Shakespeare: El siglo XVI
Aspecto político:
La época pre isabelina conoció los reinados de Enrique VIII, y de sus hijos Eduardo VI y María Tudor. Fue de preparación para la isabelina, en la cual vibró en sus manifestaciones más vehementes de pasión, en sus impulsos más vigorosos de juventud, el ímpetu vital que dio fisonomía artística a Inglaterra.
En la isabelina confluyeron dos mundos: el medioeval, con su sistema de vida basado en la autoridad; y el renacentista, naciente, que iba ordenando nuevas estructuras, despertando interés por las artes de la antigüedad, trayendo otros imperativos de creación que originados en Italia se extendieron por Francia, Alemania, los países bajos y finalmente Inglaterra.
La imprenta, inventada en el siglo XV por artesanos alemanes, facilitó la actividad intelectual; y los libros, multiplicados, difundieron las ideas con abundancia. Poesías, novelas, cuentos, Biblias, conmovían la inteligencia de los seres humanos. Las Biblias estaban relacionadas con la obra del sacerdote alemán Martín Lutero, que había iniciado la Reforma.
Enrique VIII, después de esperar que Clemente VII (Papa) anulase su matrimonio con Catalina de Aragón, rompió con Roma, creó una Iglesia nacional (Protestantes) y se constituyó en su jefe. Los nuevos sacerdotes anularon el matrimonio de Enrique, y éste contrajo segundas nupcias con Ana Bolena, que le dio una hija, Isabel.
Pero el cisma no resolvió el asunto religioso. Y empezaron, y se multiplicaron, las persecuciones, torturas y muertes de católicos y protestantes, que siguieron luchando por su fe.
A Enrique VIII lo sucedió su hijo, Eduardo Vi, que reinó seis años; y a este su hermana María Tudor, católica fanática, que contrajo matrimonio con Felipe II de España. Su reinado fue corto y terrible. La crueldad de sus persecuciones hizo que se la conociese por "María la Sanguinaria". Murió el 17 de noviembre de 1558, casi sola, pues desde hacía cerca de un mes, toda la Corte rodeaba a Isabel.
Esta fue coronada en Westminster el 15 de enero de 1559. El pueblo la recibió con alegría. Era libre de todo lazo extranjero, y la soberana más puramente inglesa que la nación conociera desde la conquista normanda. Leía griego, hablaba, leía y escribía latín, francés e italiano tan fácilmente como su propio idioma. Trató de mantener la paz y de hacer su reinado lo menos difícil posible en tiempos tan difíciles. Por habilidad política formó su Consejo privado con igual número de católicos y de protestantes. Buscaba colaboradores notables por su inteligencia no por su nacimiento, que fuesen buenos administradores y supiesen defender los asuntos del Estado.
Cuando se sintió segura, hizo votar por el Parlamento (mayo de 1582) la Ley de los treinta y nueve artículos, y el Acta de Uniformidad: la primera definía el Credo de la Iglesia anglicana; y la segunda hacía obligatorio en todos los sitios públicos del culto el servicio en lengua inglesa, y el mismo Libro de Oraciones establecido de acuerdo a la doctrina de la Iglesia oficial.
Esta legislación hizo populares las palabras "recusante" (persona que no asistía a la Iglesia para no apoyar la religión anglicana), y "comisionado" (funcionario que perseguía y detenía a los recusantes).
En 1570, el Papa Pío V excomulgó a la reina. Ello significaba desligar a sus súbditos católicos de la obediencia que le debían; pero tal desligamiento se consideraba alta traición. Y por alta traición, desde 1570 hasta 1593 en que se asentó la religión del Estado, murieron decapitados, ahorcados o descuartizados miles de súbditos ingleses.
Por ese tiempo se crearon en el exterior algunos seminarios, como el de Douai, fundado por William Allen, antiguo canónigo de York, destinados a enseñar letras clásicas y modernas y a preparar la conquista de Inglaterra por el catolicismo.
Intensamente trabajadora, tenaz, paciente, conocedora de los seres humanos, con una salud privilegiada, Isabel despertaba una adhesión casi religiosa entre nobles, artistas y pueblo. El progreso general del reino fue grande entonces. La estabilidad social y las buenas oportunidades para los individuos contaron entre las características del tiempo.
Londres era una ciudad de cien mil habitantes; no existía la moderna "niebla", mezcla de polvo, carbón y bruma. En el Támesis, los cisnes flotaban junto a los barcos. Había bullicio, animación. La mayoría de las calles eran de tierra o estaban mal pavimentadas. La peste bubónica era frecuente; en aquella época pre científica se carecía de conocimientos para prevenir enfermedades o curarlas, y el aire y el sol se consideraban sumamente peligrosos.
En aquel pueblo endurecido por las visiones cotidianas de espectáculos sangrientos desde hacía más de dos siglos, eran frecuentes las luchas como diversión pública, luchas entre personas; entre osos y toros contra perros y hombres armados de látigos; riñas de gallos; todo ello ante el alboroto de la multitud enloquecida. Había una mezcla de elegancia, de discriminación estética, y de crueldad e insensibilidad.
