado su crecimiento celular, hasta un total de 16 o 32 células. Esto se realiza normalmente en las fecundaciones in vitro, para obtener varios óvulos disponibles, en el caso de que alguno no logre implantarse.



Técnicas de clonación

Existen dos procedimientos de clonación artificial.

El primero de ellos, consiste en sustituir los cromosomas de un ovocito fecundado, contenido en el núcleo celular, mediante el cambio de ese núcleo completo, por el de otro ovocito fecundado; lo cual naturalmente dará lugar al nacimiento de un ser con los caracteres hereditarios correspondientes al núcleo incorporado.

Esta técnica se realizó por primer vez, con una finalidad distinta a la clonación. En 1938, el embriólogo alemán Hans Spemann, la llevó a cabo para demostrar que cada una de las células primarias de un embrión inicial ya contiene toda la información genética necesaria para el desarrollo completo de un individuo.

La segunda técnica, tiene la diferencia fundamental de que no utiliza para implantar en el óvulo los cromosomas de una célula embrionaria, sino los de una célula adulta.

Los científicos estaban bastante convencidos de que las células adultas de seres muy evolucionados, como los mamíferos, ya no contenían en sus cromosomas la totalidad de la información genética originaria; sino que solamente conservaban la información referente a su propia función como tejidos diferenciados. Que una neurona sólo contenía la información relativa al sistema nervioso central.

Pero ésa era una teoría que nunca había sido verificada; y resultó que no era correcta.



La oveja Dolly: el primer clon animal evolucionado

Cuando el Dr. Ian Wilmut publicó en la revista Nature la noticia de que había logrado crear un cordero a partir del DNA de una oveja adulta, con un simple proceso similar a cualquier fertilización in vitro en laboratorio demostró que era posible lo que por más de 50 años los científicos creían imposible; y estableció un hito indudable en la historia de la genética.

El nacimiento de la oveja Dolly, el 5 de julio de 1996, al final de una gestación normal, fue la culminación de numerosos intentos que fracasaron, a partir de 277 embriones creados a fines de enero del mismo año; que habían estado alojados durante 6 dias en los oviductos de varias ovejas hasta que fueron recuperados en la etapa de mórula o de blastocito. De 13 ovejas a las que se implantaron esos embriones, solamente una desarrolló hasta el nacimiento un cordero viable.

El gran salto que se logró con el nacimiento de la famosa oveja Dolly, consistió en que se logró sustituir el núcleo celular de un óvulo por el núcleo de una célula adulta cualquiera (en este caso, de la glándula mamaria) proveniente de otro individuo. Esta operación se llevó a cabo mediante un choque eléctrico y en condiciones ya anteriormente desarrolladas para habilitar el “trasplante” de núcleos celulares; como la sincronización de fase del citoplasma, la colocación del huevo en un estado de “suspensión” de su proceso de desarrollo, y la preservación de la pérdida de la envoltura nuclear en el momento de la fusión.

No se trataba, en el caso de Dolly, de un óvulo fecundado, sino de un “citoplasma enucleado”; es decir, de un óvulo al que se había retirado su núcleo propio.

Al constituirse el ovocito como una célula completa, y lograrse reactivar su proceso de crecimiento dejado temporalmente en suspenso durante la inserción del nuevo núcleo, aquel se desarrolló como un huevo, originando un embrión que implantado adecuadamente dio nacimiento a un nuevo ser.

Ese individuo, por lo tanto, tenía como única información genética la totalidad de la que estaba contenida en la célula que proveyó el núcleo que fuera implantado en el óvulo original; y, por lo mismo, todos sus caracteres hereditarios son idénticos a los del individuo de que provino aquel núcleo.

En Febrero del año 2003, la oveja Dolly fue sacrificada; por cuanto estaba afectada de diversas dolencias, especialmente envejecimiento prematuro y artrosis.

El envejecimiento “prematuro” - que ya había sido detectado bastante antes - se atribuye al que, al parecer, los genes injertados en el ovocito que dió nacimiento a Dolly, provenían de un ejemplar adulto; lo cual indica que la edad del individuo se incorpora en sus genes celulares (no así en los reproductivos), por lo cual el animal clonado nació afectado por la edad del individuo que lo originó.

Las potencialidades y los problemas biológicos, éticos y jurídicos que todo esto suscita, son sumamente significativos.

En primer lugar, significa que es posible crear artificialmene un nuevo ser, no solamente a partir del núcleo de una célula reproductiva de un individuo adulto; sino también de cualquier célula, que puede provenir de un individuo absolutamente joven (incluso un bebé), o de un individuo ya no existente cuya célula haya sido conservada mediante técnicas actualmente disponibles. Tal vez, incluso, llegue a ser posible extraer el ADN de tejidos muertos.

