Argumentar es exponer el punto de vista propio para hacer que otro lo comparta. La argumentación está presente en la vida diaria en multitud de situaciones de comunicación, no exclusivamente verbal, en las que alguien intenta justificar un pensamiento o un comportamiento, influir en la actuación ajena, etc.
Lo que determina que se produzca la argumentación es la existencia de un propósito en el emisor: influir sobre las creencias o la forma de actuar del destinatario. Ese propósito se puede realizar de dos maneras:
• Convenciendo al destinatario para tratar de que comparta un idea o realice una acción. Para ello se apela a la razón.
• Persuadiendo al destinatario para que asuma una idea o realice una acción. Para ello se apela sobre todo a los sentimientos y a veces se emplean conscientemente medios ajenos a la lógica.
Cualquier conducta argumentativa se caracteriza por dos rasgos: su carácter dialógico y su carácter lógico.
Carácter dialógico de la argumentación
El carácter dialógico de la argumentación ha sido puesto de relieve por diversos autores. Así, Dolz (1993), uno de los que más ha trabajado en el tema de la argumentación, afirma: «La argumentación se asemeja a una especie de diálogo con el pensamiento del otro para transformar sus opiniones». Esto hace que la actividad argumentativa se encuentre fuertemente ligada al contexto (Camps, 1995) y por ello hay que tener muy en cuenta la situación comunicativa en que se produce.
La situación de argumentación se encuentra determinada por la relación entre los elementos que se representan en el siguiente esquema:
El emisor es la persona que argumenta; el destinatario es la persona real o figurada a la que se dirige la argumentación; y el modo de comunicación engloba aspectos tan importantes como si la argumentación se realiza en público o en privado, directamente o a través de algún medio de comunicación , con posibilidad de respuesta o no, etc.
Para que una argumentación tenga éxito, el emisor debe tener en cuenta al destinatario de la misma, un destinatario que puede ser individual o colectivo, concreto o genérico. Ello determina una serie de operaciones en dicho emisor:
• Reconocer la existencia de opiniones distintas sobre un tema.
• Definir el punto de vista propio e identificar otros distintos.
• Identificar al destinatario y prever sus opiniones.
• Seleccionar justificaciones adecuadas al destinatario.
• Saber hacer concesiones ante las razones del destinatario.
• Diferenciar a los receptores directos de la comunicación de los destinatarios de la misma.
El carácter dialógico de la argumentación se manifiesta especialmente en la contraargumentación, que constituye una de las técnicas empleadas para definir la posición que se combate y se pone en boca de otros. Dos son los medios de contraargumentación más importantes:
• La concesión o aceptación de una posición contraria para luego limitar su fuerza argumentativa.
• La refutación o referencia a posiciones contrarias para contradecirlas a continuación.
LA ARGUMENTACIÓN: CUESTIONES TEÓRICAS
Carácter lógico de la argumentación
La argumentación sigue normalmente una estructura lógica en la que se confrontan elementos racionales para llegar a una conclusión. En tales casos podemos distinguir los siguientes elementos:
• El objeto o tema sobre el que se argumenta.
• La tesis que se defiende o la postura que el argumentador tiene respecto al tema.
• Los argumentos o razones en los que se basa la postura del argumentador.
La postura del argumentador frente al tema puede ser de dos tipos:
• Positiva, lo que determina una argumentación de prueba consistente en presentar argumentos que respalden la postura del argumentador.
• Negativa, lo que determina una argumentación de refutación consistente en presentar argumentos que rechacen otros argumentos contrarios a la postura del argumentador.
Los argumentos empleados pueden ser a su vez de distintos tipos:
• Argumentos racionales. Se basan en ideas y verdades admitidas y aceptadas por el conjunto de la sociedad.
• Argumentos de hecho. Se basan en pruebas observables.
• Argumentos de ejemplificación. Se basan en ejemplos concretos.
• Argumentos de autoridad. Se basan en la opinión de una persona de reconocido prestigio.
• Argumentos que apelan a los sentimientos del destinatario. Con estos argumentos se puede mostrar halago, compasión, amenaza...
Discurso argumentativo y texto argumentativo
Ya se ha dicho anteriormente que no toda argumentación se realiza por medio del lenguaje. Pero centrándonos en esa forma de argumentar hay que hacer una importante distinción entre discurso argumentativo y texto argumentativo como dos formas de abordar la manifestación lingüística de la conducta argumentativa:
• El discurso argumentativo se define por el propósito o efecto perseguido. El emisor intenta modificar o reforzar las opiniones de otro para que su comportamiento cambie, pero puede organizar su discurso de distintas maneras, por ejemplo, a través de la narración.
• El texto argumentativo se define, sin embargo, por el modo de organización interna de la secuencia de informaciones que contiene.
Los autores difieren en la consideración de la importancia del texto frente al discurso para comprender los procesos cognitivos que intervienen en las conductas argumentativas. Dolz (1993) cita al respecto dos puntos de vista: el de Grize, para quien no existe una única manera de organizar los argumentos, sino que la mejor manera de organizarlos es aquella que resulta más eficaz; y el de Bassart, para quien lo importante es conocer la estructura del texto argumentativo.
El texto argumentativo: estructura
Una característica esencial que diferencia al texto argumentativo de otros tipos de textos es la presencia clara del emisor y el destinatario. El emisor se manifiesta, por ejemplo, en el frecuente uso de la primera persona. El destinatario se descubre en fórmulas que el emisor incluye para dirigirse a él y a veces pedirle su adhesión a la tesis que defiende.
A este elemento caracterizador hay que sumar el modo en que los textos argumentativos se organizan.
La estructura del texto argumentativo ha sido ampliamente estudiada desde la retórica clásica, disciplina que tenía como principal objetivo establecer los principios del arte de persuadir. Según la concepción aceptada por la mayoría de los autores antiguos y medievales, este tipo de texto se articula en cuatro partes:
• Presentación o introducción. Constituye el comienzo del discurso y su finalidad es presentar el tema sobre el que se va a argumentar. El argumentador intenta ya en ese momento captar la atención del destinatario y despertar en él una actitud favorable.
• Exposición de los hechos. Tiene como objeto enumerar y explicar los hechos que se consideran fundamentales y presentar la tesis de manera clara y concisa.
• Argumentación. Constituye la parte central del texto y contiene los argumentos en que se apoya la tesis o postura del argumentador.
• Conclusión. Es la parte final y contiene un resumen de lo expuesto (la tesis y los principales argumentos). Es la última oportunidad que tiene el argumentador para convencer al destinatario.
Autores como Bassart (1995) describen la estructura de un texto argumentativo como una relación de apoyo, esto es, como una relación entre enunciado-argumento y enunciado-conclusión.
Esta relación necesita de la existencia de unos valores compartidos por emisor y receptor (topos) o que este último puede refutar; así un enunciado puede ser argumento «pro» o «contra» algo porque presenta una marca axiológica compartida por la mayoría de los miembros de una comunidad (por ejemplo, se puede justificar que algo no se compre argumentando que es «caro», pues este término tiene una connotación general negativa).
Según el mismo autor, puede decirse también que la estructura mínima de un texto argumentativo es la de un silogismo (premisas mayor y menor, conclusión) en el sentido dialéctico del término.
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