La fábula y la leyenda
¿Recuerdas la historia de la cigarra y la hormiga? Basándose en ella, Samaniego escribió una famosísima fábula de la que se puede extraer una constructiva moraleja. ¿Y qué sabes sobre la legendaria historia del rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda? Forman parte de una de las leyendas más famosas de todos los tiempos. Pero... ¿sabes lo que son, exactamente, la fábula y la leyenda? Si no estás seguro, sigue leyendo, porque conocerás dos preciosas formas de contar historias.
LA FÁBULA
La fábula es una narración breve, escrita en verso o prosa, que tiene una finalidad didáctica; es decir que de ella se extrae una moraleja o enseñanza aplicable a nuestra vida. Suele tener su origen en historias populares que se han ido transmitiendo a lo largo de los siglos. La mayoría de sus personajes son animales, que representan los vicios o defectos humanos más llamativos, aunque, también, alguna que otra virtud. ¿Recuerdas qué recurso literario es el que consiste en atribuir características humanas a animales? Efectivamente, la personificación.
En una fábula se pueden distinguir dos partes: una es el relato propiamente dicho, y la otra, la moraleja. ¿Te atreves a decir cuál es la moraleja de esta fábula de Samaniego?:
Bebiendo un perro en el Nilo,
al mismo tiempo corría.
“Bebe quieto”, le decía un taimado cocodrilo.
Díjole el perro prudente:
“Dañoso es beber y andar;
pero ¿es sano el aguardar
a que me claves el diente?”
¡Oh, qué docto perro viejo!
Yo venero su sentir
en esto de no seguir
del enemigo el consejo.
A lo largo de la historia de la literatura, han existido muchos fabulistas. Uno de los más antiguos es el escritor griego Esopo (620-560 a.C.), autor de fábulas tan conocidas como La zorra y las uvas. Posteriormente, los árabes trajeron a Europa muchas fábulas de procedencia oriental, que luego aprovecharían autores como el escritor francés del siglo XVII La Fontaine, y, ya en el XVIII, los españoles Tomás Iriarte (El burro flautista, La compra del asno...) y Félix María de Samaniego (La cigarra y la hormiga, La lechera, El leopardo y las monas...).
Como ya hemos mencionado, las fábulas suelen estar inspiradas en motivos o anécdotas de carácter popular que se han ido transmitiendo de forma oral y escrita a lo largo del tiempo. Un ejemplo es la fábula de Samaniego titulada El congreso de los ratones, que se basa en una historia ya recogida por Lope de Vega más de un siglo antes, en este poema:
Juntáronse los ratones
para librarse del gato
y, después de un largo rato
de disputas y opiniones,
dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel,
que, andando el gato con él,
guardarse mejor podían.
Salió un ratón barbicano,
colilargo, hociquirromo;
y, encrespando el grueso lomo,
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:
“¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
ese cascabel al gato?”
LA LEYENDA
La leyenda es un relato breve de carácter fabuloso (extraordinario, fantástico) aunque con apariencia histórica, en el que se narra un suceso como si realmente hubiera ocurrido en un lugar concreto. Tanto los personajes como los hechos que aparecen en estas narraciones suelen ser reales, pero, al añadirles elementos mágicos o sobrenaturales, se convierten en fabulosos. Cada país o región tiene sus propias leyendas, muy ligadas a la tradición local.
Los protagonistas de las leyendas suelen ser héroes extremadamente valientes, fuertes y hábiles, cuya vida se narra engrandeciendo sus hazañas. Suelen tener su origen en personajes históricos, como el rey Arturo, Guillermo Tell o Erik el rojo, pero también puede tratarse de seres imaginarios (dragones, elfos, duendes, sirenas...).
Existen también leyendas sobre lugares, creadas para explicar el origen o las características de ciertos parajes o accidente geográficos (rocas, lagos, montes...), que, por un motivo determinado, se consideran especiales. Es el caso de la historia que habla sobre el origen de los Pirineos, ¿la conoces?:
En un tiempo remoto, el rey de Iberia (península Ibérica) era el conocido Túbal. Tenía el monarca una hija de gran belleza, llamada Pirene, de la que Gerión, el monstruo de las tres cabezas, estaba enamorado. Pero la princesa se negaba a ser su esposa, y se escondió en un monte bajo y áspero. Desesperado, Gerión decidió prender fuego a aquel lugar.
Al pasar Hércules por Iberia, vio una gran humareda y oyó una voz de mujer que pedía socorro. Metió el héroe su fuerte brazo en la hoguera y sacó a Pirene. Pero la princesa murió, y Hércules, conmovido, la enterró en aquel montecillo. Sin embargo, le pareció poco aquella tumba para tan bella mujer, por lo que cogió con sus poderosas manos enormes rocas con las que formó un mausoleo gigantesco y maravilloso: una hermosísima cordillera que se llamó Pirineos, en recuerdo de la princesa.
Ciertas narraciones legendarias tienen gran importancia para un pueblo concreto, por lo que se han transmitido de forma oral de generación en generación, conservadas en las llamadas sagas, que son recopilaciones de leyendas protagonizadas por grupos familiares y los pueblos a los que pertenecen.
Durante siglos, las leyendas han servido de inspiración a los escritores y, muy especialmente, a los del siglo XIX, que recopilaron casi todas las narraciones tradicionales de este tipo que hoy conocemos. Algunos de ellos, como Gustavo Adolfo Bécquer, las elaboraron de manera personal, con lo que surgieron las conocidas como leyendas de autor.
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