En segundo lugar, aparece como posible - al menos teóricamente - seleccionar no ya la totalidad de un núcleo, sino solamente algunos cromosomas; y así “componer” un grupo cromosómico, de tal manera que contenga la información hereditaria no solamente libre de tendencias patológicas, sino también eligiendo determinados caracteres físicos y psicológicos, por motivaciones estéticas, raciales u otras. Entre estas posibilidades, una de las más obvias sería elegir el sexo del nuevo ser.

En tercer lugar, esta última posibilidad podría llegar al extremo de pretenderse que una determinada combinación de caracteres hereditarios, contenida en una “muestra” de cromosomas disponibles para ser injertados en ovocitos, constituya una creación patentable.

Asimismo, existen otras posibilidades que merecen atención. Por ejemplo, el uso sistemático de ciertos “modelos” para la clonación del ganado, podría causar una pérdida - incluso definitiva - de la variedad genética, lo que eventualmente podría producir los mismos efectos degenerativos constatados en las reproducciones intrafamiliares. O también, la uniformidad genética podría conducir a la pérdida de elementos resistentes no conocidos, que al surgimiento de una nueva enfermedad conduciría a una verdadera catástrofe debido a la inexistencia de defensas naturales.

Por otro lado, la clonación da lugar a que surjan algunas cuestiones, tales como con qué derecho puede utilizarse la información genética para producir clones y qué derechos atribuye ello sobre el ser resultante. Y también, qué clase de relaciones serán susceptibles respecto de los ulteriores descendientes de los seres clonados o genéticamente manipulados o qué condiciones restrictivas han de aplicarse sobre su reproducción (por ejemplo, si fueran “patentados”).

Sin embargo, en algunos de estos aspectos, no puede perderse de vista que algunas de esas cuestiones ya existen; por ejemplo en relación a la conservación y certificación del pedigree de ciertos animales de raza.

La clonación humana.

Naturalmente, y a pesar de que la cuestión de la manipulación genética y la clonación suscita por sí bastantes cuestiones muy arduas en el campo humano aunque sea referida solamente a su empleo en vegetales y animales, aún algunos de ellos de caracteres muy simples como bacterias y otros microorganismos; la discusión más destacada ha sido suscitada a raíz de la clonación de la oveja Dolly. Y también de los anuncios tanto de que está disponible la tecnología; como de que algunos están dispuestos a aplicarla, para proceder a la clonación de seres humanos.

¿Es ello admisible? ¿Cuáles son sus riesgos y ventajas? ¿Qué razones hay para excluirla? ¿A quién corresponden las decisiones?

Podría sostenerse no solamente que la manipulación genética de seres humanos es algo admisible, sino altamente admirable.

Eso podría fundarse en el derecho de los padres. Nadie discute que los padres tienen el derecho de decidir acerca de a qué escuela han de concurrir sus hijos, y de orientar su educación; y también tratar de estimular determinados aspectos de su personalidad o sus talentos. Podría preguntarse: ¿Por qué motivos ha de negarse a los padres que utilicen la ingeniería genética en la misma forma que utilizan la educación?

Hasta podría sostenerse que muchas veces el uso de la ingeniería genética no sería solamente un derecho, sino una obligación. Todos los padres desearían estimular al máximo las habilidades intelectuales y físicas de sus hijos; pero si encontraran que ellos no alcanzan las condiciones para estar a la altura de esos niveles. ¿Por qué, no han de poder hacerlo genéticamente?

Pero frente a eso, también cabe considerar que la cuestión de permitir el uso de la ingeniería genética, o de la clonación, en seres humanos, debe discutirse con independencia de los resultados a que su uso puede conducir.

Además, desde el punto de vista de si la sociedad tiene derecho a establecer una política general en este asunto, se plantea primeramente la pregunta de si es admisible que la sociedad actual decida sobre los valores que han de sustentar los miembros futuros de esa sociedad. Y lo mismo sucede respecto de la familia.

¿Solamente los actuales integrantes de una sociedad o de una familia tienen derechos? ¿Los embriones no deben ser tomados en consideración acerca del empleo de la manipulación genética a su respecto?

Suponiendo que en un momento determinado, una sociedad o una familia considere que lo más importante en la vida es la habilidad para el deporte o para la música: ¿es admisible que decidan que sus hijos han de ser grandes deportistas o grandes músicos?

En realidad, la cuestión no es si, habiendo sido genéticamente programado para destacarse en el arte musical, después habrá de preferir parecerse a Pavarotti o a Ricky Martin. La cuestión es que se le habrá privado de su propia posibilidad de elegir qué talento cultivar y de qué manera, e incluso de la de no elegir ninguno. Lo esencial es matener vigente y plena la libertad para elegir.

