Simbolismo
Simbolismo, movimiento literario y de las artes plásticas que se originó en Francia a finales del siglo XIX.
El simbolismo literario fue un movimiento estético que animó a los escritores a expresar sus ideas, sentimientos y valores mediante símbolos o de manera implícita, más que a través de afirmaciones directas. Los escritores simbolistas, que rechazaron las tendencias anteriores del siglo (el romanticismo de Victor Hugo, el realismo de Gustave Flaubert o el naturalismo de Émile Zola), proclamaron que la imaginación era el modo más auténtico de interpretar la realidad. Al mismo tiempo se alejaron de las rígidas normas de la versificación y de las imágenes poéticas empleadas por sus predecesores, los poetas parnasianos. Entre los principales precursores de la poesía simbolista figuran el escritor estadounidense Edgar Allan Poe, el poeta francés Gérard de Nerval y los poetas alemanes Novalis y Hölderlin.
El simbolismo nace en la poesía de Charles Baudelaire. Algunas de sus obras, como Las flores del mal (1857) y El spleen de París (1869) fueron tachadas de decadentes por sus contemporáneos. Stéphane Mallarmé se encargó de difundir el movimiento a través de su salón literario y su poesía, como se pone de manifiesto en La siesta de un fauno (1876). Sus ensayos en prosa, Divagaciones (1897) constituyen una de las principales aportaciones teóricas a la estética simbolista. Otras obras fundamentales de este movimiento fueron las Romanzas sin palabras (1874) de Paul Verlaine y El barco ebrio (1871) y Una temporada en los infiernos (1873) de Arthur Rimbaud.
El simbolismo sobrevivió hasta bien entrada la década de 1890 en las obras de poetas franceses como Jules Laforgue y Paul Valéry, así como en la obra del escritor y crítico Rémy de Gourmont. Peleas y Melisanda, del dramaturgo belga Maurice Maeterlinck, es una de las pocas obras de teatro simbolistas. El simbolismo se difundió por todo el mundo; su influencia fue especialmente notable en Rusia, donde cabe destacar la obra del poeta Alexander Blok, y tuvo un gran impacto en la literatura del siglo XX. En el área española influyó en la poesía de Ruben Darío, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez.
El movimiento simbolista tuvo un significado especial en las artes plásticas. En cierto sentido alude al uso de determinadas convenciones pictóricas (pose, gesto o diversos atributos) para expresar el significado alegórico latente en una obra de arte (véase Iconografía). En otro sentido, el término alude a un movimiento que comenzó en Francia en la década de 1880 como reacción tanto al romanticismo como al enfoque realista implícito en el impresionismo. El simbolismo en las artes plásticas no es tanto un estilo en sí mismo como una tendencia ideológica de alcance internacional que sirvió de catalizador para la transformación del arte figurativo en arte abstracto.
Los primeros modelos del arte simbolista fueron los pintores franceses Pierre Cécile Puvis de Chavannes, Gustave Moreau y Odilon Redon, que emplearon colores vivos y líneas vigorosas para representar visiones oníricas cargadas de emoción, que a menudo rozan lo macabro y se inspiran en temas literarios, religiosos o mitológicos. Entre sus seguidores figuran el pintor holandés Vincent van Gogh, que destaca por el uso del color como vehículo para expresar las emociones, y los pintores franceses Paul Gauguin y Émile Bernard. Estos últimos, que trabajaron juntos en la localidad bretona de Pont-Aven entre 1888 y 1890, adoptaron un estilo basado en el uso de colores puros y brillantes y formas definidas por densos contornos, con el resultado de superficies planas y texturas decorativas. Bautizaron este estilo con el nombre de sintetista o simbolista (empleando ambos términos indistintamente), en oposición al enfoque analítico del impresionismo. La primera muestra simbolista fue organizada por Gauguin con ocasión de la Feria Mundial de París de 1889-1890. Bajo la influencia de la poesía simbolista francesa, el simbolismo pictórico se materializó, entre 1889 y 1900, en la obra de Paul Sérusier, Maurice Denis, Pierre Bonnard y Édouard Vuillard. Estos artistas, que se dieron a sí mismos el nombre de nabíes, hicieron hincapié en la función decorativa del arte y emplearon el color de manera subjetiva. El simbolismo fue también una referencia esencial en obras tan diversas como la del pintor suizo Ferdinand Hodler, el belga James Ensor, el noruego Edward Munch y el inglés Aubrey Beardsley. En el caso de este último se deja sentir con fuerza el vínculo entre los aspectos eróticos del simbolismo y las formas sinuosas del Art Nouveau. La preocupación por los aspectos subjetivos y el empleo alusivo del color y las formas característicos del simbolismo se refleja en movimientos artísticos posteriores como el fauvismo, el expresionismo y el surrealismo.
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