Las ejecuciones públicas eran también espectáculos muy apreciados por el pueblo. Las cabezas de los decapitados se pudrían clavadas en picas a la entrada del Puente de Londres.
Aspecto literario
La corte de Isabel era el símbolo de la vida nacional. La tierra se había ampliado con el descubrimiento de un nuevo continente; y cuando la Invencible Armada española se destruyó frente a las costas de Inglaterra (1588), esta tuvo camino libre hacia él. Londres se encontró convertida repentinamente en el centro del mundo por obra de los aventureros privados que explotaron las riquezas de los países remotos.
Fue tiempo de grandes señores amigos de las letras. El comercio interior y el exterior eran muy activos, y su desarrollo trajo más poder económico a la clase media. Isabel a su turno, dedicó parte de la riqueza, excedente a promover las manifestaciones artísticas. Aprovecharon de ello los poetas, dramaturgos, pintores, músicos, sobre todo estos, porque Isabel gustaba con predilección de la música y del baile. Fue edad de grandes compositores polifónicos, como William Byrd, 1543 - 1623; Thomas Morley, 1557 - 1603; John Wilbye, 1574 - 1638; Orlando Gibbons, 1583 - 1625.
Las mansiones rurales de los nobles eran a su vez pequeñas cortes en las cuales vivían artistas protegidos de sus dueños.
El teatro isabelino
Se acostumbra a llamar "Teatro isabelino" a la producción teatral comprendida entre la asunción de Isabel en 1559 y el cierre de los teatros dispuesto por el parlamento puritano en 1642, cuando reinaba Carlos I, que había sucedido a su padre, Jacobo I. En verdad, se distinguen tres períodos, el isabelino, el jacobino y el carolingio (de Isabel, Jacobo y Carlos). El drama es la forma literaria que se acuerda mejor con el carácter del pueblo inglés de la segunda mitad del siglo XVI y la primera del XVII. En 1580 se distinguían tres clases de drama: el drama sabio, escrito en latín; el drama de corte; el drama popular. Este último, nutrido con las esencias del pueblo pasó a la posteridad, es el que se representa actualmente en los teatros y el que se estudia en las universidades, es el drama de Marlowe, de Shakespeare, de Jonson.
No se ajusta a los principios clásicos. Su tipo más corriente es aquel donde los personajes luchan contra acontecimientos sobre los cuales no tiene poder. La tragedia destruye violentamente al héroe. Todo concluye con él.
La mayoría de las tragedias contiene motivos reideros que sirven para relajar la tensión espiritual a la vez que para proveer de trabajo a los cómicos profesionales. Esto es la característica del teatro inglés del Renacimiento.
Además de la tragedia se cultivaba la comedia, poblada de cuentos de hadas y de alegres aventuras de amor. Era joven, optimista, irreal.
Importancia del teatro
El teatro tuvo gran importancia porque era lo mejor para mostrar los modos de existencia y los caracteres humanos. Los dramaturgos componían sin cuidarse de donde tomaban sus materiales, atendiendo solo a como los transformaban. Ello explica la variada influencia del teatro isabelino: italiana, francesa, escandinava.
Todo vale para pintar la época, razón por la cual el teatro hace desfilar en tumulto los instintos humanos manifestados en crímenes, incestos, raptos, nobleza, generosidad, traiciones, dudas, celos, ambiciones, grandeza de alma.
Casi todos los escritores se ejercitaban en el teatro porque en el 1600 era el género literario por excelencia. Como había gran demanda de obras teatrales, se hacía necesario tomar algunas ya escritas y reformarlas para ponerlas al gusto del día, sin alterar las características que les habían valido su éxito. Generalmente cumplían este trabajo los jóvenes dramaturgos que se iniciaban en el oficio. Venían de distintos estratos sociales: de la choza del albañil, como Jonson; o de la casa del comerciante, como Marlowe o Shakespeare; o del palacio señorial, como Sydney.
Hubo muchos autores, y gran producción en cantidad y calidad. Francis Beaumont, Richard Edwardes, John Fletcher, Robert Greene, Benjamín Jonson, Thomas Kyd, Thomas Lodge, John Lyly, Christopher Marlowe, Thomas Nashe, George Peele, William Shakespeare, Edmund Spencer,… Edmund Chambers enumera 167 autores; y desde el año 1557 hasta el 1616, anota un total de trescientas siete obras entre las publicadas o las preparadas para imprimir; pero estima que este es un número reflejo muy inferior al de la producción real.
Las compañías de teatro
Las obras teatrales eran de propiedad de la compañía que las representaba; pero como entonces no existían leyes que amparasen la propiedad literaria, los editores de Londres las imprimían y las libraban al público sin tener para nada en cuenta a los autores.
Había muchas compañías de teatro, pensionadas por señores de la nobleza, como la del conde de Derby, la de la condesa de Essex, la del conde de Leicester, la del conde de Worcester, la de lord Strange.