Sin embargo, hay quien considera que los argumentos que se expresan para oponerse a la clonación, no tienen fundamento.

Un ser humano producido por clonación no pierde su propia individualidad, por el hecho de que físicamente sea una copia de otro individuo. Eso ocurre en la naturaleza con los gemelos y no puede decirse que por serlo carezcan de su propia individualidad. Las similitudes se mantienen en el aspecto físico, pero no en sus personalidades, pensamientos, ideas, etc.

Tampoco puede afirmarse que por ser clonado tenga limitadas las opciones entre las que elegir; o que la clonación implica que unos individuos pueden dominar sobre otros hasta el punto de proyectar toda la estructura de su vida.

Por otra parte, en la clonación no puede aplicarse directamente el concepto de la paternidad.

En el estado actual de la tecnología, y dentro de lo que es posible avizorar al respecto, un clon humano sería producido esencialmente a partir de un óvulo de cualquier mujer, mediante la introducción de una información genética que tanto podría ser la de un hombre como la de otra mujer.

En tales condiciones ¿hasta qué grado puede hablarse de que alguien es “el padre” o “la madre” de un clon humano? En todo caso, si se tratara de un matrimonio, tanto daría que los genes insertados al ovocito gestado por la mujer, fueran los de ella o los de su esposo, si eligieran alguno de ésos.

En tal supuesto, la diferencia consistiría exclusivamente en no haber dejado que fuera la naturaleza misma la que eligiera cuáles, entre los caracteres hereditarios de cada uno de sus padres, habrían de prevalecer en el hijo.

En la fecundación que se produce naturalmente, los caracteres no se heredan en forma sistemática; pero también ocurre que los hermanos que no son mellizos ni gemelos tienen diferencias en sus caracteres sólo hasta cierto punto, y por razones que no están científicamente determinadas.

Desde un punto de vista estrictamente racional, ¿qué diferencia puede establecerse entre el nacido por clonación y el nacido por fertilización in vitro? ¿Cómo puede tenerse la seguridad de que la fertilización in vitro no influya sobre la configuración de qué caracteres hereditarios se transmitirán o no al nuevo ser?

Por otra parte, no solamente en el caso de fecundación in vitro cabe la posibilidad de buscar una selección de caracteres a través de la elección de un donante. De hecho, en la propia elección de pareja una persona puede tener presentes esos factores; y de alguna manera a menudo es así, aunque pueda ocurrir que esos factores no operen a un nivel de plena conciencia.

Pero no solamente se trata de la cuestión de originar un nuevo ser, solamente para que exista, por clonación: el asunto no es el mismo que cuando se analiza crear un clon para conseguir material para hacer trasplantes.

Actualmente, la cuestión de la producción de clones, se plantea en ese aspecto de manera más real y apremiante. Los gobiernos de Inglaterra y de EE.UU., han adoptado recientemente decisiones que habilitan la realización de investigaciones y experimentos dirigidos a crear clones, con fines de producir tejidos compatibles para injertos terapéuticos, y hasta asignado fondos públicos para ello.

De esta manera, tal vez podría producirse en abundancia sangre y componentes sanguíneos compatibles, u órganos como hígados y corazones para receptores humanos, provenientes de animales genéticamente compatibilizados; por ejemplo, cerdos.

Uno de los factores más trascendentales de los descubrimientos genéticos, es el de que no obstante las diversidades entre las especies animales, todos los códigos genéticos están como “escritos en un mismo idioma”. De tal manera que, al menos teóricamente, sería posible crear animales genéticamente manipulados que tuvieran órganos compatibles con determinado ser humano, al que pudieran serle trasplantados.

Esta posibilidad significa un cambio radical en el tema, porque una cosa sería crear seres humanos con fines de trasplantar sus órganos, y otra hacerlo mediante animales.

Los científicos han coincidido en considerar que la posibilidad tecnológica de crear clones para la producción de tejidos y aún de órganos, está justificada desde el punto de vista ético en función del objetivo de salvar vidas humanas. Actualmente, se justifica en ese fundamento que personas vivas donen sus órganos duplicados (por ejemplo, un riñon) y, por supuesto, su sangre.

Lo que ha nacido con toda esta temática, es una nueva disciplina: la bioética. En definitiva, la cuestión de la clonación se convierte en una cuestión filosófica; y para algunos, en un referente de índole religiosa.

En conclusión, luego de examinar objetivamente los argumentos que se presentan, se llega a que la posibilidad de crear seres humanos mediante cualquier forma de manipulación genética, es algo que queda a ser resuelto de acuerdo con nuestra conciencia ética.

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