Con las nuevas obras que representaban, y con el cuidado cada vez mayor de su trabajo, las compañías consiguieron enorme popularidad. Todos iban al teatro: aprendices con uniformes de variados colores, burgueses, marineros, soldados, artesanos, comerciantes, escritores, músicos, personas de la nobleza, estudiantes, espectadores ricos, mujeres con máscara (porque la costumbre no permitía que las mujeres mostrasen el rostro en el teatro). Las representaciones empezaban a las dos de la tarde, por falta de luz. Cada cual veía en ellas lo que más le llegaba: unos el refinamiento artístico, otros las emociones violentas, muchísimos el payaso.
Sin embargo, el público no era irremediablemente grosero. Sabía recibir esa literatura llena de vida que le producía un impacto semejante al de las películas de nuestro tiempo. Los personajes hablan no sólo para desarrollar la intriga sino también para proporcionar placer estético.
Los actores
A pesar de ello, la profesión de actor figuraba todavía hacia la mitad del siglo XVI, entre las más desacreditadas. Bajo Enrique VIII los actores estaban emparejados con los "pícaros, vagabundos, y mendigos"; y a comienzos del reinado de Isabel, "tales rufianes, vagabundos, hombres sin señor, comediantes comunes y gentes de mala índole", excepto los sometidos a "algún barón del reino", podían ser azotados y marcados a fuego.
Las compañías teatrales existían de acuerdo con la costumbre medioeval de estar al servicio de algún noble. Esto las ubicaba socialmente, pues a quienes se miraba con mayor desconfianza y desprecio, era a los "hombres sin señor".
Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XVI, los buenos actores tenían cultura intelectual, y algunos como Marlowe y Lyly eran caballeros por derecho de cultura (Lyly lo era también por su familia).
Shakespeare figura entre los primeros actores que adquirieron escudo de armas; en su compañía lo consiguieron después Richard Burbage, Cowley, Heminges, Phillips y Pope. Esto permitió a Shakespeare elevar su oficio ante la opinión del público, que en materia social seguía sujeto a las ideas medioevales.
El 19 de mayo de 1603, Jacobo I firmó una orden disponiendo que la compañía en que trabajaba Shakespeare fuese "Compañía del Rey". Con ello daba gran distinción y otra dignidad al oficio de actor. Los actores ya no contaban entre los "pícaros y vagabundos". El encargado de la compañía era Richard Burbage, hijo de James Burbage, fundador del teatro El Globo.
El edificio del teatro
Al principio, las compañías daban sus representaciones en las posadas, que tenían patios centrales rodeados de galerías. El escenario se colocaba a un extremo del patio. En 1574 se prohibieron las representaciones en las posadas.
Hubo que construir locales para teatros. En 1576 se edificó en Londres, El Teatro; luego le siguieron El Telón, La Rosa, El Cisne, y El Globo, que fue el más conocido porque Shakespeare actuó en él y fue su condueño. El Globo pertenecía a siete personas, seis de ellas actores. Era un prisma octogonal de unos 13 m. de altura por 25 m. de diámetro exterior y 17 m. de diámetro interno. El interior era un gran patio abierto rodeado por tres pisos de galerías techadas, con asientos dispuestos en hileras. El escenario de 1.20 m. de altura aproximadamente, avanzaba hacia el patio, y tenía alrededor de 13 m. de ancho por 8 m. de profundidad. Dejaba a los lados un espacio vacío que ocupaban los espectadores de pie. Al fondo del escenario había una parte llamada estudio, que servía para representar escenas de camarines. A cada lado del estudio estaban los camarines d los actores, y los vestíbulos donde estos esperaban para salir a escena. La sala, con capacidad para dos mil espectadores, se inauguró en abril de 1599; y la primera obra que se dio fue "La vida del Rey Enrique V", de Shakespeare.
Se actuaba al aire libre. No había escenografía: apenas un mostrador para figurar una tienda, un sillón para significar el palacio, vestidos suntuosos. Es decir, que el espectador no tenía ayudas visuales para localizar las escenas, pero esto, ni los anacronismos alteraban en lo más mínimo el interés de las piezas.
Shakespeare utiliza todos los recursos del idioma para crear el ambiente de ellas, y su acción ocurre dentro de la estructura del teatro isabelino, que precisamente por la falta de escenografía le dejaba mayor libertad. Esa estructura era la del teatro circular, a la que se ha vuelto actualmente.
La importancia estaba en el texto de las obras; y el peso del espectáculo en el poder de los actores para crear la ilusión. Generalmente lo conseguían a maravilla, y despertaban la imaginación del público.
En el año 1970, Sam Wanamaker, un actor estadounidense, solicitó permiso al Municipio de Londres para hacer reconstruir El Globo tal cual era, y en el lugar donde estaba, a la orilla derecha del Támesis, en la esquina de Southward Bridge Road y Park Road.
0 comentarios :
Publicar un comentario